Iván pegó un salto del susto cuando escuchó el timbre de su casa sonar, estaba solo ¿Quien podía ser?
Suspiró pesadamente, sabia que su mamá no era la que tocó el timbre, ella volvía mucho más tarde.
No estaba vestido, tenía un boxer y una remera blanca, era domingo y no tenia ganas de vestirse.
Finalmente se levantó, bajó las escaleras y abrió la puerta, pero se arrepintió de inmediato al ver a Rodrigo.
Cerró la puerta rápidamente, estaba casi en bolas, no podía dejar que el castaño lo viera así.
— Déjame pasar Iván, te vez lindo.
— Pará, todavía no me vestí
— ¿Y lo malo?
Se escuchó una leve carcajada desde dentro de la casa, Iván agarró las llaves de la casa y le abrió la puerta a Rodrigo.
— Buenos días pelotudito lindo.
— Son las doce de la tarde, Iván.
— ¿Que tiene? Sigue siendo temprano.
Rodrigo rodo los ojos y ambos entraron a la casa. Obviamente el castaño preguntó por su proxima suegra, al ver que estaban solos fueron a la habitación de Iván para ver la tele.
Iván se tiró a la cama primero, luego Rodrigo, el cual se sacó los zapatos y luego se acurrucó junto a el pelinegro.
Vieron la tele un buen rato, estaban dando su programa favorito; Paw Patroll.
— ¿Ya comiste?
Preguntó Rodrigo, al ver que ya era tarde, aún así no tenía hambre.
— Si, desayuné hace poco.
Iván recibió un sonido de aprobación, indicando que lo estaba escuchando y que si quería podía seguir hablando, mientras el castaño pasaba sus brazos por su cuello, abrazandolo.
— Igual no tengo hambre, mi vieja llegará tarde porque empezó a trabajar algunos días de la semana. Me dejó plata así que ahí voy y me compro alguna boludes es la esquina. ¿Vos no tenes hambre?
— No. Seguí hablando nomás.
Rodrigo seguía acomodándose, se puso sobre Iván acostado, haciendo que quedarán muy juntos y abrazados. Le acarició el pelo y la nariz, haciendo trazos de arriba hacia abajo, como un caminito.
— Bueno, sobre lo de mi vieja me chupa medio huevo que trabaje, igual me siento un toque solo en la casa porque hay mucho silencio, lo bueno es que puedo estar en bolas todo el día y no me dicen nada. Lo malo es que para la escuela me tengo que levantar yo solo y me cuesta un montón, me gustaba más cuando ya tenia todo preparado mi vieja, ahora no le da tiempo ni para saludarme.
El pelinegro abrazó de la cintura a Rodrigo, dándose cuenta que este era un momento muy cariñoso y meloso. Ew, de solo imaginarlo le daba incomodidad, aunque con Rodrigo no era así, el podía abrazarlo siempre.
— ¿La llamaron o le dijieron algo a tu mamá por la pelea?
— No, pero cuando llegué a la casa me interrogó porque estaba todo echo pija, y encima con los labios inchados.
Rodrigo se sonrojó, sabía porque tenía los labios inchados. Se habían besado bastante en la salida, cuando venían de regreso a casa.
— ¿Me estás echando la culpa, eh?
El castaño fingió amenazarlo, pero su sonrisa y sonrojo lo delataban.
— Bueno, un poco fue tu culpa. Igual no importa, sos tierno y te perdono.
— Che, che, ¿me parece que andamos medios pollerudos o es mi idea?
— Cállate salame, no es de pollerudo.
— ¿Y entonces porque te comportas así?
— ¿Acaso no puedo? Porque no creo que te guste que sea pollerudo con otra persona, eh.
Rodrigo se cruzó de brazos y lo miró enojado, seguia sobre Iván, lo cual segun el pelinegro lo hacía ver tierno.
No sé imaginaba a Iván con otra persona, y tampoco quería hacerlo.
— Ni se te ocurra, vos sos mío.
— No sabía que era tu perro che, yo no soy de nadie.
— ¿Seguro?
Se acercó bastante, quedando cerca de sus labios, los cuales rozó levemente con los suyos, pero no los besó. Rodrigo pudo sentir como Iván se estremecia ante su tacto, sonrió.
— Bueno, un poquito tuyo soy.
— Vos sos todas las cosas. Sos lindo, pollerudo, mío, canchero y grosero.
— ¿Lo de grosero lo decís por la pelea?
— Si.
— Igual fui solo grosero con el, con vos no soy así.
— Y más vale que no, me gusta que seas más tierno.
— No soy tierno.
— ¿Ah no? A mí me parece que si.
Iván rodó los ojos.
— Que pesado sos, te gusta llevarme la contraria.
— Si, también me gustas vos.
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Persiana Americana ! RodriVan (CANCELADA)
RomanceLa madre de Iván compra una persiana, dónde el pequeño, miraba siempre a un castaño con ojos verdosos. Capitulos cortos, aunque algunos no tantos. (Narrador omnisciente)