ㅤㅤ【奇跡の未来 ▶𝐌𝐈𝐑𝐀𝐂𝐋𝐄 𝐌𝐈𝐑𝐀𝐈】
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【未来 ▶Mirai: Nombre de origen japonés que significa «futuro».】
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La vida de 𝐌𝐀𝐒𝐀𝐘𝐎 𝐘𝐀𝐒𝐔𝐃𝐀 dio un giro inesperado luego de aquella tarde de verano. Ahora se encuentra atrapada en una situación totalme...
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—Ho-hola —respondí con voz temblorosa. Las palmas de las manos me sudaban, y la sensación rara en la boca de mi estómago continuaba presente. Eso sin mencionar el corazón bombeando a tope y el rostro acalorado.
—Eh... bueno, ¿c-cómo has estado? —Hanzo debía medir unos seis centímetros más que yo, y pronto noté que yo no era la única que lo encontraba atractivo, pues las chicas que pasaban por la acera se le quedaban mirando, embelesadas, y luego murmuraban entre ellas.
Vestía de manera semi-formal, incluso llevando la chaqueta desabotonada; aun así, su presencia desprendía cierto aire de sofisticación y elegancia que resultaba un tanto imponente. Sumando a ello su mirada, de un color precioso y que destellaba con un brillo de inteligencia, en mi opinión, el chico lo tenía todo para ser un galán, pero ahí estaba frente a mí, tartamudeando, soltando risas nerviosas y rascándose la nuca, mientras un tenue color rosado pintaba sus mejillas.
—Bien... sí... —Crucé los brazos por detrás de la espalda, tratando de disimular mi creciente nerviosismo—. ¿Qué hay de ti?
Igual, no podía culparlo, dado que mi estado no era mejor. A decir verdad, y aunque era algo que había estado anhelando, volver a verlo me resultaba un poco extraño. No tenía idea de cómo debía actuar o qué era lo mejor para decir. A mi parecer, ya le había dado una primera impresión bastante lamentable, y por alguna razón que en ese momento era incapaz de comprender, lo último que me apetecía era empeorar la imagen —fuera cual fuese— que tuviera de mí.
—Igual... todo en orden, creo. —Volvió a reírse de manera incómoda, y lo siguiente fue un pesado silencio que se instaló en medio de ambos.
Desvié la mirada, mordiendo mi labio inferior mientras me forzaba a buscar un tema de conversación interesante.
El problema era que, pese a haber hablado hasta el cansancio con él la última —y única— vez que nos encontramos, me parecía que en realidad no sabía gran cosa sobre Hanzo. Tenía conocimiento de un par de anécdotas de su infancia que de alguna manera surgieron en medio de la conversación, y también había aprendido cómo le gustaba su café, pero más allá de eso, no lograba recordar ningún otro dato relevante sobre su persona, y entonces me cuestioné sobre qué rayos estuvimos charlando durante tanto tiempo.
De manera que no se me ocurría ningún tema que pudiese resultarle atrayente, porque no poseía la más mínima idea sobre qué le interesaba. Tal vez podría hablarle sobre insectos...
