Anne Holmes.
—¿Consideras tu entorno familiar un lugar seguro?, ¿cómo llevan la comunicación y los problemas?
Relamo mis labios antes de responder a su pregunta y ladeo mi cabeza.
—Claro, soy muy unida a mi familia y les tengo confianza, obviamente hay discusiones y desacuerdos pero siempre lo resolvemos.
La doctora asintió y dejó su libreta a un lado, sonrió sin mostrar los dientes —Eso es todo por hoy, nos vemos en la próxima sesión.
Me retiro de la sala y suspiro mientras camino hasta mi habitación.
Eran tantas las preguntas que bombardeaban mi cabeza, la inquietud y ansiedad que me embargaba al estar en este, ¿psiquiátrico?, que me tratasen como una paciente con alguna enfermedad mental de la cuál no estoy enterada.
Entro a mi habitación asignada y me dejo caer en el duro colchón.
No podía quejarme sobre ello.
"Es lo mínimo que puedes tener por lo que hiciste"
Negué con mi cabeza al recordar lo anterior dicho por un guardia, ¿realmente mis padres me mandaron acá por decisión propia?, era feo de pensar que habían accedido a esto.
No tenía acceso a nada, solo cumplía con responder a la preguntas que hacía la doctora y dejarme inyectar cientos de medicamentos que según harían que cuente la verdad.
¿Cuál verdad?
Por un momento pensé que era una prisión, pero las prisiones no estarían en tan buen estado, así que puedo asegurarme que estoy en algún centro psiquiátrico.
Increíble.
Decido salir de la habitación, realmente estaba aburrida de ver las mismas cuatro paredes blancas. Era perturbador el silencio que reinaba en este sitio, solamente se llegaba a escuchar mi respiración y mis pasos.
Una increíble escenografía para una película de terror.
¿Qué pacientes habrán dentro de las demás habitaciones?, ¿por qué no se me tenía permitido hablar con ellos?
Las únicas veces que hablaba con alguien era cuando tenía las sesiones con la psicóloga o cuando algún doctor o personal pasaba a mi lado. Y estos únicamente eran 3 doctores y dos guardias.
¿Qué les habrán dicho de mí para que ni siquiera me mirasen a la cara?
Una voz irritable me sacó de mis pensamientos.
—No es hora de salir, regrésate a tu habitación.
Su voz sonó neutra y plana, como si hubiese estudiado lo que dijo. Metí mis manos en los bolsillos del suéter.— ¿No puedo estar por aquí?
Este no se inmutó.
Resignada de no recibir una respuesta le pasé por un lado y este me tomó del brazo jalándome hacía atrás. Mi primer impulso fue alejarme, pero su agarre era fuerte y firme.
Como si se tratase de una máquina.
—Suélteme.
Este lo hizo y volvió a su postura firme.
—No salgas de tu habitación a menos que se te diga o verás las consecuencias.
Me encojo de hombros y le pasé por un lado ignorando que me había amenazado, ¿algo peor que estar encerrado en un lugar que no conoces?, la amenaza no me importó en esos momentos.
Camino a mi habitación y cierro la puerta. Todo era controlado por un equipo de seguridad inteligente, si hacia algo "sospechoso", inmediatamente un guardia venía hacia mi a según controlarme.
No llevaba noción del tiempo porque no manejaba teléfono y ni siquiera había relojes cerca.
Es como si trataran de evitar que cometiera algo.
¿Cuándo saldría de aquí?, siempre que preguntaba era lo mismo.
"Depende tu progreso será dictado tu día para irte"
Los primeros días que llegué no terminaba de asimilar el por qué de las cosas y aún tampoco las comprendo.
Pero aprendí una cosa.
Llorando no conseguiré salir.
¿Pero qué pretendía hacer para salir de acá?
O mejor dicho.
¿Qué fue lo que hice?
†
Nota de autor:
¡Volví!, y con una historia nueva, he trabajado en esta historia desde hace mucho y por fin publique los primeros caps, espero que les guste tanto como a mí.
Con amor..
S.L.
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Efecto Secundario
Teen FictionDos años habían pasado desde la desaparición de Liliat Silvan y un mes del intento de asesinato de Aarón Lincoln. Los mismos acontecimientos sucedieron el mismo día, a la misma hora, pero en diferentes años. ¿Lo más extraño? Encontraron al culpable...