Cap 15. Volvemos a ser extraños

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Después de tratar de procesar todo lo que me me había pasado esos escasos 10 minutos que llevaba despierta decidí levantarme, sin ganas y aún con mi pijama puesta bajé a la cocina donde mi padre estaba cocinando, al verme se preocupó y al ver el teléfono en mi mano entendió todo, sin decir nada me abrazó y estallé, me encontraba llorando en los brazos de mi padre como cuando era más pequeña, él acariciaba mi pelo esperando a que me calme, lo cual tardó mucho. Mi padre me dio una taza de té esperando a que eso termine de calmarme, ayudó un poco, intentaba llamar a Victoria pero ella no me contestaba, me sentía tan sola en ese momento, hice lo que cualquier persona perdida habría hecho, me encerré en mi habitación, puse música y empecé a escribir.

No eran cartas, ni cuentos, era una maldita canción, hace tiempo no lo hacía pero ahora era la única forma en la que podía desahogarme, no odiaba a Alexander, por alguna razón no podía hacerlo por más que intentaba, era un cobarde y eso me enojaba pero no llegaba a hacerme odiarlo.

La mañana transcurrió así, yo en el suelo de mi habitación tratando de no llorar más mientras me desahogaba, no sabía qué era lo que seguía, ya no tenía a Alexander y si Mia se enteraba también la perdería a ella, eso me aterraba, ya conocía cómo era Mia, era una muy buena persona cuando quería, por otro lado, también sabía cómo se portaba con la gente que no quería. Podía ir desde mirar mal a la persona hasta inventar cosas sobre ella, me había metido en un terreno peligroso, tenía miedo de lo que podía ser, yo no había actuado bien pero, ella sería peor que yo.

Para la tarde ya me encontraba más calmada, parecía que nada de lo que me había afectado en la mañana me afectaba para la hora del almuerzo, era una vil mentira, aún me dolía, no sabía porque , solo dolía, era como tener un vacío dentro de mí, eso mezclado con la incertidumbre de no saber que pasaría luego, no sabía cómo actuar para mantener todo en paz, no quería que todo se desmoronara de un momento a otro, tal vez lo estaba sobrepensando y no tenía tanta importancia, pero para mí sí lo tenía.

El domingo ignoré los mensajes de Victoria, Mia y Tom, no quería saber nada de ellos, no quería saber de nada en realidad.

El lunes llegó y por más que quise fingir un resfriado mi papá me obligó a ir a clases, sin ganas llegué a mi salón, minutos después llegaron Victoria y Mia, mi mejor amiga me miraba con algo similar a la pena, yo solo le dediqué una sonrisa esperando que entienda que me sentía bien, disimuladamente me dio a entender que estaba para mí, pero, ¿realmente lo estaba?, sentía que no podía seguir confiando ciegamente en Victoria, era mi mejor amiga y siempre lo sería, lo que diga y a quién se lo diría era lo que me preocupaba.

A la hora del receso me estaba preparando mentalmente para lo que vendría, sabía que nos encontraríamos con Alexander en algún momento durante el día, quería estar preparada pero, siendo realistas nunca estaría lista para eso, al verlo se me cortó la respiración, mi corazón se aceleró y toda la valentía que había acumulado durante el día se desvaneció junto con el enojo que había acumulado el fin de semana, no sabía qué hacer así que hice lo que mejor sabía hacer con él, fingir que nada había pasado, que éramos simples conocidos, al final, era lo que ahora éramos. Con una sonrisa lo saludé al igual que a Stella y Alexia, ambas me miraban con curiosidad y Alexander se veía un poco sorprendido por mi actitud, no si esperaba que lo ignore o que lo trate mal por las cosas que pasaron y quería hacerlo pero sería levantar sospechas, sin esperar mucho me alejé con la excusa de querer comprar mi comida, Victoria decidió acompañarme, ninguna de las dos dijo ni una sola palabra y la verdad yo agradecía eso, como de costumbre compré algo liviano para mí y algún dulce para Victoria, al llegar a nuestro lugar me dio sorpresa ver a Alexander junto con Mia, la última se veía muy feliz a su lado, intenté no darle importancia y escucharlo hablar empezaba a irritarme un poco, llegó un momento en el que simplemente dejé de prestarle atención a sus historias arreglando carros, no me importaba en lo absoluto y nunca antes había agradecido tanto escuchar la campana que daba final al descanso y como alma al que se la lleva el diablo salí lo más rápido que pude de ahí, el resto del día pasó normal, aburrido, en realidad, lo único que hacía era meditar sobre la situación, neceistaba nuevos amigos.

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⏰ Última actualización: Apr 21 ⏰

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