CAPÍTULO XI "¿Caldo de...? ¿pollo?"

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Jungkook quería llorar del coraje, se sentía mareado y con las fosas nasales tapadas por las flemas, tenía demasiado frio, pero las mejillas y los labios rojos delataban que lo más probable era que tuviera la temperatura alta.

Lo que le habían hecho era un "pequeña" broma ocasionada principalmente por lo que Jimin le había dicho, por no defenderse.

Estornudaba cada dos por tres y tenía cuerpo cortado, lo único que quería era dormir y al mismo tiempo la enfermedad y su cerebro no se lo permitían, porque se sentía demasiado mal y estaba muy preocupado por sus clases, es que no quería perderlas, pero sabía que si iba se sentiría un muerto en vida, y Jungkook ama la comodidad.

— Kook, soy Stefan, ¿puedo pasar? — la voz del castaño interrumpió sus lamentos y deseó con fuerzas que entrara, sin embargo, no podía ser desconsiderado

— claro que puedes, pero te arriesgas a ser contagiado — soltó con la poca voz que poseía, pues tenía demasiadas flemas y la nariz lo hacía hablar raro.

— Uy no, no creo que alguien pueda pasarnos las notas de todas las clases, Jimin no asiste a todas las que nosotros compartimos y no es de los que se esfuerce mucho... — comenzó a desvariar lo que le provocó una ligera punzada en la cabeza

Maldita sea

— Stefan, no te preocupes, no te pido que entres y te contagies, tampoco quiero que anotes todo, de por sí ya es dificil que hagas tus anotaciones, anota por ti y cuando me sienta mejor me prestas tus apuntes ¿sí?

— De acuerdo, si así lo quieres, descansa, vendré más tarde a dejarte las hojas — y sin esperar respuesta se fue.

La mayoría estaban en clases por lo que Jungkook se encontraba solo, ahogándose en su enfermedad y negándose a tomar la pastilla que la enfermera le había llevado.

Se tapó y acomodó de tal forma que en cuestión de tiempo sus parpados pesaron y su mente divagaba, sus ojos se cerraban sin poder controlarlo y lo último que vio fue su escritorio lleno de papeles.

Entonces soñó que estaba en casa, con su madre cuidándolo y mimándolo por su enfermedad, a sus hermanos viéndolo y el dulce aroma de...

Y de golpe se levantó de la cama, asustado por los toques fuertes e incesantes de la puerta, miró a todas partes no reconociendo el lugar en donde se encontraba hasta que poco a poco recordó, no era su casa, era su pesadilla, miró el reloj que marcaba las doce y media y de nuevo le dolía la cabeza por escuchar los golpeteos, se levantó para abrir y encarar a la chica que le estuviera haciendo pasar otro mal rato, si era otra broma juraba que tomaría sus cosas y se largaría para siempre sin importarle el regaño de sus padres.

Abrió con fuerza y la respiración se le fue al ver a la persona frente a él.

Su agresor

— Realmente tienes el sueño pesado, tengo varios minutos tocando la puerta y no respondías, estaba considerando romper la puerta

— ¿Qué haces aquí? — preguntó con incomodidad

— No te noté en la cafetería así que supuse que estarías aquí, ¿estás bien?

— ¿Consideras que me veo bien? Me veo del asco, tengo flemas por todo el rostro porque estaba muriendo, también tengo baba, estoy despeinado, mis ojos se ven más pequeños de lo que ya son, mi nariz, mejillas y labios están rojos y estoy pálido, y eso lo dije apenas viéndome cinco segundos al espejo mientras me paraba porque cierta persona no dejaba de golpear la puerta, persona que ocasionó que me viera así y que justamente me está viendo ahora.

— Créeme a mis ojos no te ves tan mal y la culpa no es mía

— Claro que sí, porque desde que me bañaste en avena he tenido una semana horrible — el más alto frunció el entrecejo

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⏰ Última actualización: Mar 02 ⏰

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