XIII

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╰┈ VENENO

C.

Con Danilo fuimos a un local de por ahí a comprar unas hamburguesas para comer. Ya había oscurecido un poco y tenía un toque de frío así que me prestó su campera roja.

—Boludo, ¿vos lavas esta campera? —pregunté oliéndola.

Tenía una mezcla de olor a Danilo y otros olores que no pude distinguir pero eran un asco.

—Hace una banda no la lavo, ya sé que tiene olor a culo, che. Deja de hacer esas caras —se rió.

Una chica nos atendió y Danilo le explicaba cómo quería las hamburguesas.

—Pero a una no le ponga' mostaza, a ella no le gusta la mostaza, igual que sean ricas porque tenemos hambre, vi'te —dijo mientras la chica asentía con la cabeza a todo.

Llegó el momento de pagar y el Uru se dijo a sí mismo que la plata estaba en el bolsillo de la campera que yo llevaba puesta. Así que metí la mano para sacar la plata pero se le transformó la cara.

—No, no, yo la saco —metió la mano y sacó todo lo que había.

Me dio la espalda mientras contaba la plata, se guardó una parte y la otra le dio a la chica, de reojo llegué a ver cómo se guardaba otra cosa en el bolsillo del pantalón.

Este pibe anda re raro, loco.

Esperamos unos minutos a que nos dieran la comida. Cuando por fin nos la dieron empezamos a caminar hasta la terraza de siempre.

Tenía una sospecha horrible de él. Yo soy boluda así que rogaba para que solo sea una boludez que yo pensaba. Me prometio que no iba a meterse en la falopa, y espero que esté cumpliendo. Pero empezaba a dudar, algunas cosas tiraban a eso.

D.

Ya sé que soy hermoso, reina, tampoco es necesario que me mire' todo el tiempo —dije dándome cuenta que a cada rato me miraba.

¿Qué decís, salame? Te estoy mirando porque tenés un re moco ahí —se rió.

Sabía que tenía razón porque lo pude sentir. Chasquee la lengua y disimuladamente me lo saqué. Mientras ella se burlaba.

—Ah, ¿so' chistosa? —pregunté mientras le ponía el moco en la cara.

—Que asco, Danilo, la re concha de tu vieja, sos un asqueroso —se quejaba y pasó la manga de mi campera para limpiarse.

—Bueno, reina, eso te pasa por burlarte, ahora bancatela.

Subimos las escaleras hasta llegar a la terraza. Cuando lo hicimos nos sentamos un poco atrás del borde y empezamos a comer.

—Está buenísima —afirmé con la boca llena.

Ella probó la suya y mientras masticaba tenía una cara rara, capaz que no le gustó.

—¿Ta fea? Si queré' me la como yo.

—No, no, está buena —dijo mordiendo nuevamente.

VENENO -Danilo Sánchez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora