Capítulo 23.

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Veintitrés.

Nuestra vida va a cambiar por completo.

Ya era el dia tan esperado de la fiesta. Pasaron casi 26hs de que apareciera esa carta.

Dicen que puede ser que provenga de la misma persona que me mandó mensajes. Puede ser algo peligroso, o un chiste de mierda.

Están revisado las cámaras de seguridad para ver si en esas horas alguien subió al piso; les están preguntando a los vecinos si alguno escuchó o vió algo raro por esas horas. Pero nadie sabe nada.

Karina se quedó conmigo desde la noche anterior, y me ayudó con los trámites de denuncia.

Santiago no apareció.

Mi cabeza no da más de tanto pensar y pensar. Estoy agitadicima, pero ninguno de los escenarios en los que Santiago aparece y me rescata se cumple.

-Bueno mi amor. Si, Javier.- La rubia hablaba al teléfono- Dale, nos vemos. Quédate tranquilo que en un rato nos vemos... Cuando llegue la amiguita de Lena...- recorría el apartamento con una taza en la mano. La taza de Santiago.-Bueno, dale, Besotes.

Colgó.

Sé que ella no se merece escucharme enojada, y que seguramente sólo está acá a pedido de Santiago, pero

-Karina, ¿por qué hacen esto?.-Me miró confundida.

-No entiendo.

La observé seria, alterandome con cada respiración.

- Vos y yo no nos conocíamos tanto. A decir verdad nos caímos bien y todo, pero nunca te gustó mi vínculo con él.

- Lena...

Intentó persuadirme como sólo ella sabía hacerlo.

-Kari, con todo el amor del mundo, de verdad. Yo no sé cómo es que estoy parada en éste momento, y hablandote con esta tranquilidad.- Miraba sus ojos, que se cristalizaban con sensibilidad de madre observando los míos cansados- Yo sé que ustedes saben dónde está, y también sé que no me lo van a decir, pero, te pido por favor que me digas ¿Vale la pena seguir esperándolo?.

Estaba al borde del llanto. Mi corazón ya no aguantaba tanto dolor, me tambaleaba entre pensamientos y miedos, pero él no estaba para sostenerme con fuerza.

El cansancio que mi cuerpo y mi mente acarreaban, eran el motivo de mi tranquilidad y todo este tiempo que llevaba pensando, me había dado las herramientas para lograr explicar amablemente lo que me sucedía.

Karina, me entendió y decidió hablarme como mujer; una mujer que sabe lo dificil que es amar a Santiago Caputo.

-Mira María, no es que Santiago no te quiera. Tuvo que tomarse un tiempo para...

-¿Entonces era mentira?, era mentira que ya no me quería, y toda eso que me dijo.

-Puedo decirte que no sé nada de él, aunque la verdad es que- Le cayeron lágrimas, poniéndose roja y quebrando la voz- no lo había visto tan cansado como ahora Mar, casi no lo reconozco. Es como si hubiese cambiado. Y si, si vale la pena esperarlo, porque sé que él nunca te dejaría de querer, pero... vas... vas a tener que esperar y armarte de paciencia Elena.

Santiago Caputo- Inesperadamente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora