Encerrado

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El lugar era oscuro y espeluznante, el aire empezaba a enviciarse dificultandole la respiración. Tenía las muñecas esposadas a un posabrazos de metal que le dificultaba el poder escapar.

Sus cabellos bicolor permanecían pegados a su cabeza debido a la transpiración, respiraba entrecortado y con dificultad. Sus secuestradores lo habían encerrado allí con el único objetivo de torturarlo y dejarlo morir. Y todo para castigar a su padre adoptivo, Naruto Uzumaki.

Kawaki había dejado de intentar soltarse, debido a que había comprobado que era inútil hacerlo. Cuando la oscuridad empezaba a apoderarse de su persona, las lágrimas humedecieron su rostro ya que no quería morir. No así, no ahora que había encontrado a una familia que lo quería y a alguien a quien amar.

Pero al parecer nada podría evitarlo y con su muerte la familia Uzumaki quedaría destrozada. Y todo por culpa de ese sujeto que estaba dispuesto a todo con tal de arruinarle la vida a Naruto.

Kawaki arrojó la cabeza hacia atrás apoyándola en la pared, cerró los ojos sintiéndose mareado y descompuesto. Movía las piernas con suavidad intensa. Transpiraba por cada poro de su piel.

Padre, no te rindas tan fácilmente por favor. Búscame.

Meditaba mientras sentía como sus brazos se le acalambraban debido a la posición. Aún no entendía cómo pudo ser tan idiota al dejarse capturar así.

Luego sus pensamientos se centraron en Boruto, ese rubio tan peculiar que jamás pudo llegar a considerar hermano. Fue recordando los momentos de furia, dónde ambos se enfrentaban continuamente.

De llevarse como perros y gatos pasaron a ser los mejores amantes, luego de esa noche cuando Boruto decidió reemplazar los insultos por besos ardientes y los golpes por caricias intensas.

Aquello era novedoso para alguien como Kawaki, quien jamás había experimentado algo así. Aquello empezó cuando ambos tenían quince años. Habían pasado dos hermosos años juntos. Hasta que el doctor Amado reapareció y secuestró al hijo más querido de Naruto. Kawaki Uzumaki.

Ahora Kawaki solo esperaba una oportunidad más de sobrevivir para volver a los brazos de su amado Boruto, a la protección de Naruto y su hermosa familia. Apoyó su frente sobre sus brazos sintiéndose cada vez peor, más débil. Necesitaba beber y comer.

No supo en qué momento alguien encontró a ese lugar, pero escuchó los pasos de alguien en el piso de arriba. Por las pisadas supo que avanzaba con cautela. La desesperación se adueñó de su ser y quiso gritar, pero la voz no le salió debido a la cinta plateada que le cubría su boca.

Utilizando todas sus fuerzas empezó a patear en un fuerte intento por hacer el mayor ruido posible. Quizás sea su última oportunidad de salir de ese encierro con vida. Pero las fuerzas lo abandonaron pronto, y ya no pudo seguir haciendo más ruido. Sin embargo esa persona que había entrado a ese lugar, ahora se fue acercando a él hasta detenerse frente suyo.

Kawaki podría sentir su respiración a escasos centímetros de distancia de su persona. El extraño se acuchilló y le quitó la cinta que cubría su boca.

-Ayúdame por favor
- Tranquilo - su voz penetró las capas de la casi inconsciencia llegando a su alma misma. Era él - Al fin te encuentro, Kawaki.
- ¿Boruto?

Ambos jóvenes se miraron a los ojos con desesperación intensa.
El rubio utilizó su poder del rayo para romper las esposas de metal que mantenían a Kawaki prisionero. Luego empleó su chakra médico para cicatrizarle las heridas de ambas muñecas y facilitarle otra vez la circulación de ambos brazos anulandole los intensos dolores físicos.

Cuando Boruto finalizó aquello lo abrazó con intenso amor siendo respondido por Kawaki con desesperación.
- Me encontraste Boruto, menos mal que diste conmigo. Un poco más y no habría resistido.

- Jamás permitiré que me abandones Kawaki ¿Entiendes?
- Yo jamás te abandone mi amor.
- Lo sé mi vida, lo sé.
- Amado, ese científico loco fue quien me trajo aquí....

- Lo sabemos. Mi padre y mi maestro lo descubrieron y lo hicieron hablar. Está loco en verdad.
- Odia al Séptimo por negarse a colaborar en su experimento científico para revivir a su hija muerta. Está loco.

- Pero ya no volverá a dañarte más mi vida, ni a ti ni a nadie más - le aseguró Boruto - Ahora salgamos de aquí. Sarada y Mitsuki nos aguardan. Regresemos a casa.

Kawaki pudo volver a Konoha con la ayuda del equipo 7 dónde fue hospitalizado por una semana. Cuando le dieron el alta, Boruto y sus amigos lo aguardaban fuera del hospital.

Allí Kawaki aprovechó para proponerle matrimonio a su amado dorado, quien aceptó sintiéndose intensamente feliz.

Kawaki rodeó al rubio con sus brazos y selló aquello con un beso, mientras Inojin daba vida a mariposas y corazones alados dibujados, para que rodeen a la feliz pareja. Los demás reían y aplaudian. Boruto y Kawaki se juraban amor eterno.

FIN

FIN

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Kawaki x Boruto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora