11) Un rato de descanso.

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El infectado rojo se me acercó bastante y comenzó a hacer esa especie de sonido que hacen con sus gargantas y que suena como motor de carro para poder ubicarse a su alrededor, a eso lo llamé como el motor de ecolocalización, yo dejé de respirar y traté de tranquilizarme lo más posible ya que pensaba que quizá si no sentía las vibraciones de mi cuerpo al respirar, podría ignorarme y alejarse, pero ahora que lo pienso, eso fue algo estúpido porque esas cosas quizá y hasta pueden detectar los latidos de una personas si estos están muy cerca de una. Esa cosa una vez que aparentemente me detectó, comenzó a olfatear hacia donde yo estaba, de reojo miré a Maggie y al copiloto, el perro estaba muy cerca de ellos... algo que no llegué a entender hasta mucho después y que contaré más adelante, es el porqué esas cosas cuando identifican a alguien que no se mueve, se acercan con mucho sigilo, es casi como un recurso para poner más tensa a las personas, pero bueno... escuchamos un balazo abajo en la tienda, me asusté y el infectado rojo como el perro también reaccionaron. Esa cosa saltó por encima mío para caer en la tienda y entonces escuché otro balazo y sentí como caía mucha sangre por mis piernas, seguido vi al perro correr hacia mí, aunque no con intensión de atacarme sino de ir hacia el origen del sonido, pero antes de tan siquiera llegar a la puertita para bajar, el señor copiloto le disparó en varias ocasiones hasta matarlo.

El soldado que estaba conmigo esperando en el baño para matar al infectado que emergiera de ahí, fue el que había disparado tanto al flacucho, como al rojo cuando este se lanzó por la puerta de las escaleras. El plan de atacar al infectado que cavaba funcionó y por suerte también pudimos matar al rojo junto al perro, no obstante, seguíamos en peligro porque los infectados comenzaron a golpear cada vez más fuerte las rejas, sabíamos que ya entrarían así que, corriendo el riesgo de que apareciera otro infectado rojo y saltara de nuevo al techo, les dimos la orden a todos de subir a la parte superior del minimarket. Poco a poco las personas fueron subiendo mientras veíamos como las rejas metálicas se iban torciendo cada vez más por los golpes de esas cosas.

La horda logró tumbar las rejas, pero se toparon con todos los exhibidores y mesas tapándoles el paso, por lo que también se entretuvieron unos cuantos minutos sacando todo de su paso, eso nos dio tiempo suficiente para subir a todos, aunque con algo de suspenso ya que se notaba claramente como el piso del tejado se movía mucho, parecía que en cualquier momento iba a colapsar. Las personas estaban muy asustadas porque al subir al tejado, se dieron cuenta de la gran cantidad de infectados que nos estaban rodeando y el riesgo de que la plataforma bajo nuestros pies colapsara, era muy alta, por lo que parecía que teníamos más las de perder que las de ganar.

Escuchamos como esas cosas lograron meterse por la puerta trasera y luego como lograron pasar los obstáculos de la puerta principal, ahora sí estábamos encerrados por completo por esas cosas, bajo nuestros pies y a nuestro alrededor había cientos de infectados sedientos de sangre. Como nunca antes había visto, toda esa gente comenzó a rezar sentados y algunos arrodillados, la desesperación hizo que personas que quizá jamás en su vida asistieron a una iglesia, se encomendaran a un Dios. Por un momento quise hacer lo mismo producto del miedo, pero entonces nuestra salvación llegó inesperadamente.

Escuchamos a lo lejos a un helicóptero, pensamos que quizá habían llegado a rescatarnos, pero no era así porque el helicóptero era pequeño. Uno de los soldados se dio cuenta que los infectados querían meterse dentro de uno de los camiones, lo que indicaba que quizá y le estaban hablando por el radio, pero como todos estábamos en el tejado del minimarket, no había como responder al llamado, entonces del helicóptero tiraron varias bombas molotov muy lejos de nosotros y comenzaron a disparar a algunos infectados para llamar su atención. El plan del helicóptero funcionó porque esas cosas corrieron hacía donde iba la aeronave que, quizá y se los había llevado a todos a unos 500 metros de nosotros. Los soldados se acostaron en el suelo para intentar escuchar si se habían quedado algunos infectados abajo, cuando ya no escucharon a más de esas cosas, abrieron la puerta del tejado y bajaron rápidamente las escaleras para luego subirse pronto al camión del cual se comunicaban. Yo me asomé para verlos desde arriba y entonces los soldados dieron la orden de subirnos a los camiones y largarnos de ahí a otro lugar porque una horda aún mucho más grande se acercaba desde el sur.

Rumbo a los polos - el sobrevivienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora