Nuevas lecciones

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-Bueno director...¿Me puede decir a dónde vamos?-

-Por favor Aida, llámame solo Christopher...no necesitas hacerme venia ni grandes caravanas para dirigirte a mí...más que el director de Phoenix y Maestro de Transformaciones...soy tu tutor personal y tu amigo- dijo Christopher riendo mientras conducía a Aida (quien llevaba una venda en los ojos) de la mano a través de los pasillos de Phoenix. Los alumnos los dejaban pasar felices de ver a su director y a su nueva favorita.

-Jeje, bueno...de acuerdo Christopher...¿A dónde vamos con tanto misterio?-

-Es una sorpresa Aida Starléger...de hecho es una sorpresa atrasada dadas las circunstancias...pero es lo que menos importa ya que al fin estás aquí-

Siguieron caminando hasta llegar a dos pares de puertas de oro, unas al lado de las otras con el símbolo que Aida había visto en la reja de entrada de Phoenix. Cristopher hizo una señal y unas de las puertas se abrieron y condujo a Aida hasta el interior.

-¿Puedo ver?-

-No todavía no Aida...espera un poco- y entonces Christopher alzó su varita y unas cortinas se abrieron iluminando toda la estancia. -Está bien Aida, puedes quitarte la venda, espero que te guste, la decoré yo mismo-

Aida al quitarse la venda de los ojos se quedó sin palabras y asombrada. Era una habitación estupenda con una hermosa cama con dosel largo hasta el suelo, ventanas grandes con cortinas blancas y grandes candelabros de plata y oro colgados del techo que brillaban cual diamantes, también había una hermosa chimenea que daba calor al lugar y una pequeña salita con sillones cómodos decorada con una hermosa alfombra persa y las paredes estaban decoradas con motivos de unicornios, ciervos y ninfas de los bosques y las aguas.

 Era una habitación estupenda con una hermosa cama con dosel largo hasta el suelo, ventanas grandes con cortinas blancas y grandes candelabros de plata y oro colgados del techo que brillaban cual diamantes, también había una hermosa chimenea que d...

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-¿Es mi habitación?- Aida estaba feliz y sin palabras, no creía ser merecedora de tanta comodidad y lujo, y sin embargo Christopher le demostraba que sí lo era.

-Así es...es toda tuya...yo mismo la mandé a hacer para cuando tuvieras 11 años y vinieras a Phoenix, y todavía falta lo mejor- dijo Christopher sonriendo.

- ¿Lo mejor? ¿Qué puede ser mejor que esto? - entonces Christopher pronunció un hechizo y una de las paredes se abrieron de par en par revelando una inmensa biblioteca tan grande y espaciosa, llena de cómodos sillones y cojines donde sentarse. Entonces Christopher volvió a agitar su varita y una de las paredes de la biblioteca se movió revelando un despacho bien equipado lleno de estantes llenos de Pociones de toda forma, color y tamaño más grandes calderos e instrumental de pociones esperando ser utilizados. Aida supo de inmediato que ese despacho era más grande y más equipado que el que había tenido Snape o cualquier otro pocionista en toda su vida.

 Aida supo de inmediato que ese despacho era más grande y más equipado que el que había tenido Snape o cualquier otro pocionista en toda su vida

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La princesa de Hogwarts Sol y Luna: Sol y desiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora