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Es difícil concentrarme en algo cuando Juliana no deja de mirarme

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Es difícil concentrarme en algo cuando Juliana no deja de mirarme. Sus ojos me buscan todo el tiempo y me vuelven imposible la búsqueda de un libro en la gran librería a la que entramos.

Después de terminar de prepararme para nuestra cita, me encontré con Juli en el pasillo y entre muchas ideas, decidimos salir a comprar nuevos libros y luego a merendar y conocer un poco más las calles de España.

Hoy Juliana lleva una blusa fucsia sin tirantes junto a una falda corta que la hace ver preciosa. Su cabello castaño se ve aún más bonito que el resto de los días por la luz del sol y cae perfectamente sobre sus hombros.

¿Se puede ser más linda?

—Adivina —dice emocionada y sonríe—. Hay una nueva edición de los libros de Harry Potter.

La sobredosis de felicidad de Juliana se me contagia de inmediato. Ojeo los libros y su lindo diseño y luego la sonrisa cálida y el brillo en los ojos de Juli al ver algo que ama, porque Juli de verdad ama Harry Potter.

Solo con ver la felicidad que le provoca tener en sus manos algo que adora, me dan ganas de comprarle todos los libros con tal de que sea feliz y permanezca la sonrisa tan linda que tiene, y lo hago. Ella protesta un rato, insiste y me mira como si se muriera internamente, pero al final se da por vencida.

—Sos lo más bonito que hay -supira y me abraza con cariño. El olor a flores de su perfume me embriaga y aunque no soy fanático de los abrazos largos no me dan ganas de soltarla en ningún momento.

Noto que se aleja un poquito con mucho cuidado y me acomoda el cabello. Su mano toca la mía de manera tímida y posteriormente entrelaza nuestros dedos.

Caminamos un rato por la librería y me cuenta muchas cosas de su vida. Me cuenta que le gusta mucho desayunar medialunas porque le recuerdan a los desayunos en casa de su abuela cuando era niña, que le gusta mucho ir a los partidos de River con su papá porque siempre se emociona a morir, dice que empezó a cocinar y a desarrollar un amor inmenso por la cocina porque su mamá pasaba mucho tiempo en el restaurante donde trabajaba y la forma más fácil para pasar tiempo con ella era cocinando a su lado. Y añade detalles de su relación con su hermano, me cuenta que es una de sus personas favoritas en el mundo y que sin él no podría mantener la estabilidad en su vida.

—¿Ahora a dónde vamos? Estoy seca de tanto hablar y me empieza a matar el hambre —comenta y miro hacia los lados. La calle donde estamos está llena de tiendas y pequeños puestos.

—¿Te parece caminar sin rumbo hasta encontrar un lugar donde no haya gente fumando?

—Banco.

Mientras más avanzamos, más lindos son los lugares, lo cual es una bendición teniendo en cuenta que antes habíamos estado pasando por callejones donde fumaba gente vestida con un montón de capas de ropa, eso por mí barrio era muy mala señal.

𝐋𝐈𝐍𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇𝐎𝐔𝐓 𝐀 𝐇𝐎𝐎𝐊 - Rafael Federman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora