6) Mundo infestado e infectado

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Gracias a que era amante de la historia, sabia de lo que conllevaba la explosión de una bomba nuclear, por lo que continué a toda velocidad para huir de la radiación de la explosión, el muchacho me dijo que me detuviera para poder ver la nube de hongo y lo ignoré, sabía que era muy riesgoso continuar en las cercanías de la ciudad. Después de casi 10 minutos recorriendo a toda velocidad, le dije al muchacho que calculara si estábamos en una zona segura de la explosión, me preguntó cómo y le dije que usara su dedo pulgar, qué si la nube de hongo era más grande que el tamaño de su pulgar, todavía estábamos en peligro y este me dijo que no, que ya estábamos en zona segura, asi que me detuve, miré hacia atrás. Cuando confirmé que estábamos fuera de peligro, miré a mi alrededor para saber por dónde estábamos, aunque estábamos muy alejados de lo que creo fue la zona cero de la explosión, la noche estaba muy iluminada tras la detonación de las bombas, cerca de nosotros había una granja infantil a la que a veces solía ir con mis amigos cuando estaba en el colegio. Me entró el sentimiento al mirar la granja y recordar esos momentos con aquellos amigos que quizá para ese momento, ya estaban todo muertos. El muchacho se presentó como Johnny y luego me preguntó hacia donde iríamos, no supe que decirle ya que no tenía algún lugar al cual ir asi que este me dijo que podríamos intentar llegar a Toronto en Canadá, aprovechando que estaba relativamente cerca, como a unas 4 o 5 horas de donde estábamos. Me puse sentimental pensando en mi familia y luego algo aliviado por pensar que quizá el infierno ya había terminado, pero estaba muy equivocado... sin embargo, partimos rumbo a Canadá para llegar a Toronto.

En el trayecto hasta la frontera más cercana, (que de por sí era la misma Detroit ya que Canadá está literalmente cruzando el rio) nos topamos con algunas caravanas de policías. La primera nos detuvo y nos preguntó de dónde veníamos, le contamos todo lo que vivimos y los oficiales nos interrogaron sobre todo... conociendo al gobierno de mi país, yo me imaginaba que nos meterían presos o algo así para mantenernos callados, incluso por un momento sospeché que nos matarían, pero no fue así ya que por los mismos comunicadores de los agentes, se les ordenaba dejar a los supervivientes continuar su trayecto, más no dejarlos salir del país, por lo que Johnny y yo tuvimos que elegir otra ruta. Llegamos a Port Huron, otra ciudad fronteriza con Canadá y ni bien llegamos ya sabíamos que cosas malas podrían pasar porque había miles de soldados resguardando la zona, por no mencionar que también ahí, estaban la gran mayoría de ciudadanos que fueron rescatados de Detroit. Esa pequeña ciudad estaba repleta de gente, no había lugares donde resguardar a tantas personas y nosotros estábamos detenidos en una estación de gas a las entradas de aquella ciudad. Le dije a Johnny que la mejor opción podría ser ir a Chicago, pero entonces un soldado nos escuchó y nos dijo que esa opción era peor, porque en realidad fue a esa ciudad a donde se evacuó a los más de 450000 sobrevivientes. Estaba cansado mental y físicamente, por lo que opté por mejor estacionarme en un lugar cualquiera y ahí recostarme en el piso. Johnny intentó contactarse con sus familiares, pero las líneas seguían colapsadas... yo le dije que dejara de llamar tanto porque nada funcionaría hasta que se aseguraran de que todo estaba bajo control, pero él quería igualmente contactarse con sus padres así que le dije que hiciera lo que quisiera y este luego desapareció.

Me deje dormir como por una hora y un soldado me despertó, yo me estaba muriendo de frio y entonces me guiaron a una fábrica gigante del sector donde nos estaban haciendo resguardar a la mayoría de sobrevivientes. El lugar estaba abarrotado de gente, casi ni se podía caminar sin chocar o pisar a alguien, pero como pude me las ingenié para poder acomodarme en un sitio y dormir. En la madrugada me dieron ganas de orinar así que me levanté, pedí permiso a los soldados que resguardaban la entrada y salí a hacer mis necesidades a un árbol cercano. Entre dormido y despierto, medio escuchaba balazos a lo lejos, intenté concentrarme para poder oír mejor y entonces confirmé que lo que escuchaba era eso, balazos. Me sentí algo preocupado, pero me decía a mí mismo que no era lo que yo pensaba, quizá eran los soldados que estaban disparando al cielo para asustar a personas que se habrían puesto en plan fastidiosos ya que solo fueron pocos disparos los que se escucharon. Regresé de nuevo a la entrada de la fábrica y me percaté que de los 4 soldados que custodiaban la puerta, solo había 1... le pregunté a donde se habían ido los demás y él dijo que fueron a ayudar a sus camaradas, ya que algunas personas habían comenzado a crear alboroto. Me tranquilicé y entré de nuevo para acostarme, pero entonces escuché un grito que me puso los pelos de punta, porque no era un grito común y corriente, era el grito que hacían esos infectados rojos. Salí de nuevo y le conté al soldado que aquel grito era de los infectados y este me dijo que no era posible eso, ya que el gobierno habría acabado con todos ellos cuando arrasaron la ciudad con el bombardeo. Yo le dije que sí era posible porque yo estuve en la ciudad antes de que la destruyeran y le advertí que debían encerrarnos adentro y no hacer ni ruidos ni movimientos bruscos porque esas cosas tenían vista de rana y mientras algo no se movía, ellos no lo identificaban.

Rumbo a los polos - el sobrevivienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora