5

157 16 6
                                    

Estancada.

Así había estado su búsqueda de Tamayo y de Yushiro por casi dos meses.

Su mejor pista sobre su paradero seguía siendo Tokio, ciudad en la que apenas había estado debido a su trabajo como cazador de demonios. Siempre le llegaban misiones de pueblos y urbes cercanos. La última había sido cerca de Yokohama, a casi 30 kilómetros de distancia .

Kotae tampoco había sido capaz de hallarlos por su cuenta por mucho que había sobrevolado la ciudad en su búsqueda, a pesar de que los cuervos Kasugai tenían un buen sentido de la orientación y eran muy buenos rastreando personas.

Era muy probable que el poder ilusorio de Yushiro se lo estuviese complicando.

Aunque también podía ser que no se encontrasen en Tokio, ¿Y si eso era lo que estaba sucediendo? ¿Se iba a quedar allí anclado por seis o siete años más hasta que ellos se mudasen? ¿Ese era su plan?

Cuando había pasado poco más de dos meses recibió una carta por parte del cuervo hembra de Sabito llamada Kawaritai. A él ni siquiera se le había pasado por la cabeza escribirle.

Se la desenredó de la pata y el cuervo se posó en su hombro.

La carta estaba fechada de hacía 16 días y en ella le contaba que todavía no había conseguido dominar ninguna de las seis posturas del aliento de hielo. Para lo único que le había servido ese tiempo en Asahikawa era para aceptar que necesitaba expresar lo que sentía, sobretodo sus sentimientos de rabia, o de lo contrario acabaría saliéndole una úlcera en el estómago.

Dobló la carta cuando terminó de leerla y Kawaritai se revolvió inquieta sobre su hombro.

— ¡Escríbele una respuesta la esta esperando! — le dijo el cuervo.

— ¿Una respuesta?

— ¡Claro! ¡O no parará de preguntarme cómo te he visto! ¡Si te he visto bien, si tienes alguna herida! ¡Escríbele!

¿Y qué iba a contarle? ¿Qué él tampoco había conseguido hacer ningún progreso? ¿Eso ayudaría a Sabito en algo? ¿Qué tal vez debería ir pensando en que lo mejor que podía hacer para encontrar a sus aliados era tratar de recorrerse Japón en uno o dos años y si eso no funcionaba pasarse los siguientes en Tokio?

Lo peor era que hasta la cobertura de áreas de Kotae estaba limitada, no podía alejarse demasiado tiempo de Tomioka porque necesitaba seguir entregándole misiones.

— ¡No me moveré de aquí hasta que le escribas! — Insistió Kawaritai.

Aquello le dio una idea:

— Es cierto, Sabito no está haciendo misiones. No tienes que volver enseguida. Puedes quedarte.

Kawaritai ladeó la cabeza ante su extraño comentario.

— Volver tengo que volver. Le dará algo al chico si comienza a pensar que estoy tardando tanto porque no te he encontrado y es porque te ha pasado algo.

— No, no me refiero a eso... Tengo que pediros un favor. Necesito que me ayudes en mi búsqueda.

Escribió esa misma tarde una carta a Sabito con Kawaritai todavía sobre su hombro. Fue conciso, apenas escribió tres líneas y dos de ellas eran pidiéndole que le prestase a su cuervo para que le ayudase a encontrar a Tamayo y a Yushiro.

— ¿Tú sabes la distancia que hay entre Tokio y Asahikawa? Eso no es una carta que vale 16 días de viaje. Vosotros los humanos aún tenéis suerte que vais en ferry y tren, pero yo tengo que comerme los kilómetros que hay uno detrás de otro.

Giyuu observó lo que acababa de escribir. No solía escribir cartas, rara vez lo hacía y de las pocas que se acordaba habían sido dos dirigidas a Urokodaki. La primera había sido para comunicarle que se había convertido en el pilar del agua y la segundo había sido poco después de haber encontrado a los hermanos Kamado para pedirle que entrenará al chico.

Vuelta a la casilla de inicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora