3. Una meta y un propósito

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• Erwin Smith •

—Es un primor —escuché a Hange hablar con dulzura, era extraño que hablara en ese tono si no se trataba de sus experimentos con titanes, alce la vista del libro en mis manos para ver hacia la ventana, donde ella tenía la vista—

No tarde en diferenciar una larga cabellera rojiza y brillante, la podría reconocer, Victoria Lancrotte, una de las reclutas que se unió hace dos meses y quien ha acaparado la atención de todos, incluso la del comandante Shadis. Y no era para menos, era una mujer hermosa, lo entendía por parte de los soldados, pero la atención que Shadis tenía en ella, era diferente. Aún tenía que descifrarlo, pero estaba en mi lista de cosas que hacer.

—Victoria Lancrotte, 19 años, viene de Mitras, segunda hija de la familia Lancrotte —dije un poco de la información que leí de su expediente, Hange me miro con una sonrisa— segundo puesto en su promoción, tiene buenas habilidades con el equipo de maniobras y en cámbate, aún le hace falta trabajo en equipo, pero no deja que desear. Es rápida y sigue al pie de la letra las instrucciones

—Una jovencita perfecta, es entendible que acapare la atención de todos dentro del cuartel. Admito que hasta yo me he dejado llevar por su presencia —asentí, lo había notado, hace semanas atrás, Hange comenzó a frecuentarla y pasar tiempo juntas— Se interesó por la medicina y está estudiando arduamente en sus tiempos libres, cree que es importante que médicos salgan con nosotros en las expediciones.

—Lo es, pero sabemos que los médicos que tenemos son pocos y son muy importantes como para ponerlos en peligro. Nos basta que alguno sepa dar primeros auxilios hasta regresar nuevamente a la muralla —volví mi mirada a mi libro —

—Es lo que le dije, sin embargo. Ella a tenido una linda propuesta —no la veía, pero sabía que tenía una sonrisa en su rostro y sus lentes brillaban que daban miedo— Esta dispuesta a ser la primer doctora militar de la legión y salir con nosotros en las expediciones.

Ahora era yo el que veía hacía la dirección de Lancrotte, tenía algo de información de ella y su familia. Por un lado era entendible, pero por el otro se me hacía estúpido.

—La familia Lancrotte desde hace años se dedicaba a la medicina, de hecho, su generación pasada eran médicos y Adriela Lancrotte fue la última en ser reconocida como tal, luego las demás generaciones decidieron dedicarse al mundo farmacéutico y gracias a ello tienen una buena fortuna e influencias.

—Entonces el deseo de ser médico lo lleva en la sangre, es una ternura —expresó mi castaña amiga— pero es extraño, una hermosa chica que tendría una vida muy buena dentro de mitras, ¿Qué hace aquí?

—Es lo que todos se preguntan, créeme. Pero no he escuchado nada en la muralla Sina, todo está muy tranquilo como para que no sepan que una señorita de tan importante familia esté aquí como un soldado y próxima carnada de titán —suspire frunciendo un poco mis cejas —

—No hables así, tengo fe de que cumpla lo que se propuso. Es muy inteligente, incluso me sorprendió en que en unas horas de estudios se le quedaran nombres de huesos y músculos, en un solo día memorizo las partes de el cuerpo humano e incluso hicimos una prueba conmigo y supo dónde estaba cada hueso, e incluso, cada vena y arteria. Tal vez tenemos al genio del siglo entre nuestros soldados.

Medite un poco lo que Hange acababa de decir, si bien era un buen soldados, el hecho de que tenga esa habilidad tan increíble de aprender y memorizar cosas tan complicadas en poco tiempo. Era de admirar.

—Tenemos que observarla de ahora en adelante, tal vez y tengas razón en decir que tengamos a un futuro médico militar entre nuestras filas.

Hange asintió feliz, era la primera vez en tanto tiempo que pasaba algo interesante dentro de la legión. Pero así mismo, teníamos que seguir con nuestros planes y estrategias.
En un mes tendríamos otra expedición extra muros y ya me dolía la cabeza de imaginar cuantas vidas perderíamos, y el plan de una buena organización y posiciones nuevas estaba en marcha. Para así, tratar de no perder a tantos.

Lluvia Cálida//Erwin SmithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora