Capitulo 14

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Noah  se sentó al lado de Nick  e hizo un esfuerzo por hacer justicia a la cena que su madre había preparado. Los chicos estaban sentados el uno frente al otro y, aunque Jamie logró ignorar las miradas insidiosas de Bruno, no tuvo la misma suerte con las preguntas de su padre respecto al empeoramiento de sus notas escolares.
Por fin, Noah  no pudo soportarlo más.
—¿No te parece algo hipócrita criticar a Bruno por meterse con Jamie? Es justo lo que tú estás haciendo con él.
—¿Qué has dicho? —Kingsley lanzó una furiosa mirada a su hija.
Noah  alzó la barbilla.
—Me has oído perfectamente. No haces más que menoscabarle la confianza en sí mismo, igual que has hecho toda la vida conmigo.
Nick  le cubrió la mano.
—Querida…
Noah volvió el rostro con expresión irritada.
—No te metas en esto, Nick. Es un asunto entre mi padre y yo.
—Estás diciendo tonterías, como de costumbre —le dijo Kingsley a Noah.
—Gracias por el apoyo, Noah, pero puedo defenderme yo solo —dijo Jamie al tiempo que clavaba los ojos en su padre—. Estoy haciendo lo que puedo por prepararme para los exámenes finales. Sé que tú y mamá os llevaréis una desilusión si no consigo la nota suficiente para entrar en la facultad de medicina o de derecho, pero ¿se os ha ocurrido pensar que puede que no quiera ser médico ni abogado?
Noah vio que sus padres, horrorizados, intercambiaban una mirada.
—¡Tienes que hacer algo con tu vida! —dijo Kingsley alzando la voz—. No
estarás pensando en convertirte en un artista, o algo igualmente inútil, como tu hermana, ¿verdad?
—Noah es una pintora de mucho talento, señor Morgan —intervino
Nick con calma—. Debería estar orgulloso de ella.
Noah le lanzó una mirada de agradecimiento.
—Es cosa mía lo que decida hacer con mi vida —contestó Jamie.
—¡No lo es si quien paga los estudios soy yo! —exclamó Kingsley.
—No los estás pagando tú, papá —dijo Noah con una mirada retadora—. Es
Nick quien se está encargando de eso, ¿no?
Kingsley apretó los labios y se levantó de la mesa.
—Ha sido un idiota por admitirte en su casa otra vez —declaró Kingsley—.
Tengo ganas de contarle la verdad respecto a tu…
—No, Kingsley —dijo Robyn con una nota de desesperación en la voz—. Por
favor…
Noah, muy tensa, vio a su padre abandonar la mesa y salir del comedor. Luego, tragó saliva al ver el esfuerzo con que su madre se levantó y empezó a recoger los platos.
—Mamá…
Robyn esbozó una valiente sonrisa.
—¿Alguien quiere postre? He hecho tarta de queso.
—Yo te ayudaré a recoger —dijo Jamie poniéndose en pie.
Bruno le imitó.
—Yo también echaré una mano.
Jamie le dedicó una sonrisa.
—Gracias.
—Cuando estoy en casa, siempre ayudo a mi madre —dijo Bruno mientras salían del comedor.
Nick le acarició la cabeza a Noah.
—¿Te encuentras bien?
—No lo sé…
—¿Quieres que vaya a hablar con tu padre?
—¿Para qué? No cambiaría nada. Siempre ha estado en contra de mí —Noah echó la silla hacia atrás y se levantó—. Necesito un poco de aire fresco.
Nick la acompañó al jardín. Allí, le rodeó el cuerpo con un brazo y la atrajo hacia sí. Cada vez le costaba más mantener la distancia con ella. Noah  había cometido una equivocación, pero ¿quién no lo hacía?
—Nick… —le susurró ella acariciándole el pecho con el aliento.
Nick le alzó la barbilla con un dedo.
—¿Qué, querida?
—¿En serio te parece que tengo talento para pintar?
Noah le acarició la mejilla.
—¿Tanto te importa mi opinión, Noah?
Como era su costumbre, Noah se humedeció los labios.
—Sí, sí es importante.
—Creo que tienes talento para muchas cosas —respondió Nick con los ojos fijos en la boca de ella—. La pintura es una de esas cosas.
—¿Para qué otras cosas tengo talento?
Nick sonrió.
—Tienes talento para hacer que me pregunte por qué estoy aquí, en casa de tus padres, cuando podría estar en mi propia casa, en la cama, con tu hermoso cuerpo bajo el mío.
Entonces, Nick la besó y ella se le entregó totalmente.
—Me vuelves loco —le susurró Nick al tiempo que le mordisqueaba el labio
inferior.
—Y tú a mí —respondió ella tocándole la punta de la lengua con la suya.
Nick, de repente, alzó la cabeza y se apartó ligeramente de ella al ver allí a su sobrino.
—¿Qué quieres, Bruno?
—Sólo decirte que no eres el único al que ella desea —dijo Bruno fríamente al tiempo que alargaba una mano con el teléfono móvil de Noah hacia su tío.
Noah se estremeció de pies a cabeza y contuvo la respiración cuando Nick,
con el teléfono en la mano, examinó los mensajes y apretó los dientes al ver lo que estaba escrito allí.
Después de lo que a Noah le pareció una eternidad, Nick desconectó el móvil y se lo dio a Noah con mirada inexpresiva.
—No estoy seguro de que sea buena idea leer o escuchar los mensajes de otras personas —dijo Nick—. A veces, pueden malinterpretarse y causar un daño innecesario.
—Te advertí que seguía viéndole —dijo Bruno.
Noah se quedó mirando el teléfono que sujetaba con temblorosas manos, lo abrió y accedió a sus mensajes. Había uno escrito de Garth: Ven a mi casa el viernes a las cuatro. Garth.
Noah miró a Nick, que la estaba observando.
—No es lo que piensas —dijo ella.
—No, estoy seguro de que no lo es —contestó Nick tomándola del brazo
para llevarla al interior de la casa, a la mesa en la que Robyn estaba sirviendo el postre.
Los chicos pronto dieron cuenta de la tarta de queso, pero Noah vio que
Nick estaba distraído y comía a desgana.
—Nosotros llevaremos a los chicos al colegio —le dijo Nick a Robyn cuando
hubieron acabado el postre.
—Gracias, Nick —respondió ella, sonrojándose ligeramente—, Kingsley se
ha acostado ya, tenía dolor de cabeza. Como puedes suponer, últimamente está
sometido a una gran tensión.
—Gracias por la cena, señora Morgan —dijo Nick inmediatamente.
Robyn, con manos temblorosas y ojos sospechosamente brillantes, se puso en
pie y comenzó a recoger los platos del postre.
—Creo que he tomado demasiado vino —dijo Robyn con una forzada
carcajada—. No debería haberlo hecho, siempre me ha sentado mal el alcohol. A
Noah le pasa lo mismo. Como bebamos más de medio vaso, luego no podemos
acordarnos de lo que decimos ni de lo que hacemos.
—Nick, ¿nos vas a llevar al colegio o no? —preguntó Jamie acercándose a la
puerta—. Nos la vamos a cargar si no estamos allí a las diez.
—Bien, vamos —dijo Nick.
Robyn continuó recogiendo los platos.
—Vamos, Nick, no te preocupes por mí, estoy bien.
—¿Seguro?
Ella sonrió temblorosamente.
—Sí, seguro.

Esposa Inocente (adaptado) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora