capitulo 6

282 12 0
                                    

Noah no le gustaban las mañanas, siempre le había costado un gran esfuerzo
levantarse.
—¿Vas a quedarte ahí todo el día? —le preguntó Nick mientras se hacía el
nudo de la corbata delante del espejo que había cerca de la cama.
Noah se cubrió la cabeza con la ropa de cama.
—Hoy no tengo clase.
—Algunos tienen mucha suerte —comentó él mientras agarraba la chaqueta y
las llaves.
Noah asomó la cabeza para mirarle.
—¿Quieres que haga algo mientras tú estás en el trabajo?
Nick se puso la chaqueta.
—No, sólo que continúes en tu papel de dedicada esposa si alguien llama o se
pasa por aquí —respondió él—. Y no olvides que Marietta va a estar muy al tanto.
Nick se miró el reloj y añadió:
—Si te apetece, podrías acompañarme a una función esta noche, eso daría más
credibilidad a nuestra supuesta reconciliación. Asistirán muchos periodistas.
—No tengo nada que ponerme —dijo ella, buscando una excusa.
Nick arqueó las cejas; luego, sacó unos billetes de la cartera y los dejó encima
de la cama.
—Cómprate algo —dijo él—. Algo llamativo y sexy. Y hablando de otra cosa, tu
padre ha llamado.
—¿Qué ha dicho? —preguntó ella, aprensiva de repente.
—Quería saber si es verdad que hemos vuelto juntos. Me parece que el artículo
del periódico no le ha convencido del todo.
—¿Qué le has dicho tú?
Nick esbozó una sonrisa burlona.
—¿Tú qué crees?
—«¿Estoy haciendo esto por los chicos?», ¿es eso?
Nick  arqueó una oscura ceja.
—¿No te parece bien proteger a los chicos, hacer algo por ellos?
—Naturalmente que sí. Lo que pasa es que no me gusta que me pille en medio.
Nick agarró su teléfono móvil.
—No te encontrarías en esta situación si no te hubieran pillado en la cama de
otro hombre. Piénsalo.
Noah quería tener la última palabra, pero Nick no le dio tiempo, ya que salió
de la habitación y cerró la puerta antes de que ella pudiera abrir la boca.
Noah lanzó un suspiro y se volvió a cubrir la cabeza con la sábana.
El hambre fue lo único que la hizo levantarse dos horas después. Se duchó, se
peinó y se fue a la cocina, donde encontró a Marietta pasando innecesariamente un
paño a la encimera.
—¡Vaya, ya se ha levantado! —exclamó Marietta con una sonrisa—. Sin duda,
su marido la ha tenido ocupada hasta altas horas de la noche, ¿eh?
Noah se sintió enrojecer al instante.
—Bueno… sí…
Marietta le guiñó un ojo.
—Necesita descansar, ¿verdad? Tiene que reposar y recuperarse para estar lista
otra vez esta noche.
Noah no soportaba tener que engañar al ama de llaves, que claramente estaba
encantada con la reconciliación.
Marietta se le acercó y le dio unas palmadas en el brazo.
—Escuche bien lo que le digo porque, aunque soy mucho mayor que usted, sé
alguna que otra cosa sobre los hombres. Su marido es como muchos hombres
italianos, a él no le gusta compartir. Pero hay muchas mujeres que van detrás de él,
¿no? ¿Por qué va usted a quedarse en la casa y a sentirse mal? He leído los periódicos
y he oído rumores. Él es un hombre muy rico y hay muchas mujeres que le quieren
para sí. Usted cometió un error, pero… ¿y quién no? Olvídelo y siga con su vida. Ése
es mi consejo.
—Gracias, Marietta —dijo Noah—. Estoy haciendo lo posible por seguir con mi
vida.
Marietta sonrió.
—Usted le quiere, eso salta a la vista. Usted no ha dejado de quererle. Por eso
conservé su ropa en el armario, sabía que volvería. Ésta es su casa.
—Sí… ésta es mi casa —respondió Noah, pensando en las semanas que le
esperaban en la casa de Nick bajo la vigilancia de su ama de llaves.
Su madre le llamó justo cuando estaba a punto de salir de casa para ir a
comprar un vestido para la función de aquella noche. Marietta le llevó el teléfono y la
dejó en el salón con vistas al río Yarra.
—¿Es verdad, Noah? —preguntó Robyn—. ¿En serio has vuelto con Nick?
—Sí, es verdad —por algún motivo desconocido, mentir a su madre no le causó
sentimiento de culpabilidad.
Oyó el suspiro de alivio de su madre.
—Gracias a Dios que has recuperado el sentido común. Tenía la esperanza de
que, cuando tú y Nick os encontrarais cara a cara, os daríais cuenta de lo que
estabais perdiendo. Por supuesto, le heriste en el orgullo de la forma más des…
—Mamá, por favor —la cortó Noah rápidamente—. Sermonearme no va a
ayudar en nada. Estamos empezando otra vez y los dos te agradeceríamos que
evitaras mencionar lo que ocurrió. Cometí una equivocación, bien; pero como sabes,
podría haber sido al contrario.
—Pero no fue así —le recordó su madre—. Nick te ha sido fiel. Nunca he
visto a un hombre tan enamorado como Nick de ti. Me duele pensar en el daño
que le hiciste después de todo lo que él ha hecho por nosotros.
Noah apretó con fuerza el auricular del teléfono.
—¿Qué quieres decir con eso de todo lo que ha hecho por nosotros? ¿De qué
estás hablando?
—Yo… No, de nada —dijo Robyn—. Sólo he querido decir que se ha
comportado como un caballero, en ningún momento ha intentado ponernos en
contra tuya. Ha continuado comportándose con nosotros con el cariño de siempre.
—¿Cuándo le habéis visto? —preguntó Noah, sospechando que había algo de lo
que ella no estaba enterada—. ¿Habéis mantenido el contacto durante estos últimos
dos meses?
—No había motivo para no verle de vez en cuando —respondió Robyn—. Por
supuesto, no te dijimos nada porque no queríamos ser la causa de uno de tus
berrinches infantiles.
Noah no sabía qué pensar de aquello. No se le había pasado por la cabeza que
Nick hubiera seguido en contacto con su familia. Sabía que le tenía cariño a Jamie
y que siempre había sido muy educado con sus padres, pero lo que su madre había
dicho le sorprendía.
—Espero que hayas decidido ser una buena esposa, Noah—dijo su madre,
rompiendo el momentáneo silencio—. Y espero que no vuelvas a ver a Garth. Su
madre me ha dicho que está saliendo con una chica de Canadá que ha venido aquí de
visita. Garth aún no se la ha presentado, pero no me gustaría que tú…
—Mamá, hace semanas que no veo a Garth —dijo Noah—. Me alegro de que
haya encontrado a alguien, merece ser feliz.
Su madre lanzó otro suspiro.
—En fin, será mejor que te deje, tengo que ir a una función esta tarde con tu
padre. Debo admitir que vuestra reconciliación ha ocurrido en el momento oportuno.
Tu padre tiene posibilidades de ser reelegido en el Senado y le vendrá muy bien la
noticia de que la vida de su familia está en orden otra vez.
Noah alzó los ojos al cielo. Para sus padres, las apariencias lo eran todo.
La boutique que Noah eligió no era lujosa, pero tenía un vestido de satén blanco
magnolia que le encantó: le realzaba las curvas donde tenía que realzarlas y el escote
de la espalda le llegaba casi a las nalgas; el escote delantero era igualmente atrevido.
Era lo que Nick quería, pensó mientras esperaba a que la cajera lo envolviera.
De allí fue directamente a la sección de cosmética de unos grandes almacenes.
Allí, una esteticista la maquilló.
La peluquería estaba en el complejo del Southbank del río Yarra.
Una hora más tarde, Noah no podía creer el cambio en su aspecto. Sus rizados
cabellos oscuros estaban recogidos en un moño, unos mechones le caían sobre el ojo
derecho, confiriéndole un aire atrevido y sensual.
Incluso el taxista no podía dejar de mirarla por el espejo retrovisor.
—¿Va a algún lugar especial esta tarde? —le preguntó el taxista.
—Sí, a una función con mi marido.
—Algunos hombres tienen mucha suerte —comentó el taxista volviendo a
mirarla por el espejo retrovisor—. Me suena su cara. ¿No ha salido en los periódicos
esta mañana?
—Yo… sí —respondió ella sonriendo con nerviosismo.
—Es la mujer de Nick Leister, ¿verdad? —dijo el taxista—. Mi cuñado trabaja
en la construcción. Leister Luxury Homes, ¿no es así? Construye casas de lujo.
—Sí.
—Es multimillonario, ¿no? Un hombre admirable, ha salido de la nada y se ha
hecho millonario. Eso es lo que este país necesita, hombres como él.
—Sí…
—Así que han vuelto juntos, ¿eh? —dijo el taxista parando el taxi delante de la
puerta de la casa de Patrizio—. Yo, de todos modos, no volvería con mi mujer si se
hubiera ido con otro. De ninguna de las maneras.
Las facciones de Noah se endurecieron.
—¿Cuánto le debo?
El taxista se lo dijo y ella le dio un billete de cincuenta dólares.
—Guárdese el cambio.
Noah salió del taxi con las bolsas en las manos y el rostro enrojecido.

Esposa Inocente (adaptado) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora