Capítulo 10. +18.

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Diez.

Acuerdo anti democrático.

Estábamos comiendo en la barra de la cocina, mientras un varón me hacía preguntas verdaderamente raras.

"¿Dónde naciste?" "¿Tenés idea de en qué año cayó el muro de Berlín?" "Sí tuvieses que elegir entre el Indio y Skay ¿A quién elegís?" "¿Por qué nunca tuviste sexo?".

-¿Sabes por qué tu mamá es así?.
Me dijo terminando de masticar.

-Ahre, no es que ella siempre haya sido así. No le encuentro una respuesta en realidad, pero sí sé que está muy cansada. Ella no quería ser madre, y cayó siendo madre con un forro que no la quería. Lo bueno es que se hizo cargo de mí económicamente.

-¿Eso es lo que te importa?.

-¿Qué?.

-La posición económica digo.

-Ah, no. O sea, a lo que me refiero es que mi papá no me quiere, pero por lo menos se hizo cargo de lo que tenía que hacer obligatoriamente. Está mal visto decir que no querés a tus hijos, porque se piensa que es tu deber como padre, pero nadie te puede obligar a querer a una persona.

Santiago me observaba con una media sonrisa.
Bajó la mirada a su plato.

- No sé, yo no puedo imaginarme sin amar a mis hijos. Quizás si puedo imaginarme sin ser padre, pero en sí el amarlos no es algo que pueda dejar de hacer.

Acerqué mi mano a la suya para acariciarla, pero se me adelantó y tomó la mía para darle un apretón reconfortante.

-¿Y entonces por qué haces esto?.

Necesitaba saber a toda costa qué era a lo que quería llegar Santiago conmigo.

- No sé, -Suspiró con fuerza soltando mi mano- no creas que sos la primera a la que traigo a mi departamento.
Levantó su plato dándome la espalda. Quería bajarme los humos, pero eso no iba pasar.

-Pero sí la primera que vive en él.
Lo seguí con mi plato hasta la bacha.

- Bueno, si, pero vos sos un caso especial.

Dejamos los platos en la bacha, y Santiago me subió a la mesada

-¿Qué tenés?.
Le pregunté.

-¿Vos tenés idea de por qué estás acá?.

Santiago empezaba a asustarme un poco, pero seguía confiando en él.

- No...
Dije en un susurro.

- Me debilita tu presencia. Que estés fuera, lejos de mi control... me lastima. Quizás puedo desatarme completamente con vos, o me recordas a algo perdido en mi mente, no lo sé. Pero, si sé, que no puedo permitirme que estés fuera de mis manos.

No me veía. Su mirada se dirigía a mis piernas, a lo bajo. Tal vez sentía vergüenza, o tenía miedo de que pensara que estaba loco. Pensar que le faltaban un par de jugadores era lo más lógico, pero ya había dicho antes, que no había más lógica que su lógica.
Lo entendía completamente, porque yo no me sentía preparada para estar fuera de sus manos.

Santiago Caputo- Inesperadamente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora