El delicado arte de la seducción

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En la atmósfera sofocante del exclusivo club de caballeros, Pokeweed hizo una reverencia exquisita al llegar a la mesa de Tyler, quien esa noche se encontraba solo. Sus compañeros habían partido hacia algún otro club en St. James, y no había sido tarea fácil declinar su compañía sin explicaciones detalladas. Sin embargo, lo había conseguido, y ninguno de los distinguidos caballeros presentes aquella noche había mostrado interés en su presencia, todos preocupados en mantener su clandestinidad.

— Es agradable volver a verlo aqui, mi lord. — saludó Pokeweed, con una voz sedosa y una grácil inclinación.

— ¿Esperaba que regresara? —dijo Tyler con una sonrisa torpe en labios.

— Lo supuse -respondió ella, tomando asiento a su lado —Escuché que preguntó por mi.

— El espectáculo de esta noche ha sido verdaderamente excepcional.

— Transmitiré sus elogios a nuestro gerente, milord. Estoy segura de que quedará satisfecho.

Tyler inclinó su cabeza, casi dándose por vencido.

— Lo que quiero decir, es que usted ha sido magnifica, madamoiselle.

Pokeweed clavó su mirada en él con una mezcla de serenidad e intensidad que la volvían misteriosa sin necesidad del antifaz. La elegancia de su rígida postura y su marmoleada piel, la hacían lucir como una estatua, una Galatea real. Algo extraño — pensó una parte de él— extraño para alguien de su profesión.

— Sin embargo, mis talentos no parecen ser lo suficientes para conseguir que me invite a una copa — bromeó, con el atisbo de una diminuta sonrisa estirando sus labios. — Teniendo en cuenta que la semana pasada fui yo quien lo invitó, seria un buen momento para devolver la cortesía.

Tyler sintió como sus mejillas enrojecidas y en un torpe movimiento, lleno la copa vacía que estaba en la mesa.

Con un gesto meticuloso, Pokeweed alzó su copa en un gesto de brindis silencioso antes de llevarla a sus labios, observando a Tyler con una mirada penetrante mientras bebía.

Tyler, fascinado, observaba cómo sus labios carnosos se curvaban al recibir el vino, cómo su cuerpo se movía con gracia bajo el ajustado corsé. Cada gesto, cada movimiento, era una invitación a la tentación. Con su mirada acarició los que sus dedos no tenía permitido tocar; la piel expuesta de sus hombros, la forma en la que el corsé apretaba tan deliciosamente sus pechos invitándolo a hundir su rostro entre ellos.

— ¿Ha encontrado algo de su agrado en Londres, mi lord?

Tyler regresó su vista a sus ojos castaños. La burla y el descaro bailando en ellos.

— De hecho, si — respondió Tyler, con la voz un poco más grave de lo habitual -he encontrado algo fascinante.

— Entre las debutantes, debo suponer — sugirió Pokeweed con una sonrisa traviesa.

Tyler soltó una carcajada y luego paso su brazo por encima de la butaca, casi como si estuvieran sobre los hombros de ella.

— No hay nada ahí que me interese.

Con deliberada lentitud, Pokeweed colocó su copa en la mesa y se inclinó ligeramente hacia él, sus ojos centelleando con malicia.

— ¿Se considera alguien difícil de complacer, mi lord?

— No diría eso — respondió Tyler con una sonrisa picara — Más bien tengo gustos muy específicos.

— ¿Y cuáles serían esos gustos?

Por toda respuesta, Tyler la recorrió con su vista pero ella ni siquiera se inmutó.

— Tal vez sería mejor que los descubra por usted misma, mademoiselle.

Lady Marmalade #WylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora