Seducción.

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Tal vez debí decir que no, tal vez ni siquiera debí pedir participar en esa maldita fiesta. Debí quedarme en la tranquilidad de la habitación dispuesta para mí. No me gustan las personas que me rodean, todos son criminales, de alto nivel para ellos, pero para mí, son la peor de las calañas. Todos deberían estar muertos, y yo no debería de rodearme de ellos.

Camino con pasos lentos, he de mencionar que estoy minutos tardes, porque no me decidía en sí debía bajar. Estaba teniendo una batalla con mi moral. Al final, decidí bajar porque tengo planes.

He estudiado las mafias, he pasado meses estudiando una sola, haciéndolo metódicamente para que no se me pase nada.

Si un hombre importante quiere llevarse, lo que para ellos es considerada una esclava, puede hacerlo. Solo tiene que pedírselo a su capo, y en la mayoría de los casos este cederá. Mi plan es sencillo, necesito llamar la atención de uno de esos hombres, y cuando me saquen de este lugar, será más fácil escapar.

Me vestí sencilla, pero con una forma de llamar la atención. Me puse un vestido blanco que se acentúa en mis curvas, y una máscara de terciopelo del mismo color. Remarca la inocencia. Deje mi cabello recogido.

La fiesta está maravillosa, la decoración abarca colores negros y dorado, los mozos están vestidos de negro con corbatas doradas, y la luz es tenue. Hay varias personas al final de las escaleras, mientras las otras se mueven en pasos lentos por el salón. Mis ojos lo buscan, pero no lo veo y considero que es la oportunidad perfecta para bajar y llamar la atención de alguien.

Soy la única de blanco en la fiesta. Todos están vestidos con colores oscuros, el negro siendo el dominante en la mayoría de personas.

Coloco mis manos en el pasamanos y desciendo en pasos lentos, uno por uno, en movimientos suaves. Conecto mi mirada con un hombre que no deja mirarme, no es viejo, tiene como muchos 35 años y se ve bien, también luce perfecto para el plan, la forma en que me está mirando me lo advierte. No termino de bajar cuando él comienza a acercarse, acechando cada uno de mis movimientos.

Me tiende la mano cuando llego al final, es una invitación muda, la cual acepto posando mi mano encima de la suya, fría. Le sonrío y antes de que pueda decir algo, él me toma la palabra.

– ¿Dónde estaba escondida esta hermosa dama? – Suelto una risita fingida y reviro mis ojos.

– Tan escondida no estoy– Trato de sonar como una italiana, o por lo menos alguien que lo habla a la perfección. El Su sonrisa se extiende, sus ojos oscuros reparan todo mi cuerpo.

– Eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida, y no puedo imaginar verte sin ese antifaz– Su mano viaja a la cuerda, amenazando con quitarlo, pero hago un movimiento con mi cabeza.

– Tienes que ganártelo– Sonríe como si fuera un reto para él.

No tenemos tiempo de decir nada más, porque la música suave se ve interrumpida y cuando miro al final de las escaleras, lo veo a él, pero no esta solo. Una mujer está con él, su mano se pierde en la cintura de ella, y prefiero ignorar ese hecho. Prefiero ignorar todo lo que tenga que ver con ese hombre.

– ¿En qué estábamos? – Preguntó en voz alta y obtengo su atención nuevamente.

– Recuerdo que dijiste que tengo que ganarme el privilegio de ver tu rostro sin esa cosa– Asiento medio sonriendo– ¿Qué puedo hacer para eso?

Deseos Retorcidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora