El dragón y la novia

cap 3 [el palacio]

Moverse a través del bosque con movimientos tan rápidos hacía difícil alcanzar al hombre no tan muerto del lago. Lo que sorprendió al guerrero considerando lo bien que estaba físicamente en comparación con el hombre larguirucho, incluso cuando llevaba a un niño de 10 años.

Al pasar por los vastos arbustos y girar, fue entonces cuando apareció a la vista el rostro de la cima de una estructura.

Era grande e imponente, con pilares de madera más gruesos que tres y árboles centenarios unidos para formar uno solo.

Era menos una " casa " y más un palacio .

Con un largo muro de piedra como límite de la "casa" . Una puerta de madera bien pulida era la única entrada que podían ver.

Fue abrumador e inesperado.

Esto era mucho más magnífico de lo que pensaban que sería un extraño que vivía en el bosque del dragón, incluso desde el exterior. Se sentía como si fuera un error incluso entrar a un lugar así con cómo estaban ahora, todos sucios y maltratados por días de deambular.

El extraño se giró, mientras les hacía señas para que se acercaran, antes de tocar la puerta. Los hermanos lo siguieron, encogiéndose de hombros ante sus opciones.

O venía con este extraño al azar o enfrentaba los peligros del bosque durante quién sabe cuánto tiempo hasta que tropezaran con la civilización. Y basándose en la apariencia desgastada de Mia, se arriesgaría con este hombre y protegería a su hermana incluso si respira mal en su dirección.

"¡Maestro!" Gritó una voz profunda, mientras un brazo grueso aparecía entre los huecos de su emoción.

"Primero abre la puerta, antes de intentar aplastarlo con un abrazo. Romperás el límite si sigues así". La voz de una mujer surgió desde la puerta, antes de que un fuerte golpe de madera maciza resonara.

La puerta se abrió y reveló a un hombre alto y corpulento, acompañado por una mujer baja con una sonrisa sarcástica en el rostro. Ambos estaban vestidos con ropas finas, con el hombre vestido como un soldado, con una armadura de cuero envuelta alrededor de su pecho y brazos, una espada y un escudo en cada una de sus manos. Por otro lado, la mujer bonita, pero pequeña, fue asaltada como una erudita, con morados y negros intensos, y un sombrero de cortesano en la parte superior de su cabeza.

"Cuánto tiempo sin verte idiota,  qué  bueno que finalmente regresaste a casa después de decirnos que ibas a ' caminar '". Dijo la mujer, antes de abrazar al hombre y pasárselo al hombre más grande que lloraba a su lado.

La mujer miró pasivamente a las dos personas lamentables detrás de su maestro e inclinó la cabeza antes de entrecerrar los ojos.

"Veo que sigo recogiendo perros callejeros". Comentó, ofendiendo un poco a los hermanos.

Pero no se equivocó, a estas alturas, eran como perros callejeros. Sin hogar, vagabundos y huérfanos.

La mujer miró hacia quien ahora conocen los hermanos, como el dueño del palacio. Y el maestro puso los ojos en blanco en respuesta silenciosa.