Los besos que el italiano está dejando en mi cuello me tienen al borde de la locura. Michel se despertó hace rato, y lo único que ha hecho es torturarme con sus besos. Ha besado mi cuello. Y ha creado caminos de húmeda hasta mi pecho.No puedo quejarme; porque lo disfruto. Es relajante. Y divertido en algún punto, como cuando escucho su risa.
Sigue besándome, y cuando llega a mis labios, me sonríe de una forma coqueta que me empequeñece el corazón. Nunca me había sentido así con nadie, y se me hace difícil entenderlo. Apenas nos conocemos. No tenemos mucha confianza. Y estoy bajo su dominio. Su gente me secuestro. Él lo hizo. Y estoy aquí, dejando que me toque y que me domine con sus besos.
Tampoco dejo de pensar en sus palabras. Sobre que era una diosa.
— ¿Pensativa?
— Solo confundida— responde con voz firme, pero sonrió cuando sus labios se colocan sobre los míos, y me da un pequeño beso. Seguido de otro. Se aleja y vuelve, lo hace muchas veces.
No parece el líder de esta mafia. No ahora. Parece más bien un hombre dispuesto a hacer feliz a su mujer, cosa que no soy, pero solo pongo de ejemplo.
— Michel.
— ¿Si?
— ¿Alguna vez tuviste un sueño?
— Todavía los conservo.
Cierro y abro los ojos.
— ¿Puedo saber?
Se queda pensativo, y aprovecho para perderme en sus ojos.
— No.
— Ya veo que eres un aburrido— Me quejo y hago un puchero. Él enarca una de sus cejas. La misma de siempre.
Me rio por mi descubrimiento. Recibo su mirada extrañada y sigo riendo. No es una risa baja. No. Por supuesto que no. Me rio como todos deberíamos reír. Lo hago en altavoz. Mostrando mis dientes y separando mis labios. Mi risa de escucha por el lugar y es terapéutico.
— ¿De qué te ríes?
— Únete y después de cuento.
Se queda serio.
— Vamos. Únete— Trato de hacerle cosquillas, pero se aleja y no puedo detenerme—. No seas aburrido.
— Estoy siendo...
— Shhh— musitó y me levanto de mi lugar. No sé cómo lo hago, pero logro ponerlo debajo de mi, acostado, y entonces me le siento encima—. Ríe conmigo.
— No voy a reír.
— Hazlo— me muevo un poco y sigo riendo, pero más bajo. Veo que su sonrisa quiere salir, pero la está conteniendo.
No lo va a hacer.
— Okay. Entonces dame un beso.
No hay reparo con este hombre, porque no me hizo caso cuando le pedí reír, pero ahora que le pido besarme, lo hace. Me come la boca y me desnuda el alma con su mirada penetrante.
Sus manos se centran en mis nalgas, y tiene la capacidad de controlar todo mi cuerpo desde ese punto. Yo sigo besándolo, con mis manos en su cuello, con la boca humedad y con los oídos activos para escuchar sus gruñidos.
Su boca me consume. Siento que somos como una droga para el otro. Ambos somos capaces de volver adicto al otro, y eso me asusta, pero me está gustando mucho.
Creí que estar aquí sería del todo malo. Pero ha sido una forma de no pensar en las cosas que deje atrás. Ha sido una forma de evitar el duelo. Si solo pienso en sobrevivir, y en escapar, no tengo que enfrentar lo que me espera allá.
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Deseos Retorcidos.
RomansaLara es secuestrada por la mafia italiana, lo que cambiará su vida, para bien o para mal.