Cuatro.
Forro de mierda.
Le pregunté, no sólo por saber cómo es que llegó de esa forma, sino también para clarificar qué era lo que pensaba sobre mí, o por lo menos si pensaba en mí de alguna forma.
Si no me seguía, y no se había visto Crepúsculo como un campeón, no veía explicación lógica.-Mira, María Elena...
- No me quieras engañar,- lo corté rápidamente- yo también me ví esa película, así que a mí no me quieras venir a pelotudear. ¿Me estabas siguiendo?.
-Salí buscandote,- Me miró a los ojos de forma pasiva, casi perdida- no sé, quería verte. Después escuché lo que el pelado trolo ese de mierda gritaba, y algo en mí, algo así como una corazonada me dijo que vos estabas ahí.
No había lógica más lógica que la suya.
Era la primera vez que más allá de la virtualidad, la vez que estuvimos en su casa y las veces que lo ví en su auto no lo sentía lácivo. Era sólo calma abierta. Graciosamente dicho, encerrados en el auto, ajenos del bullicioso exterior.
-¿Y qué pensabas hacer si tan sólo me encontrabas sola?.
Subió la ventanilla del auto.
- No sé... supongo que verte, como hago cada vez que puedo.
Se creó una tensión ambiciosa de tacto. Mi espina dorsal se tensó, mi lengua acarició agilmente mis labios, y la mano de Santiago se acercó sútil, mientras daba un suspiro pesado.
El chavón era naturalmente un cínico, pero, esta vez, y tan sólo por esta vez, estaba siendo la fuente que me transmitía paz.
Su mirada fija y su boca entre abierta me hacían fantasear en lo que podíamos llegar a pasar dentro de éste auto.
Si entre sus labios no había un pucho, quería que estuviese mi lengua.-Santiago...
Susurré.Éste se abalanzó sobre mí en un chape voraz. Se movía acercándose más a mí, mientras con una mano atrapaba el lado izquierdo de mi cintura entre sus dedos, llevándome a su cuerpo y con la otra mano apretaba mi muslo derecho.
Jadee entre sus besos y agarres, mientras mis pezones se ponían duros y mis piernas intentaban apretarse, buscando rose al clítoris.
Pero él no era imbécil, así que decidió encargarse de eso.Entre medio del beso que saciaba las ganas que nos teníamos desde que básicamente casi me choca, Santiago respiraba entrecortadamente sobre mi labio y volvía a atacarme, para intentar con la mano que estaba en mi muslo, colarse agilmente por debajo de mi pollera tableada.
Su lengua se enroscaba violentamente con la mía, baboseandonos mutuamente, en lo que él lograba apoyar su pulgar sobre la parte superior de mis labios púbicos, siendo apenas separados por la tanga negra que tenía.
-Forro de mierda.
Le dije después de que mordiera mi labio.-ah- Soltó un quejido.
Me agarró fuerte del pelo, y empezó a mover su pulgar en círculos muy despacio, en lo que yo me agarraba de su nuca, apretandola, para hacerle saber lo que sentía.
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Santiago Caputo- Inesperadamente.
FanficPermanezco cerca de un árbol roto, sus manos están todas torcidas. Ella me está señalando. Fuí condenado por las luces. Se acerca a mí para verme; habló con una voz que rompió el cielo. Ella dijo: Camina por aquí, hasta la penumbra, "yo te abrigaré...