Seis Copitas

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Olivia:

—Vámonos ahora Oli, o nos pillará la noche.

Solté un suspiro antes de mirarme una última vez al espejo.

No quería ir a pasar un fin de semana loco en Madrid. No quería salir de mi casa, ni tampoco montarme en un auto durante seis horas. No me apetecía, lo único que quería era quedarme en mi cama y existir.

¿Era mucho pedir?

—¿Lista?—preguntó Kate volviendo a mi habitación.

Kate era mi mejor amiga desde que era una niña, la conocí cuando ambas teníamos tres años y era nuestro primer día en nuestra clase de preescolar. Mis padres había pasado a dejarme y en el momento en el que me soltaron la mano y me dejaron dentro de ese salón amarillo con pollitos en la pared, Kate fue la siguiente que me sujetó, me arrastró a la mesa para niños color rosa eléctrico y comenzó a hablar y hablar y hablar...

Desde ese momento yo comencé a escuchar y escuchar y escuchar.

Me di la vuelta para mirarla y sonreír. Íbamos a celebrar su cumpleaños número dieciocho, solo por eso, hice un esfuerzo, tomé mi bolsa y se la pasé para que la guardara en la maletera del nuevo descapotable que sus padres le habían regalado.

Ambas bajamos las escaleras y me encontré a papá y mamá hablando en la cocina con mi hermanito Nicolás sentado en la mesada, parecía que lo estaban regañando, aunque eso no me sorprendía, Nic era un diablillo.

—Ya nos vamos—avisé y me acerqué para despedirme de ellos.

—Que se diviertan—dijo mamá mientras me daba un beso en la mejilla y después me la frotaba porque acababa de mancharse con labial.

—Kate, conduce con cuidado—le advirtió papá y me dio un fuerte abrazo que yo correspondí ansiosa.

—Por supuesto, señor González, yo siempre soy muy cuidadosa—respondió Kate y me jaló del brazo para apartarme de Nic, porque sino, no saldríamos nunca.

—¡Díganle a Mati que le dije adiós!—pedí antes de cerrar la puerta.

Mateo era mi otro hermanito pequeño, aunque no era tan pequeño ahora, estaba entrenando con los juveniles en su club de fútbol.

Era el mismo club de papá: FC Barcelona. Mati quería convertirse en un jugador profesional de fútbol como nuestro padre y estaba entrenando duro.

—¡De acuerdo!—dijeron ambos.

Abrí la puerta, me subí al auto y lo primero que hice fue ponerme el cinturón de seguridad, porque al contrario de lo que Kate le había dicho a papá, ella era amante de la velocidad y de cualquier cosa que la hiciera experimentar sensaciones fuertes.

—Ya cambia esa cara—dijo Kate y se bajó las gafas de sol.

—Mira Kate, yo te amo—dije finalmente y como ella siempre lo hacía, me sacudió el pelo, era su manera de demostrar cariño—, ¿pero por qué te empeñas en llevarme?

—Porque eres mi mejor amiga—respondió, como si fuera obvio, y, la verdad es que lo era.

Así que no pude evitar sonreír y llevarme una mano al pelo para apartarlo de mi cara.

—Sabes que odio las fiestas—fue imposible contener la mueca—. Lo único que voy a hacer en Madrid es amargarte las noches, y, aún peor, tu cumpleaños, soy aburrida.

—Oli—me regañó y yo volteé los ojos—. Te llevo porque eres mi mejor amiga, la única que ha aguantado mi hiperactividad sin quejas, estuvo conmigo cuando todos dijeron que era una pesada y cuando se me llenó de acné toda la cara—hizo un gesto con su mano para señalarla y yo sonreí. Esa había sido nuestra peor época—. El caso es que siempre fuimos tú y yo, nos conocemos desde siempre y hasta siempre tendremos que estar juntas, lo siento, pero es tu condena. ¡HE DICHO!—sentenció con un dedo arriba.

IT'S JUST A LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora