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—¿Qué hay de desayunar? — preguntó sonriente.

—Son las dos de la tarde.

Su sonrisa decayó cuando se percató de que era cierto (traía el horario un poco volteado), pero resurgió al ver a Leo recién levantado, mirando un punto muerto de la habitación, ido. Hasta que él también la vio a ella, y mostró esa sonrisa que podría iluminar la ciudad entera.

—Estamos comiendo caldo, ¿quieres?

—Sí, muchas gracias. — el menor asintió para pararse a servirle, mientras que la contraria se sentó en la mesa. — Oigan, hoy voy a salir con mi mamá para ir a checar los últimos detalles de donde vamos a vivir por ahora, ¿podrían cuidar a Meredith?

—Claro, no hay problema.

—Muchas gracias, será solo por un par de horas.

Eso estaba bien.

Eran completamente capaces de eso.

Dijo «podrían». En plural.

No debía de haber problema alguno con eso.

¡Oh! ¡Lo hubo! ¡Claro que lo hubo!

—Nando, tú no eres responsable. Déjame ocuparme de su comida.

—¡Solo fue una vez! ¡No sabía que podía morir!

—Exacto... espera, ¿qué?

—Una vez que ____ me encargó a Meredith le di de comer uvas.

—¡¿Le diste uvas?! ¡Nando!

—¡No sabía que podía morir, no me eches la culpa! No sabía hasta que busqué...

—¿Cómo es que mentir es menos indignante que haberle dado de comer algo al gato de tu amiga que pudo haberlo matado?

—No lo es, soy hipócrita. Mi vida entera es mentira. — Nando sollozó. — Por primera vez me estaba cansando de estar con ella así que tomé lo que sea y se lo aventé. — el felino lo miró por primera vez, atento, subiendo las orejas. — ¡Perdóname!

—Bueno, ya, se hizo mucho despapaye, ¿quién la cuidará? Obviamente yo, porque no puedo confiarle esto a un mata-animales.

—Achis, solo fue Meredith, ¿quién más?

—¡Mi conejo Cuco!

—Ah, sí... upsi.

—Eres un caso perdido.

—Mira... — puso su mano en su hombro, suspirando. — Los gatos son buenos oyendo, pero... las personas son buenas escuchando.

—¿Qué se supone que significa eso?

—¡No lo sé, estoy nervioso! ¡Siento la mirada de Meredith juzgándome!

Leo suspiro pesadamente, palmeando su hombro. — Cálmate... hayas matado o no a mi conejo no significa que lo harás de nuevo, los voy a cuidar a los dos.

Nando suspiró.

—Ok, gracias... — se inclinó para tomar al gato entre sus brazos, abrazándolo. Pareció olerle por un momento, lo que iluminó su mirada. — Oye, ¿y si la bañamos?

—¿Por qué? Huele y se ve muy bien.

—Esta puede ser la oportunidad perfecta para impresionar a tu noviecita, y le decimos que fuiste tú.

Ese apoyo de su hermano le estaba dando empuje para seguir con el plan. Nunca lo había apoyado con una niña; no sabía por qué de la nada estaba tan cooperativo, pero no le molestaba en absoluto. Haría lo mismo por él. Asintió con la cabeza varias veces, sonriendo.

—¿Y si voy a comprarle un jabón y un listón aquí a la vuelta?

—Ándale, ve y yo preparo todo.

Tuvieron que haber pensado antes en que no tenían un recipiente para bañarlo, así que usaron una cubeta que se usaba para trapear

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Tuvieron que haber pensado antes en que no tenían un recipiente para bañarlo, así que usaron una cubeta que se usaba para trapear. Sabían cómo hacerlo, ya que de más pequeños solían rescatar animales abandonados a pesar de no tener permiso.

Extrañamente, el felino estaba muy buen portado en comparación a otras veces. Como si supiera lo que estaban tratando de lograr.

—Extraño a ____. — mencionó pensativo, observando a su hermano tallando con suavidad la espalda del animal, sus manos enjabonadas con el champú. Nando era mejor en esas cosas que él.

—Órale, pero si se acaba de ir hace unas horas.

—Ya sé, pero... no sé. — se removió incómodo en el suelo. Era más fácil decirlo en su cabeza. — A veces me siento como me sentí cuando nos fuimos de Veracruz hace unos meses.

—Ay... mi hermano enamorado, qué lindo.

No respondió, lo hizo su sonrojo cubriendo su rostro. Estaba lo suficientemente desesperado como para hablar de eso con su hermano y hacerle caso sobre tratar de impresionarla. Abrazó sus piernas, apoyando el mentón en el espacio entre sus rodillas.

Sí, ¿qué importaba si acababa de salir de una relación?

O que no parecía verlo como algo más y solo como un amigo.

Tenía el presentimiento de que tratar de gustarle iba a salir terriblemente mal.

Cuando remojó al gato y lo secó con una toalla, Leo le colocó con cuidado un listón rosa en el cuello, asegurándose de que no estuviera muy apretado. Suspiró profundamente, muy nervioso. En cualquier momento ella llegaría, ¿qué le iba a decir? Muy seguramente se le trabaría la lengua y no saldrían más que tartamudeos de su boca.

Odiaba sentirse tan nervioso, pero estarlo era un arte. Lo hacía sentirse tan vivo.

Cuando ____ llegó, se paró frente a ella jugueteando con sus dedos disimuladamente. Nando se recargó contra la pared a sus espaldas.

—¿Cómo les fue? — preguntó viéndola suspirar cansada.

—Bien, ya es oficial. ¡Ya tenemos una casa aquí!

—¡Qué buena noticia!

—Sí, admito que me hubiera gustado quedarme más aquí, pero al menos podemos vernos todos los días. ¿Cómo les fue a ustedes?

Una sonrisa surcó sus labios al tiempo que su gato apareció, ronroneando mientras se apegaba a su dueña. Su boca formó una perfecta "o" y se inclinó para sostenerla entre sus brazos.

—¡Meredith! ¿La bañaron? — acarició cariñosamente su pelaje, oliéndolo también.

—Sí... — Nando al estar detrás de la chica le hizo ademanes para que se retractara y se llevara el crédito. Tragó saliva, tartamudeando.  — De hecho fui yo, ¿está bien?

—¡Por supuesto! Muchas gracias Leo, eres muy lindo.

Dejó con cuidado al gato en el suelo y lo abrazó, algo avergonzada. Los latidos de su corazón se dispararon furiosamente contra su tórax, su rostro tomó un color rojo intenso. Temblando ligeramente, le devolvió el abrazo, festejando internamente. ¡Esto era el cielo!

✓ ALL OF THE GIRLS, leo san juan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora