8. Ciudad Subterránea y tres nuevos miembros

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• Victoria •

—¿Y yo que tengo que ver ahí? —cerré mis ojos masajeando mi sien, escuchar las quejas de uno de los capitanes tras las nuevas órdenes que teníamos no era algo de mi agrado—

Ir a la ciudad subterránea y traer a tres criminales de ahí, todo ello, gracias a una sugerencia del capitán Smith y que el comandante acepto. Lo que se me hacía curioso es el por que yo tenía que ir, ya tenía suficiente trabajo por terminar.

—La orden ya está y la policía militar solicitó nuestros servicios para capturar a esos criminales, son tan inútiles que no pueden con unos chiquillos de la ciudad subterránea. Si tienen otra duda —alce la mano, quería saber el motivo de mi presencia ahí, pero el viejo calvo me ignoró— no hay nada entonces, fuera de mi oficina, mañana temprano partirán hacia la ciudad subterránea.

Viejo calvo hijo de tu madre y tu padre juntos.

Decidí solo obedecer y retirarme, no sin antes fruncirle el ceño al viejo Shadis. El viejo sabía que tenía trabajo hasta el cuello y me manda a la ciudad subterránea, válgame la redundancia, este viejo me iba a matar de exceso de trabajo.

—Victoria —voltee al escuchar la voz de Hange, no venía sola, el futuro comandante venía atrás de ella—¿También vendrás?

—Así es, pero tengo curiosidad de saber el por que mi presencia es necesaria, ya tengo mucho trabajo por terminar en el consultorio —suspire recargándome en una de mis piernas y cruzando mis brazos—

Dos semanas habían pasado desde esa noche en el bar, habían pasado muchas cosas en esos días. Shadis me dio un consultorio dentro de la legión, en realidad era una habitación que estaba a lado del laboratorio de Hange y ahí pude hacer mi lugar, gracias al cielo y con ayuda de mis amigos pude hacerlo un consultorio en una semana, aunque aún seguía equipándolo para una mejor atención médica. Y una semana después, ya tenía a más de treinta pacientes con sus consultas programadas.

En realidad me sorprendió la cantidad de enfermos que había dentro del cuartel y me pregunté cuál era la razón, si el hospital de la legión queda a tan solo quince minutos. Pero me lleve la sorpresa que esos soldados eran tan perezosos como para aguantar quince minutos e ir hacerse un chequeo cuando lo necesitan, preferían morirse dentro de sus habitaciones. Malditos hijos de su...

—Esos criminales son peligrosos —mi atención se fue hacia el rubio, tenía una sonrisa en su rostro— es por ello que te necesitamos si alguno de nosotros sale herido, yo lo solicite.

La tensión entre nosotros era muy notoria, si no decía nada, Hange se daría cuenta de que estaba comenzando a sonrojarme.

—Con que era eso, está bien. Pero no me meteré en peleas, aunque me vendría bien desestresarse con algo —quería salir corriendo de ahí, ese hombre comenzaba a ponerme nerviosa— entonces, nos vemos en la cena.

—Que te vaya bien Vick, nos vemos después —asentí y me giré a seguir con mi camino—

—Nos vemos Lancrotte —su voz me hizo estremecer, sin embargo. Decidí seguir con mi camino hacia mi consultorio—

El corazón me latía con rapidez y mis nervios estaban de punta, aún recordaba la conversación de esa noche y claramente de esos besos. No era de las ebrias que se olvidaban de las cosas, al contrario, todo aquello estaba bien fresco en mi memoria, pero debía mantener las apariencias y actuar que la presencia del capitán Smith no me afecta, que nada sucedió. Al menos, no dentro del cuartel.

Lluvia Cálida//Erwin SmithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora