Noah se despertó en la cama de Nick. Estaba tapada y la luz de la lámpara
de la mesilla iluminaba suavemente la habitación.
—¿Cómo te encuentras? —preguntó él sentado en un sillón al lado de la cama.
Noah volvió la cabeza y le miró.
—Estoy bien… creo.
—Te has desmayado —dijo él innecesariamente.
—Sí.
—¿Te ha ocurrido alguna vez más?
—Un par de veces —respondió Noah—. Hace un par de semanas me dio gripe
y todavía no me he recuperado del todo.
—¿Cuándo ha sido la última vez que has comido?
—No me acuerdo… creo que anoche.
Nick lanzó una maldición y se puso en pie.
—¿Cuánto tiempo llevas así? —preguntó él.
—No te preocupes por mí. Al fin y al cabo, me odias, ¿no? ¿Qué puede
importarte que coma o no?
—Me preocupa, como le preocuparía a cualquiera, que la persona con la que
estoy hablando se desmaye durante la conversación —respondió él—. Como poco, es
desconcertante.
—En ese caso, sería mejor que no hablaras con tanta agresividad —le espetó
ella.
Nick frunció el ceño.
—¿Es así como te comportas cuando tienes una conversación desagradable?
Cuando las cosas no van como a ti te gusta, te desmayas, ¿eh?
Noah se sentó en la cama y le miró con cólera.
—¡No lo he hecho a propósito! Ya te he dicho que he estado enferma. Llevo un
mes que no me siento bien.
Se hizo un tenso silencio.
—¿Estás embarazada? —preguntó Nick.
Noah le miró horrorizada.
—¿Qué clase de pregunta es ésa? Naturalmente que no estoy embarazada.
—Me ha parecido una pregunta razonable. Eres una mujer joven y sexualmente
activa.
—Yo no soy sexualmente activa. No he tenido relaciones sexuales desde… —
Noah se interrumpió y se mordió los labios—. Desde aquella noche.
La expresión de Nick mostró incredulidad.
—Noah, eres una persona que exuda sexualidad y se te nota.
Noah se humedeció los labios con la lengua mientras la oscura mirada de
Nick le recoma el cuerpo. Se le endurecieron los pechos y se le contrajo el
estómago.
—Sí, Noah, eres muy sensual —continuó él—. Hay pocos hombres que puedan
resistirse a lo que tú les puedes ofrecer.
—Yo no ofrezco nada.
Nick sonrió irónicamente.
—Te apuesto lo que quieras a que si me acostara en esa cama, te tendría debajo
y dando gritos de placer en cuestión de minutos. No puedes evitarlo. Has nacido
para el placer, querida. Estoy endureciendo sólo de pensarlo.
Noah no pudo evitar dirigir la mirada a la pelvis de Nick. Un temblor de
deseo le sacudió el cuerpo.
Nick se acercó y se sentó en el borde de la cama, a su lado, y, agarrándole
una mano, se la colocó encima de su miembro.
—¿Te das cuenta de lo que me haces, Noah?
Sí, se daba cuenta y le aterrorizaba. Deseaba tocarle y la barrera de su ropa era
un tormento. Quería saborearle y sentir el éxtasis de Nick.
—Pero… me odias —dijo ella al tiempo que trataba de apartar la mano, sin
éxito.
—Sí, pero eso no me impide desearte. De hecho, creo que me hace desearte aún
más si cabe.
—Esto es una barbaridad —declaró Noah, tirando una vez más de su mano—.
Además, creía que habías dicho que no querías tener relaciones sexuales conmigo.
Me has dicho que ya no te atraigo.
Nick se llevó la mano de ella a la boca y le lamió los dedos, uno a uno,
mientras continuaba mirándola fijamente a los ojos.
—Digamos que estoy considerando los pros y los contras —dijo Nick.
—Lo que tienes que considerar es mi consentimiento.
Nick esbozó una sonrisa burlona.
—Ya me has dado tu consentimiento. Todavía estamos legalmente casados.
—Oficialmente, estamos separados.
—Ya no.
—Esto no es una verdadera reconciliación —dijo ella asustada—. Eso es lo que
me has dicho.
—Legalmente, sí. Hemos vuelto a cohabitar como marido y mujer.
—Yo no quiero ser tu mujer de ninguna de las maneras —declaró Noah
enérgicamente—. No quiero vivir con un hombre que me odia tanto como tú me
odias. Es lo peor que me podría pasar.
—No entiendo por qué estás tan enfadada. Al fin y al cabo, fuiste tú quien
destruyó nuestro matrimonio.
—¡Yo no lo hice sola! —gritó ella.
—No, desde luego que no —dijo Nick fríamente, aunque su oscura mirada
estaba cargada de cólera—. Lo hiciste con Garth Merrick.
—No me refería a eso —Noah lanzó un suspiro de frustración—. Lo que he
querido decir es que jamás se me habría ocurrido ir a casa de Garth si no hubiera
creído que tenías una amante.
—Ah, sí, claro, mis supuestas relaciones extramatrimoniales —dijo Nick con
otra sonrisa burlona.
Noah se sintió a punto de echarse a llorar. No soportaba que le recordaran lo
estúpida que había sido. En su momento, se había encontrado consumida por los
celos, aunque el orgullo le impedía reconocerlo. Por eso permitió que una mujer
vengativa la envenenara sistemáticamente y la pusiera en contra del hombre al que
amaba con todo su corazón.
Por aquel entonces sólo llevaban doce meses casados y estaban pasando un
momento particular mente difícil, aunque ahora se había dado cuenta de que era
normal: dos personas con fuertes personalidades viviendo juntas era de suponer que
discutieran; sobre todo, cuando él estaba muy ocupado con el trabajo y ella con sus
estudios. Además, ella era propensa a los estallidos de genio que, unido a su
profunda inseguridad, presentaban un fértil campo para sembrar las semillas de las
sospechas.
Rita Favore había alimentado esas sospechas con mensajes sugerentes en el
contestador automático y también con fotografías que, a posteriori, resultaron ser
montajes digitales con el fin de dar la impresión de ser más íntimos de lo que
realmente eran. Noah se había encontrado tan desolada al ver a su marido en un
abrazo tan comprometedor que no se había parado a pensar en la posibilidad de otra
explicación.
Nick se había ido a Sydney en viaje de negocios y estaba allí cuando ella le
llamó para acusarle de infidelidad. Él lo había negado con vehemencia, pero ella no
le había creído. Le colgó el teléfono, desconectó el aparato y también su teléfono
móvil durante unas horas.
Cuando Nick regresó aquella tarde fatídica a su casa, ella ya había hecho las
maletas y estaba esperándole en el salón.
—No es posible que hables en serio, querida —le había respondido él después
de que ella le dijera que se marchaba—. Casi no conozco a esa mujer. Trabaja para
mí, sí, pero sólo como ayudante a tiempo parcial.
Noah le había lanzado una fría mirada azul.
—¿Ayudante de qué? —ella le dio las fotos—. ¿Ayudante en lo referente a tu
vida sexual?
Después de ojear las fotos, Nick las había tirado encima de una mesa y luego
se la quedó mirando con expresión incrédula.
—Noah, esto es ridículo. Evidentemente, alguien está intentando
desacreditarme, pero te aseguro que no me he acostado con esa mujer.
—Te dejó varios mensajes. ¿No quieres oírlos?
Nick pasó por su lado para acercarse al teléfono y oír los mensajes. Frunció
el ceño mientras los escuchaba.
Noah se puso las manos en las caderas.
—¿Y bien? ¿Vas a seguir negándolo?
Nick colgó el teléfono con innecesaria fuerza y los ojos negros de ira.
—¿Cómo puedes creerme capaz de irme con una mujer así? —le había
preguntado él—. Es evidente que lo único que quiere es crear problemas. Jamás la he
tocado. Jamás se me ocurriría hacerlo.
—No te creo.
Los ojos de él se clavaron en las maletas.
—Evidentemente, no.
—Quiero el divorcio —le dijo ella alzando la barbilla con gesto desafiante—. No
quiero seguir casada contigo.
—¿En serio?
—Sí, en serio. Nunca debería haberme casado contigo.
—¿Por qué? —le preguntó Nick acercándosele.
Noah retrocedió unos pasos hasta toparse con la puerta. Al sentirse acorralada,
dijo lo primero que se le ocurrió:
—Porque estoy enamorada de otro.
—¿Qué has dicho? —preguntó él con incredulidad.
—Ya me has oído. Estoy enamorada de otro.
—¿De quién? ¿O quieres que lo adivine?
—No tengo por qué darte explicaciones.
Nick apretó los labios, su expresión era de furia contenida.
—¿Cuánto tiempo llevas enamorada de él?
Noah decidió continuar con su mentira.
—Llevo enamorada de él toda la vida. Ahora mismo voy a irme con él.
De repente, Nick tiró de ella hasta estrecharla contra su cuerpo y entonces la
besó con fuerza. La pura intensidad animal de él la tomó por sorpresa y, en vez de
apartarse, se entregó a aquel arranque de pasión. Le quería, le necesitaba.
Nick la hizo darse la vuelta. Ella plantó las palmas de las manos en la puerta
y pronto se vio con la falda subida hasta la cintura y las diminutas bragas de encaje
bajadas mientras Nick, dentro de ella, la tenía gimiendo de placer en cuestión de
segundos.
Noah aún estaba tratando de recobrar la respiración cuando él se apartó de ella.
Despacio, Noah se volvió, maldiciéndose a sí misma por su debilidad.
—Ha sido un recuerdo de despedida —le dijo Nick mientras se subía la
cremallera de los pantalones.
Y tras una mirada de desprecio, Nick se alejó.
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Esposa Inocente (adaptado)
Romance¿Creería que se había quedado embarazada de otro hombre... o podría aquel bebé arreglar su matrimonio para siempre? En opinión de Nick Leister, todo parecía indicar que Noah Morgan le estaba siendo infiel... y nadie se atrevía a burlarse de un itali...