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—Buena suerte, Leo. — le deseó separándose del abrazo cómodo en el que se habían fundido. Quería más de su calor corporal, tenía frío, pero si quería que el asunto ya se terminara, tenía que dejarlo ir.

—Gracias.

—Suerte, chisguete. — Nando palmeó su cabeza, aprovechándose de que era más alto.

El castaño empezó a alejarse a un ritmo pausado. Nando y ____ estaban nerviosos porque querían que se apurara, pero no podían gritarle que lo hiciera. El castaño observaba la iglesia en la que terminó por lanzar unas cuantas rocas a su interior, para atraer al Chupacabras hacia la trampa.

Cuando la criatura saltó de entre la oscuridad y se movió en zigzag, rugiendo intensamente, Leo se devolvió corriendo, con las piernas temblorosas. Todo fue según el plan, ya que le tiraron toda la fortaleza encima, trabajando juntos al usar su fuerza en conjunto.

Por un momento se quedó en blanco, mirando asombrada como todo se venía abajo, pero Leo la jaló hasta entrar en la iglesia, cerrando las grandes y pesadas puertas entre los tres. Los vitrales de colores se quedaron profundamente grabados en su mente por lo brillantes que eran.

Había una carreta elegante a un extremo oscuro del lugar. Era extraño, como si una persona usara la iglesia como algún tipo de cochera para guardarla. ¿O por qué más estaría ahí?

—Espera, ¿a dónde vas? — preguntó el ex-Realista al ver a su hermano acercarse a la carreta, buscando inspeccionarla. Imitó sus acciones con torpeza, restregando sus manos en sus brazos, en busca de calor.

Había un cartel de papel con polvo colgado en la madera. Limpiándolo con los dedos, se pudo ver a un Merolick más joven, con barba incipiente y una pañoleta parecida a la de Nando.

—Es el viejo ese...

—Se ve más joven...

—¿Qué habrá ahí...? — preguntó asustada, al notar que Leo planeaba ver lo que se escondía detrás del telón. Se cubrió detrás de ambos con las extremidades temblorosas y mucho frío.

Cuando apenas rozó la tela, Merolick apareció de entre la oscuridad y alejó su mano de un manotazo. Retrocedieron asustados.

—¿Dónde están los demás...?

—Muertos. ¡Están todos muertos! — ahogó una exclamación tapándose la boca con la mano, espantada. ¿Era en serio lo que decía, o les estaba mintiendo? — ¿Encontraron el túnel?

Los graznidos de dolor del Chupacabras interrumpió la posible respuesta al estamparse contra la puerta de la iglesia. Merolick les arrojó unas palas y les ordenó comenzar a cavar. Nando siguió hasta que lo encontró.

—¡Aquí está!

—¡Niños! — un hombre a lo lejos gritó, llamando la atención de los cuatro. Los hermanos pegaron una oreja contra la pared, tratando de escuchar más, ella se mantuvo al margen. — ¡Chamacos! ¡Socorro!

Un golpe en seco desvió su atención, quejidos débiles de parte de Nando mientras él caía al suelo. Aquello fue lo que vieron primeramente, luego a Merolick enarbolando un tronco, igual al de ella, pero mucho más delgado y definitivamente más liviano, a simple vista parecía una rama.

Entendió que el hombre los había traicionado. Entendió que los demás se habían sacrificado en vano, sintió el enojo surgir con premura en su interior y no retrocedió. Leo frunció el ceño y se lanzó contra el pequeño hombre, forcejeando entre sí. ____ buscó con la mirada otra cosa que pudiera servirle, cualquiera, aunque fuera pesada. Ella podría con ello.

✓ ALL OF THE GIRLS, leo san juan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora