Cuando el deseo es más fuerte // RadioApple //

Una historia en el infierno

Érase una vez en un lugar tan resplancedicente gobernado por seres luminosos, los ángeles adoraban en bien y proteger el lugar del mal.
Lucifer era uno de estos ángeles, un soñador con ideas fantasiosas para toda la creación pero fue visto como una amenaza por los ancianos del cielo que creían que su manera de pensar era peligrosa para el orden de su mundo.

Así que Lucifer vio como empezaban a expandir el mundo sin él, en completa exclusión, luego en la tierra crearon a Adam y Lilith iguales como los primeros alfas de la humanidad pero apesar de esto Adam exigía el control, Lilith se negó a someterse ante el y huyó del jardín del Edén.

Atraído por su independencia Lucifer la encontró y los dos soñadores rebeldes se enamoraron, juntos deseaban compartir la magia del libre albedrío a la humanidad ofreciendo el fruto del conocimiento a la nueva novia de Adam, una Omega que aceptó con gusto. Pero este regalo llegó con una maldición ya que el orden que los ángeles llevaban se rompió y el mal halló un camino en la tierra, en el corazón de las personas.

Como castigo a sus actos imprudentes los ángeles desterraron a Lucifer y su amor a la tierra oscura sin permitirle ver el bien que venía de la humanidad y el castigo de volverse un Omega que cada mes sufriría de un dolor inimaginable al encontrarse solo y sin pareja. Avergonzado Lucifer también perdió su capacidad de soñar con la libertad y Lilith próspero con ayuda de sus demonios y cantos creciendo en número, buscando una rebelión.

Amenazados por esto el cielo planeo una medida despiadada, que cada año enviarían un enorme ejército de exterminio para garantizar que el infierno y sus pecadores nunca se pudieran levantar contra ellos. Pero la esperanza de Lilith permanece y paso su sueño a su preciada hija, la princesa del infierno Charlie, una alfa con un corazón bondadoso y lleno de sueños como el del Omega que la dió a luz.

Su amor aunque al principio parecía eterno en realidad no lo fue... Se rompió cuando menos se espero.

Charlie recordaba aquella noche siendo una niña buscando el calor y olor que su padre le ofrecía, salió de su cama para buscarlo, ese día no vió nada raro hasta que empezó a escuchar voces que se hacían cada vez más fuertes hasta que se convirtieron en gritos de la mujer.

–Por favor mi amor ¡No te vayas!_ era la voz de su padre, normalmente era calma pero ahora parecía al borde de la desesperación.

–¿Para que? En este lugar ya no queda nada para mí, ya no ruegues. Te ves patético haciéndolo_ respondió una voz fría y aparentemente cansada junto a fermonas que le causaron desagrado_ Lo nuestro ha llegado a su fin y agradece que te lo estoy diciendo, bien pude haber desaparecido sin dejar rastro, Charlie se quedará contigo.

La mujer salió de la habitación, vió a la pequeña en la puerta y solo sonrió como si se alegrará de que fuera así como si le tuviera piedad a su Padre al dejarla ahí. Ella aunque un poco asustada por el aroma tan fuerte a rechazó de su madre se metió en la habitación, ahí estaba el hombre que le contaba cuentos y la arrullaba para conciliar el sueño, derrumbado prácticamente de rodillas en la alfombra, sollozaba... Así que la pequeña recordó lo que él hacía, se acercó y lo abrazó, el otro reaccionó casi de inmediato y la cargó para llevarla a su habitación. Esa noche se quedó en la misma habitación.

–Estaremos bien hija mía_ susurraba limpiándose los ojos por los que no paraban de salir lágrimas, a ella le dolía verlo así y se prometió que haría que volviera a sonreír como antes.

Al principio buscaba a su madre y la esperaba pero con el pasar de los meses se resignó a que ella no volvería por su propio pie, podía ver a su padre luchar contra su instinto Omega de buscarla. Cuando por fin Charlie fue capaz de comprender el motivo de la separación de sus padres le fue más sencillo olvidarse de ella, en su corazón no existía el odio pero si una profunda decepción de que ella no fuera más clara en el momento en que dejo de amar ser parte de la familia Morningstar, de ser la reina del infierno y de anhelar algo más grande cuando ahí no había más opciones.

Su vida no fue la mejor pero algunos años después de que su padres se separaran decidió emprender por si misma su vida y su plan de hacer salir de su encierro a su padre pues todo lo que había probado no le había funcionado para nada. Comprendía que estaba dolido todavía pero era momento de que dejará atrás eso y se enfocará en otras cosas más allá de sus patitos de goma y sus noches de llanto, un llanto de amor que no cesaba hasta quedarse dormido.

Al pasear por su ciudad natal pudo ver como todo era caos, omegas y alfas en cada esquina vendiendose a si mismos al mejor postor como si no valieran nada, drogas, muertes, guerras por el territorio. La palabra lo describía a la perfección era un total infierno, pero entre toda esa maldad conoció a alguien maravillosa y que le hizo tener fé en que los demonios podían llegar a ser buenos, Vaggie era su nombre... Su segunda inspiración para crear un hotel en el que las almas desamparadas pudieran llegar a descansar y redimirse para llegar al cielo.

Era consciente de que los más débiles los omegas en su mayoría eran desaparecidos y asesinados sin piedad. Esto la hacía pensar en su novia y en su padre, quizá a él le agradaría estar en un lugar con más gente para no centrarse solo en un tema.

–Si, esta decidido. ¡Este hotel será un éxito!_ dijo con una gran sonrisa que no era típica en alguien del infierno pues contenía verdadera esperanza.

–¿Y cómo se llamará?_ preguntó Vaggie viendo su entusiasmo característico, admiraba su determinación y su energía.

–¡El Happy hotel!_ la otra hizo una mueca casi imperceptible pero asintió, estaba dispuesta a ayudarla a cumplir su sueño desinteresado hacía los que no lo merecían, aunque ella mejor que nadie sabía que había excepciones.

Así fuera una idea descabellada para la mayoría aún podían atraer gente y quizá al propio soberano que no la estuvo pasando tan bien.