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—No puedes irte.

—Oh, claro que lo haré, Sam.—Dijo Cassy mientras cepillaba su corto cabello.

—No puedes, Cassandra.

—¡Cassy! ¡Mi nombre es Cassy!

Paul gruñó hacia su alfa. La forma en la que se estaba imponiendo frente a su impronta le resultaba desagradable.

—Cálmate, Paul.—Dijo Cassy tomándolo por el brazo.—Ahora vístete porque iremos a la escuela.

Cassy era una chica aplicada e inteligente que no se permitiría perder el año escolar por su gran secreto peludo.

Y tampoco permitiría que Paul lo pierda, aún cuando había faltado a clases poco más de un mes.

— Eres una loba a penas hace ¿Una semana? Aún no sabes controlarte y ...

—Estaremos bien, los chicos pueden cuidarme.—Suspiro.—Y luego debo volver a casa.

— Dios, eres obstinada, niña.

— Tío Billy dijo que podía volver a casa.

—Un solo enfado y fin del juego, Cassy.

La chica resopló.

—Mamá está preocupada y debo ver por ella, Sam, papá está de gira y es mi deber cuidar de mi familia cuando él no está.

Sam la miró fijamente mientras la comprensión lo abrumaba, él la entendía el peso tan fuerte que ella sostenía sobre sus hombros.

—Bien, está bien, pero debes llevar a Paul.

Paul bailó mientras salía del baño.

— Sam, has vuelto a caerme bien.

Cassy sintió su pecho inundarse de calidez y emoción, como cada vez que Paul sonreía desde que se habían imprimado.

Durante los últimos dos días no habían hablado de aquello, simplemente habían pasado el tiempo abrazados sobre la cama de la habitación de Paul compartiendo comida y oyendo las reiteradas disculpas de parte del lobo.

Conocer el secreto y ser parte de él la hizo entender todo pero había algo de lo que Paul había evitado hablar.

La reluciente marca en su cuello que parecía nunca perder aquel color oscuro y le demostraba a los demás lobos que ella era su pareja.

Algodón De Azúcar - Paul Lahote Donde viven las historias. Descúbrelo ahora