♥05♥

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Estando acostados en la cama king size que compartían cuando vivían juntos, cara a cara, conversaban de todo y a la vez de nada. Mientras Minghao se llenaba de penetrante aroma de su alfa y el otro lo miraba embelesado.


- No te asustes, Haohao. Mi mamá no hará nada. Sé que está contenta porque por fin será abuela; solo no lo demuestra porque se ofendió por el cómo se enteró. Quizás debí llamarle y decirle que desististe con la idea del aborto y que sí ibas a tenerlo –jugueteó un poco con la almohada que el menor había puesto entre ellos-

- Creo... Solo creo que estoy un poco nervioso –suspiró- sí, debe ser eso.

- Hao... Tus padres tampoco saben ¿cierto? –Xu se sonrojó pero asintió lentamente- Por eso entraste en pánico.

- Sé que ellos tampoco me obligarían a hacer algo que no quiero, ni mucho menos dañarme... Pero... Lo sabes Jun, a mi padre nunca le has caído bien del todo –hizo una mueca- no quiero que mi hija crezca en un ambiente de rivalidad, Jun.

- El rubio fijó su mirada en los brillantes ojos oscuros del pelinegro y sonrió con dulzura para luego negar dulcemente- No será de esa forma. Nuestro cachorro, sea como sea, crecerá donde más cómodo estés, con la compañía que tú elijas y bajo tus reglas –ambos se miraron a los ojos- yo solo estaré disponible para ustedes al 100%, cuando, como y para lo que necesiten. No quiero volver a meter la pata ¿entiendes?


Y Minghao no sabía si fue el reflejo de la brillante luz de la luna que se colaba por las persianas, o si de verdad el alfa tenía la mirada acuosa, pero algo se removió dentro de sí y su lobo lloriqueó exigiéndole darle confort a su alfa. Por lo que extendió su mano hasta la mejilla ajena, acariciándolo con delicadeza mientras dejaba salir más de su aroma.


- Me da mucho miedo perderlos, Hao- susurró con la voz rota y la mirada baja.


Fue una imagen lo suficientemente abrumadora para que, junto a las lágrimas silenciosas que marcaban las mejillas del alfa hicieran que el omega mandara todo su orgullo al carajo. Quitó la almohada que los separaba en un movimiento para acercarse al otro, tomando sus mejillas y juntando sus frentes mientras rozaban sus narices en modo de beso esquimal.


- Deja de decir tonterías, Junhui. Me vas a hacer llorar y al cachorro no le gusta que papi esté triste –el rubio sonrió abrazando la cintura contraria, disfrutando de su cercanía y con el alfa aullando de felicidad en su pecho- No nos vas a perder. Yo... sé que no te di a oportunidad de defenderte y una parte de mi sabe que no me fuiste infiel, que ese es tu trabajo. Pero estuvo muy mal, no me respetaste y tampoco me comentaste de esas escenas... Pero... Sé que puedo confiar en ti, siempre has estado conmigo. Desde mi primera vez hasta ahora, mi primer embarazo, y siempre has sido único y excepcional. No me importa lo que digan los demás, ni siquiera mis padres; solo yo he vivido todas y cada una de estas experiencias contigo y estoy seguro de que serás... no solo buen, sin un excelente padre e incluso un gran alfa si llego a perdonarte.


Wen aspiró el dulce aroma de su omega, el té con leche se estaba convirtiendo en su olor favorito sin dudarlo, un aroma que quería llevar impregnado 25/8 si alargar e tiempo fuera posible. Escondió su rostro entre el cuello y el hombro del pelinegro, dejando así un beso sobre aquella marca que le había hecho hace casi cuatro años por primera vez; provocando un escalofrío en el otro. Orgulloso, se acurrucó allí y ronroneó cuando Minghao le acarició el cabello dejando en el proceso varios besos en aquellos cabellos dorados.


Se tragó la información que escuchó mientras hablaba con su agente aunque la lengua le picaba por preguntar ¿era cierto que iban a comprometerse? ¿Será que él, por ese beso de pocos segundos hizo tanto daño a ese hombre que se acurrucaba entre sus brazos? Se dijo a sí mismo que debía hablarlo con el otro pero ese no era el momento indicado por más que la curiosidad le ganara.


- Bueno ya, alfa descarado. Yo soy el que debe recibir mimos, estoy cargando a nuestro cachorro en mi pancita y eso es una tarea difícil. Deberías consentirme tú a mí.


Y como era de esperarse, luego de un mínimo berrinche Minghao lograba que le cumplieran sus caprichos y ¿Cómo Jun podía negarse a un chico tan bonito? Si designaran al chino menor a buscar los secretos más oscuros de la CIA, lo lograría con su voz dulce y un par de pucheros. Nadie podría decirle que no.


- Está bien, Haohao –el alfa recostó su espalda en el colchón y le abrió los brazos- vamos a consentir a mi familia.


El omega se arrastró hasta el pecho del menor, acurrucándose como si fuera el lugar más seguro del mundo mientras levantaba ligeramente la tela de su pijama para que las manos del rubio quedaran directamente sobre su piel y luego sonrió.


Siendo sinceros, ese si era el lugar más seguro del mundo para él.

Perdóname, HaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora