—¡Por favor, mamá!
—Es que no lo sé...
Ya habían hecho su vida ahí, no podían dejarlo como si nada por irse un tiempo a otro estado. Con gente que apenas conocían, cabe aclarar.
Pero ____ sí los conocía.
—Porfa, mami.
Tratar de convencer a su madre para que se «mudaran» a Puebla no fue algo demasiado difícil. Solo faltó una cena y que hiciera todas las tareas del hogar para que aceptara.
A regañadientes, pero lo hizo.
—Bien, pero no por más de un mes.
Un mes para estar con ellos, un mes para aclarar toda su situación. Era más que suficiente así que aceptó de inmediato.
Pudo ver muy ilusionados a los hermanos, y no entendía por qué no podía compartir su entusiasmo del todo. ¿Tal vez por lo sucedido con Leo? Ya estaban bien, ¿o no? Sinceramente lo veía muy tranquilo con su presencia (DEMASIADO tranquilo), entonces no podía entender por qué no era el mismo caso con ella.
Viajaron un par de días en carreta —lo que le recordó bastante a hace cinco años cuando también iban hacia Puebla.—, pudo hablar con Leo y convivir más con Nando. Aunque fue algo incómodo por todas las personas observando sin un poco de disimulo su cicatriz, también fue muy divertido.
Hasta que se golpeó muy fuerte en la cabeza con un anuncio de madera que no había visto. Tan fuerte, que lloró como un bebé y le dejó un chichón enorme en la frente.
Mientras que Nando no supo qué hacer por los nervios, Leo la llevó a la clínica del pueblo en el que estaban, solo para comprobar que no tuviera nada. Le angustió bastante verla llorar, ¿era extraño preocuparse tanto por una amiga?
Eran eso, pero los amigos no se besan, el argumento más válido del mayor de los San Juan.
—Te juro que estoy bien, ni siquiera me dolió. — reprochó en voz baja, avergonzada por ver a gente muy enferma esperando su turno y ella ahí por una pequeña cosa de nada. Se estaba tensando bastante por tener la atención de los hermanos y de su mamá.
—No lo estás. Lloraste, y hace una hora dijiste que podías oler los colores, con acento francés.
—Ni siquiera sé cómo es.
—No dije que fuera bueno. Mira, es solo para despejar dudas.
Decidió ignorarlo, acomodándose aún más en la silla. Olisqueó el aire, cerrando lentamente los ojos. — Huele tan púrpura...
—¡No, ábrelos! — apresurado se reincorporó. — Dios Santo...
—Me da miedo, ¿de acuerdo? Que si me hacen pruebas para despejar dudas como tú dices, duela.
—No lo hace. ¿Sabes cuántos golpes se ha dado Nando en la cabeza? ¿Sabes lo chillón que es? Nunca ha llorado cuando lo han revisado, estarás bien.
—¿Y por qué te importa tanto?
Leo no podía decirle la verdad. No podía decirle que era porque le gustaba, que le angustiaba la más mínima herida y que lo volvía loco lo necia que era.
Pero sí podía expresar su extrema preocupación como si fuera algo completamente normal.
—Tú me importas. — al verla aún sopesando lo que le estaba pidiendo, volvió a hablar sonriendo suavemente. — Mira, si esto te da el valor, hazlo por Meredith, que necesita a su dueña.
____ lo miró fijamente por unos segundos antes de ceder a regañadientes. No era tan fuerte, en especial cuando se trataba de Meredith y su chico valiente.
—Bien. — justo cuando accedió, la recepcionista la llamó por su nombre, acallando las otras lánguidas voces. Pasó al consultorio con algo de miedo, pero se le pasó al ver que el moreno venía a su lado.
—Por favor dime que son los chilaquiles, me muero de hambre.
Nando se quejó al oír un pitido proveniente de la cocina, sentado en el suelo jugando con Meredith.
—No, es una alarma para ____, no puede estar dormida más de dos horas por el golpe. — órdenes del doctor que Leo estaba dispuesto a seguir al pie de la letra, aunque eso irritara a la rubia. Había sido un tanto difícil por el viaje y la instalación a Puebla, pero era mientras sus invitadas encontraban un lugar para vivir (su madre no quiso ser una molestia). Observó a la joven dormida en la mesa de la cocina, envolviendo sus brazos alrededor de su cabeza. — Mírala, se ve tan en paz. Me da pena despertarla.
—Tan solo no la despiertes con ese cariño vomitivo, ¿sí? Es doloroso para los que no tenemos pareja.
—Cállate...
—¿Y por qué? Es la verdad, da pena que traten de ocultar que se gustan.
—Ya tiene novio. — recordó irritado. Lo que sí que era vomitivo eran esos celos.
Nando rió burlonamente, lo que hizo que lo mirara de reojo.
—Ya no. — mencionó con una sonrisa ladeada.
—¿Cómo? — Leo dejó lo que estaba haciendo y llegó frente suyo en un abrir y cerrar de ojos, totalmente interesado.
—Ella me lo dijo hace unos días, que dejó al tarado porque la traía harta y no sé qué tanta cosa.
—¡¿Y por qué no me dijiste?!
—Se me olvidó. — respondió simplemente.
Lo fulminó con la mirada por varios segundos, pero lo olvidó al volver a lo que de verdad importaba. — Entonces... ¿tengo oportunidad?
—Así es. Y como buen hermano mayor, te ayudaré.
—¿Sí?
—Sí, si ya hasta te ayudé con las flores, chisguete. — de repente, el felino en sus piernas ronroneó, lo que los hizo reír un poco.
—Gracias, Nando...
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✓ ALL OF THE GIRLS, leo san juan.
Fanfic💌 ֺ⭑ 𝐚𝐥𝐥 𝗼𝗳 𝘁𝗵𝗲 𝗴𝗶𝗿𝗹𝘀 (𝒚𝗼𝘂 𝗹𝒐𝘃𝗲𝗱 𝗯𝗲𝗳𝗼𝗿𝒆.) ֶָ ׄ ૮˃̵֊ ˂̵ა ✦🌷 ౨ৎ ❝eres tan linda como las estrellas, como los tulipanes, como esto que siento por ti que no me ha dejado en paz desde que te conocí.❞ ⠀꒪⠀ㅤ۫ㅤ⠀⠀୨⠀⠀♡⠀⠀୧⠀⠀ㅤ۫ㅤ⠀꒪⠀⠀ ...