Capítulo I: Artemis

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El viento susurraba historias como siempre en la ciudad, su apariencia rampante era señal de la tormenta que se avecinaba, nubes grises y gotas de lluvias serían las próximas visitas, aún si el cielo estuviera despejado en este momento. Esta ciudad se llamaba Artemis, un bello lugar donde respira paz y tranquilidad, aquí reside en secreto una de las Gudinder y su respectiva alumna. 

Este reino se llama Khales, es considerado como uno de los reinos más tranquilos que existen en el continente y forma parte de una confederación.

Al respecto, los historiadores relatan que las invasiones a Khales en el pasado eran frecuentes, por eso, un Rey obligó a sus ciudadanos a construir una muralla que delimita el reino, incurriendo en muchos sacrificios; fue llamado héroe, a pesar de haber obligado a su pueblo, también se dijo que el Rey mantuvo su espada afilada para defender a los constructores de ataques enemigos, su hijo y nieto asumieron su rol como defensores en primera línea, a la muerte de su predecesor, hasta la conclusión de la obra.

Los sacrificios del pasado eran las bases de este futuro tranquilo.

Entonces porque una joven con cabello café claro, lacio y largo, suspiraba, mientras sus ojos azules, contemplaban lo maravilloso que se veía la ciudad desde el tejado de una casa, a la par que se preocupaba por lo que le deparaba el futuro, ¿podría tener otro momento libre? A su criterio, esto era lo más cercano a libertad que había tenido en mucho tiempo, por ello estiró su cuerpo y disfrutó un poco más de la vista.

Ella se escondía en dicho sitio, normalmente debería estar oculta en algún rincón oscuro, pero ahora solo pensaba en lo inútiles que eran los soldados bajo las órdenes de su maestra

Su nombre era Rosa Arnefal, la tercera princesa de la Casa Real de Hertia, aunque de poco servía que lo fuera en este sitio, ella era una aprendiz de Gudinder y le ordenaron permanecer escapando por varios días, el objetivo era probar el alcance de sus habilidades básicas: esconderse, huir y luchar.

La chica tenía el corazón cansado, había acumulado un sinnúmero de quejas que no podría expresar con facilidad por su estatus, además si quisiera cambiar algo, su maestra debería dejarle el puesto o morir, ambas opciones eran igual de malas a sus ojos, después de todo, no creía poder soportar la carga de trabajo de una Gudinder.

Los motivos para sustentar sus pensamientos se remontan a sus actividades diarias, mismas que comenzaban con los primeros rayos del sol, iban desde entrenamientos ligeros, tales como una vuelta a la ciudad de Artemis, para lo cual dedicaría alrededor de una hora o más solo para terminarla. Sumado a la rutina de ejercicios con la espada, hasta que sus manos temblaran.

En algún momento la aprendiz preguntó:

· Respetada maestra, ¿Por qué debo agotarme tanto antes de practicar espada?

La maestra, con una sonrisa y su tono paciente le respondería.

· Mi niña, mi querida niña, cada día que te entreno debo llevarte casi al borde del agotamiento, para que no mueras de cansancio en el campo de batalla, nosotras vivimos para la batalla y morimos por ella.

Desde entonces ya no se quejó por lo absurda de la situación, sino comenzó a preocuparse seriamente que su falta de cuidado le privaría de ver a su familia en el futuro.

Cerca del mediodía la aprendiz cumpliría labores administrativas y en la tarde, la misma dosis de la mañana, todo esto sin olvidar los deberes concernientes a la nobleza: reuniones sociales, apariciones públicas, papeles y más papeles, pudiendo estas darse al caer la tarde y noche.

Al terminar el día, solía caer entre sábanas acolchadas y descansar, no tenía tiempo para quejarse dado que el agotamiento físico y mental siempre la golpeaban.

Lo anteriormente dicho solo pasaba en días normales, en otras circunstancias tales como "obligaciones nobles", debían viajar por largas horas, soportar charlas insoportables, sonrisas falsas y acuerdos políticos. Para ella, hablar con los nobles resultaba aburrido, aunque tolerable, sin embargo, en los mismos viajes y cuando el tiempo era libre, su maestra la atacaría con serias intenciones de matar, a modo de juego.

La aprendiz definió como aterrador que su maestra de apariencia dulce y una sonrisa amable, intentara apuñalarla, cortarla, lanzarla por un precipicio, etc...

En fin, la vida de la aprendiz podría ser tan amarga que en más de una ocasión pensó que morir era la mejor opción tras su agotador día normal, lastimosamente no tenía fuerzas para hacerlo.

Entre sus recuerdos distorsionados, hubo una ocasión en que logró esquivar una daga de su maestra. Su primer viaje juntas, para entonces Rose tenía unos 14 años, tenían que cumplir una obligación noble en el sur de Gales. El viaje desde la capital al lugar que irían tomaría no menos de 4 días.

· Maestra ya es hora de descansar.

Diría la chica tras el agotador día de viaje, entonces y tras alistar el campamento decidió dormir mientras su maestra tomaba su turno de guardia, después de todo ya no estaban en la ciudad sino al aire libre y era peligroso si se encontraban con un enemigo. Lo que nunca imaginó que esta sería una nueva experiencia cercana a la muerte, misma que recordaría con cierto orgullo.

La bella maestra esperó pacientemente y llegada la hora del cambio de turno decidió despertar a su alumna de una forma poco convencional, apuñalándola. Era una tradición educar a sus aprendices sin importar el momento, así que circunstancias como viajes eran propicios para ello, justo como ahora.

Poco después y con sigilo, preparó su daga e intentaría apuñalar a su aprendiz mientras usaba "intención de matar", una de las técnicas usadas para abrumar a un enemigo, sin embargo, su alumna dormía plácidamente y cuando la apuñaló, Rose logró esquivar por su mala postura de dormir, ante esto la maestra no tuvo otra opción que suspirar y reír, sonido que con el tiempo despertó a la chica.

La impresión de una daga clavada justo al lado de su cuello no fue agradable para Rose, pero cuando su maestra explicó el porqué, ella sonrió orgullosa atribuyendo tal acto a sus reflejos, por su parte la maestra cayó sobre la verdad del asunto para no herir la autoestima de su amada aprendiz.

De esta manera el recuerdo de Rose esquivando a su maestra se volvió su mayor orgullo y desde entonces es minuciosa para crear trampas de sonido a su alrededor mientras duerme, sin duda era mejor prevenir que disfrutar de un mal rato.

En el presente la situación era curiosa, Rose debía mantenerse oculta por un par de días y escapar de los soldados bajo el mando de su maestra, si ella lo lograba, sería recompensada con un viaja a su reino de origen: Hertia, con esto en mente ella daría lo mejor de sí y por esa razón en las calles se podría ver varios grupos de tres o cuatro soldados patrullando, mismos que para evitar causar inconvenientes a la población se les había informado que estaban realizando prácticas militares, aunque el objetivo real era capturar a la joven Rose.


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⏰ Última actualización: Mar 14 ⏰

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