10 Ethan

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Me despierta el rayo de luz de la ventana de mi habitación. No me quería levantar, no había podido dormir desde aquel beso, aquel maldito beso. No debería haberla besado, esto lo complica todo. Nunca he tenido una relación, solo líos de una noche y no quiero hacerla daño. Cuando me decido levantar, oigo como Kira viene corriendo hacia mi habitación.                                   –Hola pequeña –la saludo mientras me tumbo en el suelo con ella.                                               Me encanta mi perra, ese color blanco que por arriba oscurece hasta llegar al tono canela, esos ojos marrones y esa sonrisa que siempre hace que yo también sonría. En ese momento mi móvil empieza a brillar y vibrar con una llamada entrante.   
Leah.   
Mierda, no quería hablar con ella, no quería pensar en el beso de ayer, no quería hacerle daño. Pero ahí estaba, mi móvil vibrando por ella como lo hizo mi cuerpo al besarla.                             Y entonces respondí. 
   –Hola...–me saluda Leah con algo de vergüenza.
   –Hola Leah...–la saludo con el tono de voz más frío.
Tenía que decirla que no estaba bien, que el beso de ayer no tendría que haber pasado, que de alguna forma no quería que hubiera sucedido, pero mi corazón me lo impide, porque los dos sabemos que no es verdad, deseaba besarla, cada instante, pero complicaría tanto las cosas...       
   –Respecto a lo de ayer...–empezó.
   –¿Qué pasó ayer? –me intenté hacer el loco.
   –Lo del beso, yo... 
   –Sí, lo sé, no querías que sucediera eso, lo entiendo, yo tampoco quiero complicarlo todo –terminé por ella.
   –Sí, sí, justo eso venía a decirte –su respuesta me pilló por sorpresa, no sabía que ella también pensaba eso.
 Y aunque por una parte me alegra, por otra me entristece.
   –¿Venías a decirme algo más? –le pregunté, porque aunque me gustara que las cosas fueran fáciles, no podía pensar que para Leah el beso no significó nada.
   –No, oye Ethan mañana nos vemos, que no puedo hablar ahora...–y así sin más a mi corazón le dio un vuelco. Leah me hacía sentir cosas que nunca había sentido con nadie más, eso era lo que me daba miedo, aparte de hacerla daño.
   –¿Ethan? –preguntó, al darse cuenta de que no contestaba. No me salían las palabras, en ese momento me bloqueé y ella colgó sin esperar una respuesta.               En ese momento me levanto del suelo, para ir a desayunar, cuando veo como mi hermano pequeño está jugando con mi hermana.
   –Hola Sarah                                       –Que cara me llevas Ethan...¿estás bi- –no la dejé acabar la frase desapareciendo escaleras abajo.                                                   Al final esta mañana decidí no desayunar, no tenía hambre, después de todo. Minutos más tarde, me encuentro enfrente de la puerta de mi casa para ir al instituto, no quería llegar tarde a la charla de la excursión de mañana.                                                                                                         Una vez llego al instituto, voy directo a la clase de Oratoria. Entro rápidamente para sentarme en mi sitio de siempre, al lado Leah, lo que me tenía un poco nervioso volver a verla después de lo sucedido.
Cuando la clase estaba a punto de empezar llega Leah con la respiración entrecortada, en el momento que se sienta a mi lado me saluda, para luego sacar su botella de agua y empezar a beber aceleradamente, pero cuando entra el profesor a clase, Leah se atraganta con el agua, para segundos después empezar a toser, cosa que me hace reír. 
   –No te rías idiota, mejor ayúdame – me dice Leah.                 Después de que lo pidiera le doy unas palmaditas en la espalda.
   –¿Mejor? –le pregunto.                     –Si, gracias –me dice                       Después del incidente, todo se calmó entre nosotros y yo ya no me sentía nervioso cuando estaba cerca.                                                                                                              La clase pasó rápidamente y lo único que hicimos fue teoría. 
Cuando estaba de camino a mi siguiente clase me encuentro con Naya. 
   –Hola Ethan ¿Cómo estás? –me dice alegremente.                                 –Bien Naya y ¿tú qué tal? ¿Sabes algo de lo de la excursión de mañana? –le pregunto.                  –Si, el director va a hablar con nosotros hoy antes de irnos y nos informará de todo.
    –A bueno está bien.                          –Si, estoy muy emocionada, estoy deseando que sea mañana y estar en la misma habitación que Nara y Leah. 
   –Creo que los grupos los podemos hacer nosotros –le digo alegremente, Naya me iba a decir algo más, pero somos interrumpidos por el timbre, lo que nos hace dar cuenta que llegamos tarde a nuestra siguiente clase.                                   Los dos empezamos a correr para llegar a la clase de Teleco, pero cuando estábamos por llegar Naya se tuerce el pie y cae al suelo, cuando veo que empieza ha hacer muecas de dolor, yo aceleró el paso y me acerco lo más rápido posible. 
   –¿Naya estás bien? –le digo con un tono preocupado en la voz.         –No me duele mucho el tobillo –me dice haciendo muecas de dolor.                                                     –Ven que te acompaño a la enfermería –le digo, para luego tomarla en brazos y empezar a caminar hacia enfermería.
Cuando estábamos de camino nos encontramos con Leah que nos mira con cara de preocupación al ver a Naya retorciéndose del dolor. 
   –Ethan, ¿Qué le pasa a Naya? –me dice preocupada.                         –Estábamos corriendo para ir a clase y se torció el tobillo –le cuento.                                                   –Vale os acompaño –nos dice, para luego seguir con el camino a la enfermería.                                 Una vez llegamos a la enfermería, el doctor empieza a ver el tobillo de Naya. 
   –Por suerte no tienes nada, por ahora solo te va a doler por el motivo de que te doblaste el tobillo, lo único que te recomiendo es estar en reposo hoy, para que mañana puedas ir a la excursión perfectamente –nos dice el doctor.
   –Bueno Naya, por lo menos no es nada grave, vamos que te llevo a casa, ¿Leah te quieres venir? –le digo levantándome de la silla para llevar a Naya a su casa. 
   –Si, esperadme a la salida, que voy a por mis cosas –nos dice, para luego salir de la enfermería.   
Una vez estábamos en la puerta de la salida nos quedamos esperando a Leah, pero estaba tardando demasiado, cosa que me preocupaba. 
   –Nara, ¿no crees que Leah está tardando? ¿Crees que le ha podido pasar algo? –le digo a Nara, que estaba sentada en un muro.                                                     –Si, yo también me estoy preocupando, ¿Por qué no vas a buscarla y yo me quedo aquí? –me dice. 
   –Vale, te prometo que no tardo –le digo, para luego salir corriendo a buscar a Leah.

