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Juliana

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Juliana

Mí pasión por la cocina me llevó a estudiar gastronomía. La cocina es mí propio lienzo, y mis creaciones son como obras de arte que despiertan mis sentidos y alimentan mí alma. Así que, el encontrar un trabajo en donde puedo hacer lo que tanto me apasiona, me llena de emoción y me siento más que lista.

Con determinación y el aroma tentador de nuevas aventuras en el aire, abrazo este nuevo capítulo de mí vida con una de las personas que más amo en el mundo, mí hermano.

Solo tengo un pequeño problema, es la primera mañana que paso en el hotel, y ya estoy perdida.

Me encuentro parada en medio de un pasillo totalmente desconocido para mí, con la mirada perdida en busca de algún indicio que me lleve al comedor. Estoy a punto de llamar a mí hermano, cuando siento el impacto de un cuerpo contra el mío. Me tambaleo y como la reina de las boludas me agarro del aire, sin un poco de éxito, caigo al suelo.

—Ay, perdón —dice preocupado un hombre. Alzo la mirada desde el piso, y me topo con unos ojos claros que reconozco muy bien.

El pibe del estadio está enfrente mío, tan tieso como lo estoy yo ahora. Sus ojos claros me analizan de pies a cabeza, como si estuviera esperando que diga que es muy lindo.

Sí lo es, pero no voy a decirlo.

—No te preocupes, fue mí culpa, estaba distraída —como se está haciendo costumbre, acepto la culpa e intento levantarme sin parecer ridícula, pero fallo y me vuelvo a caer.

Tengo la teoría de que el día que Dios repartió la suerte, yo me había quedado dormida, y que cuando desperté solo quedaban las sobras que tuve que tomar por obligación.

—Te ayudo —dice, ofreciéndome su mano. Dudosa, la tomo y los nervios se apoderan de mí cuando mí mano fría siente su mano cálida. Debo estar más roja que los tomates que cultiva la abuela.

—Parece que siempre nos chocamos vos y yo, que vergüenza —digo, cuando por cinco segundos interminables estamos en silencio.

—Es mí culpa, siempre voy distraído y olvido que pueden haber más personas caminando por el mismo lugar.

Nuestra conversación se vuelve una batalla sobre quién tiene la culpa, hasta que nos quedamos mirando y nos reímos sin razón.

—Creo que lo mejor es dejar esto en qué fue culpa de ambos —opino.

—Me parece bien.

—¿Querés ir a desayunar? —me atrevo a preguntar. Puede ser porque no tengo la mínima idea de dónde estoy, o porque hay algo que se siente como si la fuerza de un imán me obligara a mantener mis ojos puestos en él.

—Claro —responde casi en un susurro y me dedico a seguirlo los siguientes minutos.

Noto como a veces tiene esa expresión de «estoy sobrepensándolo todo» y al verla, me dan ganas de hacer muchas preguntas y sacudirlo para que ordene sus pensamientos.

—Buenos días, estrellitas —saluda Tomás Wolf con una sonrisa cálida y una energía contagiosa.

Tomás es uno de mis mejores amigos hace tres años, es un alivio para mí no solo tener la compañía de mí hermano, sino también la de mí mejor amigo, con el que he tenido que vivir muchas tragedias, momentos humildes, pero sobre todo momentos dorados, es decir, los mejores días de mí vida.

—Buenos días, Tomi —saludo, sentándome a su lado.

Rafa le sonríe y se sienta frente a él y al lado de Rocco, quién hace un intento de sonrisa sin dientes, debido a que está comiendo galletitas.

Tomo un café y busco con la mirada a mí hermano, a quién no he visto desde anoche. No lo encuentro, así que volteo a ver a Tomás, quién ya me estaba mirando.

—Veo que ya le pusiste el ojo a Rafiush, picarona —dice, moviendo las cejas de arriba a abajo.

—Ya vas a empezar a romper las pelotas —bromeo y nos reímos.

Tomás supo de mí flash crush del estadio quince minutos después de lo sucedido y se encargó de joderme con eso todos los días, hasta ayer, que le conté que por primera vez en mí vida volvía a ver a un flash crush, es decir, un pibe lindo que solo había visto una vez, pero me dejó haciendo escenarios ficticios por días.

—Yo creo que hay futuro —opina, pasándome una tostada dulce, mí favorita.

—Vos a todo le ves futuro.

—Esto es diferente, tuve una visión —asegura y se me escapa una carcajada.

—¿Ah, sí? ¿Qué pasaba en tu visión?

—Te lo chamuyabas y encarabas con éxito. Yo que vos empiezo a sacar mis mejores chamuyos.

—Tira uno —le pido y agarro unos waffles que me gritan «cómeme».

—Quisiera ser bruja para hacerte un hechizo y ser dueña de tu chorizo.

Me atraganto con los waffles y pongo todo mí empeño en no reírme para no humillarme frente a todos.

—Me pone una orden de alejamiento si le digo eso, pelotudo. Mejor no digas más.

—La di toda —dice fingiendo estar ofendido—. Aunque parece que vos no vas a tener que poner mucho esfuerzo, el pibe no te deja de mirar.

Volteo como el exorcista y me encuentro con la mirada de Rafa, quién finge demencia y voltea a ver a Rocco, que está contando la posibilidad de que en un futuro un alien se enamore de un humano y todo el mundo cambie.

—Lo que decís me recuerda a un libro que leí —interfiero y a Rocco se le iluminan los ojos.

—¿Qué clase de libros lees? —inquiere burlesco Matias, que acaba de llegar.

—Libros muy realistas —asegura Rocco y Rafa suelta una risa.

—Ella es rarita —interviene mí hermano en la conversación y hago una mueca—. Rafiush, si te juntas con ella te va a obligar a escucharla hablar de personajes ficticios todo el tiempo, no te lo recomiendo.

—A mí también me gusta leer cosas raras —Comenta el de ojos claros y me da un ataque de felicidad.

—Al menos vos tenés salud mental —comenta Emma y lo miro mal.

—¿Qué clase de libros lees? Te puedo recomendar unos buenísimos —pregunto emocionada.

El comentario de Rafael fue suficiente para que me diera una sobredosis de felicidad y pusiera toda mí atención en él y sus ojos bonitos.

—Cagaste, Rafa. Vas a tener que aguantarla de hoy en adelante —interrumpe mí peor enemigo y hermano.

—Creo que puedo vivir con eso, a aveces soy intenso —se ríe—. Me gusta leer un poco de todo, lo último que leí fue el último libro de los juegos del hambre.

Por tercera vez, mí emoción aumenta y terminamos sumergiéndonos en una conversación sobre los juegos del hambre. Los chicos pierden el hilo de nuestra conversación, así que deciden ignorarnos.

Los comentarios de hate de Emma cesan y solo somos nosotros dos opinando sobre Snow.

...
Holaa ¿Cómo están? No estoy muy satisfecha con el capítulo de hoy, lo edité mil veces. Pondré empeño en que el siguiente sea mucho mejor.

No soy muy buena escribiendo las primeras conversaciones entre personajes, porque hasta en al vida cotidiana soy malísima. Así que me costó.

¿Qué perspectiva prefieren hasta ahora?

Total, gracias por el apoyo. 🫶🏼❤️ Seguiré intentando mejorar.

𝐋𝐈𝐍𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇𝐎𝐔𝐓 𝐀 𝐇𝐎𝐎𝐊 - Rafael Federman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora