Si, era una de esas noches heladas y nubladas, dónde dos pequeños dormían acurrucados.
Se había hecho costumbre que durmieran así, no necesitaban que pusieran una cama extra, con él calor del otro les sobraba.
La luna cubría sus cuerpos, que, descansan después de largos días de escuela donde los hacía estudiar, cosa que nunca les gustó.
Iván, estaba despierto, más bien, semidespierto.
Su respiración era calmada, tenia los ojos cerrados, pero estaba consciente de lo que pasaba a su alrededor.
Nunca fue muy bueno para conciliar el sueño, pero obviamente no despertaria al castaño.
Abrió sus ojos, todo estaba muy oscuro, pero se podía ver la silueta de Rodrigo sobre él, durmiendo, con sus cabellos despeinados.
No podía ver sus ojos verdes, pero eso no hacía que se viera menos lindo. Tan relajado y tranquilo, sabía que estaba protegido.
Iván haría lo que fuera por cuidar el suave cuerpo de Rodrigo, por cuidar su limpia mente, su carisma, su humor.
Cada pequeña pizca de Rodrigo la cuidaria como la joya más valiosa de todo el planeta.
Si, el pelinegro sabía que era demasiado pequeño para jurar cosas que no cumpliria, y probablemente se le olvidarian.
Pero, esta era la excepción, Iván juraba con su alma cuidar a Rodrigo, no hacerle ningún mal.
Él ponía las manos al fuego por el castaño, y, tanto amor que a veces lo frustraba.
No sabía expresarse bien, no sabía demostrar lo que sentía.
Que humillado se sentía cuando su corazón casi explotaba de amor por Rodrigo.
¿Estaba mal sentirse así?
— No llores, Ivi, ¿Que ocurre?
Iván sintió que su alma se despegaba de su cuerpo, ¡¿En qué momento Rodrigo había despertado?!
— ¿E-eh? No me pasa nada.
— Me estás mojando mi remera, ¿porque lloras?
Rodrigo lo abrazó, uniendo su cabeza en el cuello de Iván, aspirando su aroma.
Iván suspiro pesadamente, lo abrazó también, cosa que tomo por sorpresa a Rodrigo.
— Nunca me abrazas devuelta, solo en ocasiones especiales
Un silencio los envolvió, no era precisamente incómodo. Varias preguntas estaban en el aire, Iván volvió a suspirar, está vez abrazando más fuerte a Rodrigo, como si en cualquier momento se pudiera ir corriendo.
— Te quiero.. No, no te quiero, te amo, te amo mucho, y me duele.
Iván sollozó, se sentía ridículo, y exagerado ¿Acaso era posible sufrir por amor?
— Yo también te amo.
— Si, pero, para vos es fácil.
Rodrigo lo miró, con esos ojos verdosos que calmaban a Iván ante cualquier circunstancia.
— Me duele amarte tanto Rodri, me da miedo.
— ¿Por qué te da miedo?
— Nunca quise tanto a nadie como vos, me da miedo que te vayas, o que yo te de asco de alguna forma. No sé expresarme, me cuesta, soy tan tonto.
— No eres tonto, eres bonito.
Iván sonrió levemente.
— Además, es normal que te sientas así, yo entiendo que te cuesta, no te voy a presionar y nunca lo haré, yo te quiero tal y como eres, Ivi.
Se abrazaron, Iván no lloraba como antes, solo sorbia su nariz de a ratitos, mientras Rodrigo acariciaba sus cabellos, para calmarlo.
— Puedo escuchar tu corazón.
El castaño tocó levemente el pecho de Iván, sintiendo como su corazón se enloquecía ante el simple tacto de Rodrigo.
Iván negó la cabeza, como si Rodrigo estuviera mintiendo. Aunque sus mejillas coloradas lo delataban.
— Mi corazón te quiere un poquito.
— ¿Solo un poquito?
— Un poquito mucho
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Persiana Americana ! RodriVan (CANCELADA)
RomanceLa madre de Iván compra una persiana, dónde el pequeño, miraba siempre a un castaño con ojos verdosos. Capitulos cortos, aunque algunos no tantos. (Narrador omnisciente)