                        Leah

En el momento que voy a la salida en busca de Ethan y Naya, me choco con alguien.
   –Perdona, perdo- –paro de pedir perdón al saber de quien se trataba.
   –Hola Leah –me saluda Damián –veo que no me haces caso en lo de alejarte de Ethan eh.
   –No, ni lo pienso hacer –le contesto mientras él me dedica una sonrisa pícara –sinceramente prefiero alejarme de ti.
   –Dudo que quieras alejarte de mí –me dice el muy creído –por cierto, ¿qué haces que te vas tan pronto? –me descubre.
   –Lejos de ti –le contesto mientras me doy la vuelta para irme, pero en ese momento me sujeta de la muñeca y me atrae hacia él.
   –Mañana es la excursión –me recuerda –y mi novia no va...a ver qué pasa entre nosotros...–me vuelve a mirar con esa sonrisita en su cara. Será pervertido.
   –Nada, ni mañana ni nunca –le digo.
Nunca estaría con él ni me liaría, es que hasta pensarlo me dan escalofríos.
   –No mientas Leah, si sé que te encanto.
   –Me encantaría darte una ostia en la cara, eso me encantaría, idiota –le intento asustar, pero lo único que conseguí es que se riera.
   –No creo que lo hagas bombón –me dedica una sonrisa desafiante.
   –Yo sí lo haría Damián –le dice una voz detrás de mí.
   –¿Qué? ¿ya traes a tu perrito? –me pregunta mirándolo a él.
   –Vete si no quieres quedarte en casita en vez de ir a la excursión –le avisa Ethan a Damián.
En ese momento Ethan llega a nuestra altura, lo sé porque noto su espalda pegada a la mía.
   –Voy a ir a esa excursión, pienso quitarte a esa zorra, asúmelo –le dice, intentando provocar a Ethan.
   –No voy a caer en tu juego, Leah no caería tan bajo –le dice –en todo caso zorra tu novia que sabes que le gusto y sigue contigo.
En ese momento oímos el timbre que indica la siguiente clase.
   –Damián!! –le grita Chelsea desde la puerta de su clase –vas a llegar tarde.
   –Ya voy –le contesta –esto no va ha quedar así Leah.

En el momento en que se va, noto como Ethan se separa de mí.
   –Vamos, Naya nos espera –me dice con voz ronca y seria.
   –No te enfades, no merece la pena.
   –No es por eso.
   – y...¿por qué es? –me tomo la libertad de preguntar.
   –Por la excursión, no se si voy a ir –me responde.
   –Tienes que ir, no se que me va a pasar si no estás ahí.
   –No te separes de Naya y Nara y no te pasará nada –me intenta poner solución, pero yo quiero que vaya.
   –No.
   –No ¿qué? –me dice enfadado.
   –No me sirve esa respuesta –le digo también empezando a enfadarme.
   –Y ¿qué te digo Leah?, ¿no es mi problema? –me grita.
   –No me grites...
En ese momento aparta la mirada y vuelve a andar, lo que me hace dar cuenta de que nos habíamos parado.
   –No quiero ir si no vas tú –le digo la verdad.
   –Ese no es motivo para no ir, Leah –me dice.
   –A que el mio no es motivo pero el de no ir por el beso, si es ¿no? –le acuso.
   –No es por el maldito beso de mierda Leah, que fuera tu primer beso y te afecte no es mi problema, porque el mio no lo es, me beso con quien quiera, a la hora que quiera y las veces que quiera, no te pienses que para mí significó algo –me suelta gritando.
   –¿Sabes? en realidad te pareces demasiado a Damián –le digo mientras que intento que no se me salgan las lágrimas de los ojos, pero fue en vano, porque mientras le gritaba, yo lloraba, pensando en lo que me advirtió Damián.
   –No tienes ni puta idea de como soy.

En ese momento llegamos a la salida donde vemos a Naya.
   –Si que habéis tardado –lo dice mirando a Ethan –¿qué te pasa Leah? –me pregunta y veo como Ethan aprieta la mandíbula.
   –Alergia.
   –Claro, ya estamos prácticamente en primavera –me dice.
   –Vámonos –nos dice Ethan con un tono serio, mientras se va dirigiendo hacia su Mercedes.
   –Y ¿a este que le pasa? –pregunta mirándome y yo me encojo de hombros.       


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