Justo cuando estaba a punto de llevar a YoonGi a otro intenso orgasmo por mensaje, mi teléfono se apagó.
—¡Mierda! —Pulsé todos los botones que pude para ver si se me había dormido. Nunca se me moría tan temprano, por mucho que lo usara.Y entonces me acordé que me había olvidado de enchufarlo la noche anterior cuando lo había puesto boca abajo en mi escritorio.
Mierda.
Me levanté del sofá de la oficina semidesnudo y me subí los pantalones del traje para volver a vestirme antes de cruzar al escritorio y conectar el teléfono. Antes de que volviera a encenderse, hubo un golpe en mi puerta.
Después de vestirme y comprobar que estaba completamente arreglado, quité la perilla de la puerta y la abrí de golpe.
Jimin me entregó un café y una tarjeta de negocios.
—SeokJin Kim dejó su tarjeta para ti. Dijo que tenía que llegar a otra reunión pero que te vería en la cena de esta noche.
Le recibí el café, pero no la tarjeta.—Quédatela. No la necesito.
Tras una fracción de segundo en la que me pregunté por el abogado que había pasado la tarde encantando a YoonGi, cambié de opinión.—Pensándolo bien —dije, extendiendo la mano—. Si la quiero. Gracias. ¿Has tenido suerte con la reservación?
Su cara se iluminó con una sonrisa de satisfacción.
—Por supuesto. Ahora soy la nueva mejor amiga de Matteo, el del podio de recibimientos. Tendrás que darle las gracias de mi parte cuando te sientes. Además, le debes 500 dólares en efectivo. Por cierto, él recomienda el especial de risotto de calabaza de esta noche. Si creyera que te preocupas por mí, te rogaría que me trajeras comida para llevar después de la cena.
Pensé en lo que preferiría hacer después de la cena, y no tenía nada que ver con el risotto o con Jimin.—Por suerte para mí, no me importas en absoluto —dije con voz seca—. Estás por tu cuenta con la cena.
Volvió a poner los ojos en blanco y se dio la vuelta para irse.
—Lean Cuisine para uno otra vez. Tal vez calentaré dos y dejaré que Pebbles coma un poco esta vez. —murmuró mientras se alejaba.
Tanto ella como yo sabíamos que su pequeño perrito de cartera vivía muy por lo alto como para comer comidas congeladas, y, por lo tanto, ella también. Lo que ella no sabía era que yo era plenamente consciente de su larga relación con el jefe de cocina de Corton. Si había una mujer mejor alimentada en el Nueva York, yo no la conocía.
Volví a mi teléfono con la esperanza de ver a un YoonGi Min muy desnudo en mi pantalla, pero antes de que llegara, la Dra. Alexandra Shcherbakova, la científica principal de investigación y diseño en el acuerdo de la impresora 3D, asomó la cabeza en mi oficina.
—¿Tienes un segundo?
Me giré hacia ella con una sonrisa forzada.—Sólo uno. ¿Qué necesitas?
—He redactado mis ideas sobre la viabilidad de salir al mercado con la tecnología del Dr. Min hoy mismo y te las he enviado por correo electrónico. Desde el punto de vista científico, mi equipo se siente seguro en seguir adelante según lo previsto.
Estaba feliz de escucharlo, pero no sorprendido. La Dra. Min había estado perfeccionando su tecnología a través de años de trabajo y pruebas con todos los documentos apropiados de revisión con colegas para respaldar su éxito.
—Gracias. ¿Alguna preocupación que quiera que lo plantee por el camino?Se tomó un minuto para pensar.
—Todavía estamos confirmando los detalles de los costes de producción con los consultores, pero parece que todo es como esperábamos. Sin sorpresas.
Ella continuó hablando durante unos minutos, expresando su entusiasmo por el futuro de Jeon con esta tecnología terminada en nuestras manos, hasta que finalmente tuve que cortarla.