Whitechapel

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Tyler sintió como su corazón se agitaba cuando distinguió las calles cercanas al club de Lady Marmalade. Miró a su padre, con su indescifrable gesto molesto y tragó en esfuerzo.

— ¿Cuál es nuestro destino, padre?

— Whitechapel — respondió secamente. Tyler soltó un suave suspiro aliviado. — Lord Addams va a inaugurar una complejo de apartamentos para alcohólicos y prostitutas — gruñó sin disimilar su desprecio.

— ¿Lord Addams? El pertenece al partido de oposición, si no me equivoco.

— Es un alivio saber que te tomas tus deberes con seriedad. Comenzaba a temer que tu único interés fuesen los clubes.

— Padre...

— Lord Addams es... extrovertido, por decirlo de algún modo. Sin embargo, su esposa es muy allegada a la reina.

— Me debo comportar, lo se.

Tyler suprimió la repentina necesidad de voltear sus ojos.

El carruaje se detuvo frente a tres edificios idénticos de tres niveles cada uno. En cuanto bajó, el olor desagradable de uno de los barrios más pobres de Londres lo recibió. No le paso por alto la forma en la que su padre arrugaba la nariz, ni como las personas que los rodeaban los observaban con cierta aprehensión. Cruzaron la calle y los oficiales de Scothland Yard llegaron enseguida a resguardarlos.

No pudo evitar pensar que todo era un tanto excesivo. Seguramente con trajes menos lujosos, podían pasar desapercibidos a esa hora del día. Tampoco tuvo mucho tiempo de pensar en eso ya que Lord Addams llegó hasta ellos con su brazos abiertos de par en par.

— ¡Galpin! Tan puntual como siempre. — su padre le extendió la mano evitando un saludo demasiado cálido — Verán que esta idea es espléndida. Estoy seguro de que podremos alcanzar un acuerdo en la cámara.

— Debemos asegurarnos si la convivencia es posible primero. No todos las personas suelen ser tan civilizadas.

Lord Addams los condujo al edificio y les explicó los pormenores del proyecto. Las familias vivirían en cada apartamento siguiendo estrictas reglas y cada una habia sido elegida meticulosamente para asegurar que solo personas decentes convivirían en ellos. Era necesario ya que los apartamentos más pequeños compartirían baños entre dos familias y tendrían un jardín común entre todos los inquilinos, un lujo que individualmente ninguno podría costear.

El precio del arrendamiento era bastante accesible, pero eran las normas de convivencia lo que garantizaba que solo un puñado de pobladores fueran elegibles y más importante, mantuvieran su derecho sobre la propiedad.

Aunque Tyler había vivido en una cuna de oro toda su vida, no era tan insensato como para creer que todos los seres humanos disfrutaban de las mismas comodidades. Recordaba los rostros llenos de resentimiento y desesperanza de los ciudadanos de París antes de la pequeña revuelta de la que fue testigo. Era diferente aquí, y pensaba que esos proyectos podrían ser beneficiosos para todos.

Al finalizar el recorrido, las dieciocho familias los aguardaban en el jardín. Estrecharon manos y sonrieron hasta que los músculos faciales de Tyler comenzaron a doler, y casi suspiró aliviado al recibir una copa de champán.

Lord Addams dio un emotivo discurso y finalmente brindaron por la prosperidad de Whitechapel y la generosidad de la reina.

— No bebas eso — murmuró Donovan cuando Tyler estaba apunto de llevarse la copa a los labios.

Disimulando su sorpresa y lamentándose, dejó la copa sobre una de las mesas.

— Todo ha sido un éxito — dijo Lord Addams al acercarse — verán como pronto reubicaremos a todas esas pobres personas. Tish organizara una pequeña reunión para celebrar este triunfo, espero que puedan asistir.

Lady Marmalade #WylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora