19. El rey demonio me invita un café.

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La esperanza en triunfar en esta misión era tan pequeña como el fuego prendido de un fósforo que poco a poco se consume hasta quedar humo.
—Legamos —dijo Luz.
La puerta del castillo estaba cerrado.
—¿Estará alguien adentro? —pregunto Óscar.
—Hay que averiguarlo —dije.
Por una extraña razón, en mi cabeza sonaba una pegajosa canción de Lady Gaga. Lo sé, soy raro.
Respire hondo y mi puño se calentaba con rayos eléctricos que giraban entorno a este. Todo mi puño estaba chispeante con rayos eléctricos.
—¿Es la mejor forma de llamar su atención? —pregunto Luz.
Mire a Luz y a Óscar.
—Apártense un poco —les dije.
Me hicieron caso.
Golpee la enorme puerta del castillo con mi puño eléctrico. El impacto hizo un enorme ruido. El ruido alarmó a los guardias.
—¡Los guardias! —grito Óscar.
Mire a los guardias con mucha decisión. Todo mi puño hizo un enorme rayo que destruyó a todos los guardias de un solo golpe.
—¿Cuáles guardias? —pregunte.
Camine por la alfombra hasta entrar en el castillo. Luz y Óscar estaban detrás de mi, cuidando mi espalda.
Se hizo un silencio.
Se escuchó una voz:
—¡Bienvenidos a mi castillo!
—Es el Rey demonio —dijo Luz.
Caminamos hasta ver a lo lejos a alguien sentado en un trono.
—Soy el Rey demonio —dijo el sujeto sentado en el trono.
Mire el enorme letrero con luces LED que señalaban al Rey demonio con letras escritas: “Este es el Rey demonio”.
Lo miré con desconfianza.
—Veo que si lo eres —dije.
El Rey demonio es un hombre con barba canosa. Ojos marrones. Con unos cuernos pequeños y un traje de cuero color negro. En otros circunstancias me hubiera dado miedo, pero mi misión persistía ante todo.
—Creo que tienen sed —dijo el Rey demonio—. Pueden sentarse para tomar algo.
—¿Tomar algo? —pregunte.
—Si, Ángel Ramos. Te invito a tomar café.
Era raro. El Rey demonio no tenía intenciones en atacar, todo lo contrario, él quería ser buen anfitrión.
—¿Sabes mi nombre? —pregunte.
—¿Cómo no saber tu nombre? Si eres muy famoso. El primer descendiente del dios del Rayo reconocido —contestó el Rey demonio.
—¿Reconocido? —pregunte.
Mire a Luz y dijo:
—Nunca se a presentado algún descendiente del dios del Rayo. Ángel, tu eres el primero.
—¿Soy el primero? ¡Soy el primero!
—Eres famoso no solo por eso, sino por matar a los mitos —dijo el Rey demonio.
Me acerqué a la mesa y me senté. La mesa era enorme y en cada lugar estaba una taza vacía.
—Están vacías —dijo Óscar.
El Rey demonio hizo un chasquido con los dedos y las tazas vacías se llenaron con café.
—Nunca vi algo así —dije.
Mire mi taza de café con miedo. ¿Y si esta en envenenado?
—Toma el café —dijo el Rey demonio—. No tiene veneno.
El Rey demonio sonreía y en su mano estaba una taza de café. El bebía a grandes sorbos su café.
Dude en agarrar la taza de café, pero la agarre. Mi mano temblaba como un terremoto.
—Esta rico —dijo Óscar.
—¿Lo tomaste? —pregunte.
—Esta sabroso —dijo Luz.
—¿Tu también, Luz?
De un trago me bebí todo el café. Tenia un raro sabor…
—Sabe a caramelo —dijo el Rey demonio.
En efecto. Tenia sabor a caramelo.
—Ángel, yo puedo oler el veneno —dijo Óscar—. Y este café no tiene nada de veneno.
—Entiendo —dije.
—Espero que les guste el café —dijo el Rey demonio.
—¿No vas a pelear con nosotros? —pregunte.
—No. ¿Por qué lo haría?
—Mi misión es derrotarte, Rey demonio.
—Se perfectamente cual es tu misión.
—¿Por qué eres bueno conmigo?
El Rey demonio se levantó.
—Ven, loro —dijo el Rey demonio.
Un enorme loro de color rojo vino y se posó en su hombro.
—¿Un loro? —pregunte.
—Me gustan las aves —dijo el Rey demonio.
—Te diré porque soy bueno contigo, Ángel Ramos.
—¿Porqué?
—¡Es tonto! —grito el loro.
—Tu estas secuestrando a mis padres. A mi mamá y a mi papá —dije.
—No secuestre a ninguno de tus padres —dijo el Rey demonio.
—¡Tienes a mi mamá! —grite con furia.
—No.
—¡Tienes a mi papá!
—No. Yo soy tu padre.
Me sentí como un triste payaso cuando escuché esas palabras. El aire me faltaba. Mi respiración se detuvo. Apreté mis dientes con furia. Apreté mis puños.
—¡Imposible! —dije entrecortadamente.
Mi respiración se aceleró.
—No es fácil, Ángel, pero es la verdad —dijo el Rey demonio.
Óscar y Luz permanecieron callados.
Entonces grite de forma desgarradora:
—¡Nooooo!
 

ÁNGEL RAMOS (YA EN FÍSICO).  EL PERCY JACKSON PARAGUAYO. TRILOGIA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora