3. Las cenizas del pasado

894 100 18
                                    

Después de una noche turbulenta, una luz cálida comenzaba a iluminarle el rostro, abrió lentamente sus ojos y se quedó acostado por algunos segundos mirando el techo, hasta que se digno a levantarse de la cama mientras fregaba sus ojos para salir de su somnolencia.

Una vez de pie, se percató que traía una ropa diferente a la qué Isidoro le había regalado. Una camisa blanca, y por alguna extraña razón traía únicamente su boxer adornando su parte inferior. 

No recordaba absolutamente nada de la noche anterior, lo único que sabía era que estaba en el hogar de Freddy porque ya lo conocía. Observo el lugar por algunos segundos buscando sus pantalones negros, apenas los encontró se los puso y salió de la habitación. 

Al salir un aroma super dulce invadió sus fosas nasales, y dejándose llevar, termino parado en la puerta de la cocina. En cuanto llegó allí, se encontró con el comisario, quien parecía estar lavando utensilios y una sartén, en cuando sus miradas conectaron, Gustabo desvio rápidamente la suya, fingiendo que aquel plato con pancakes apilados tenían su total atención. 

Freddy por su parte, rasgo su cabello un tanto nervioso y le sonrió levemente.

— Por fin despiertas, chorbo. Ese sedante que te dió Castro ayer era para dormir hasta a un caballo. 

— Buenos días, ¿Sabes que paso ayer?

— ¿No recuerdas absolutamente nada? 

— 10-5, solo recuerdo haberme caído en el hospital. 

Freddy tomo en mano el plato con los pancakes y los llevo a la mesa de la sala.

Gustabo lo ayudo, y también llevo a la mesa las dos tazas de café. Una vez ambos tomaron asiento, Freddy le ofreció en otros emplatados frutas picadas para acompañar los pancakes. 

Gustabo se sirvió dos pancakes, les puso miel y lleno la parte superior con frutillas picadas, el inspector parecía un niño pequeño. Hacía mucho tiempo que no desayunaba algo así, bebió un sorbo del café antes de comer el primer bocado y una gran sonrisa se dibujo en su rostro .

— ¡Hostias, esto está buenísimo! 

Freddy sin decir mucho disfrutaba de verlo sonreir y desayunar a gusto mientras él solo bebía de su café, después de todo había preparado los pancakes para darle el gusto al rubio. 

En cuanto el de ojos celestes se dió cuenta de la intensa mirada del comisario, sus mejillas se colorearon levemente. 

— Lo siento, me había olvidado lo bien que cocinabas. Pensé que ya te habías olvidado de mis gustos.— Dijo mientras llevaba un pequeño trozo de frutilla a su boca. 

— Recuerdo que me la pasaba cocinandote este tipo de cosas. ¿Cómo olvidarlo después de tanto? 

Un silencio incómodo se formó entre ellos dos luego de lo dicho por Freddy. 

Gustabo siguió comiendo hasta que se acabó el plato de pancakes, y se quedó agustisimo, definitivamente era un banquete para él, después de estar siete días comiendo las galletas secas de la máquina expensadora hospital.

— ¿Crees que me puedas contar lo que paso en el hospital? ¿Y por qué estoy en tu casa? 

— Pues, según Castro, tuviste un severo ataque de ansiedad por pasar tanto tiempo alli.— Bebió lo último que le quedaba de su café y observo seriamente al rubio.— Escúchame, Gus, tienes que volver a trabajar y hacer vida normal, haciendo guardia en el hospital no conseguirás nada. 

— No quiero volver Freddy, no quiero volver a comisaría, no sin él alli. 

— Bien, no hace falta que regreses a comisaría. Sal a pasear con Isidoro, sal a distraerte, no quiero verte encerrado en el hospital, neno. Pero también te pido que consideres regresar, eres una pieza fundamental, sin Conway aquí a mi me taparan de trabajo y realmente necesitaré a todos los agentes capacitados posibles. 

— No es razón suficiente, Trucazo.

— Me preocupas Gustabo, no es recomendable que te quedes solo. Así que necesito que confíes en mi, y hagas lo que te diga, no quiero tener que hacer esto utilizando la excusa de que son ordenes de arriba. 

Gus llevo su vista al plato vacío de los pancakes, joder, estaba disfrutado tanto de aquellos panecillos que habia olvidado con quien estaba compartiendo mesa. Sonrio totalmente incredulo, no podia creer lo que habia escuchado. 

— No te preocupaste por mi cuando me abandonaste de un dia para el otro y ahora de la nada, actúas así...

Y alli estaba otra vez, aquel Gustabo serio y desconfiado habia vuelto a aparecer frente a Freddy. Y tan solo pensar que fue el mismo hombre que busco consuelo en sus brazos la noche anterior.


•~•~•~•~•‼️Flashback‼️•~•~•~•~•

— Aún sigo teniendo está extraña sensacion, y hacia mucho tiempo que no la experimentaba. — Jack estaba hablando en su oficina con el Comisario, ambos estaban relajados, sentados en el escritorio del superintendente. 

— No me digas que estás enamorado de algun pituquiño o pituquiña de este lugar. — Dijo Freddy totalmente intrigado mientras le daba algunas caladas a al cigarro que se habia prendido para escuchar agustisimo a Conway.

— Desde Julia, jamás he estado con nadie, jamás siquiera he querido mirar a nadie más. Aún no se como definirlo, pero hay algo en él que simplemente me llama la atención. 

— Bueno, deja el misterio a un lado joder y cuéntale a tu viejo amigo la identidad del paviño este.

— Es el inspector Garcia. 

•~•~•~•~•‼️Flashback‼️•~•~•~•~•



Freddy no dejaba de escuchar la voz de Jack contándole sobre el inspector, hasta que la voz de Gustabo le llamo la atención. 

— Regresaré a Comisaría únicamente para hacer mi trabajo y por Conway, poco me importa si te preocupas por mi.

— Otra cosa... Gustabiño.

— ¿Qué? — El rubio se puso de pie y tomo en mano las dos tazas y con la otra sujeto el plato vacío.

— Te quedarás a vivir conmigo hasta nuevo aviso. 

— ¿Quien rayos te crees, Trucazo? No eres quien para darme órdenes. 

— Pues te guste o no, poco me importa, será hasta que aprendas a puto sobrevivir sin tener las putas cenizas del pasado encima.— Dictaminó sin piedad alguna el Comisario.

— No vivo con mis cenizas, pero he aprendido a no olvidarlas. Y yo no olvido que en algún momento, hace menos de un año, te quise más que a mi propia vida, Freddy. — Añadió Gustabo con tristeza en su voz, hacia tanto tiempo que quería confrontarlo de una vez por todas. Pero sabía que no era el momento, y mucho menos cuando su prometido estaba peleando por su vida en la cama de un hospital.  

— Gustabo, lo lamento.— El comisario simplemente hizo oídos sordos a los reclamos del rubio, se puso en pie y tomo las llaves de la casa.— Escucha, mi casa, es tu casa, ya lo sabes. Ven a comisaría, quedate aquí, haz lo que se te plazca, pero mantente lejos del hospital y de los problemas. Te dejare una copia de la llave en la roca falsa del patio. 

Ambos mantuvieron sus miradas en el otro, como si de un juego se tratara. El mismo juego que siempre Gustabo terminaba perdiendo y esa vez no fue la excepción, tan pronto como sintió la intensidad con la que Freddy lo miraba, apartó su propia mirada rompiendo aquel juego y se dedico a lavar en la cocina lo que quedaba del desayuno de ambos, hasta que escucho la puerta principal de la sala cerrarse.

Freddy se puso en camino a comisaría, tan solo se repetía una y otra vez en su cabeza que Conway debía despertar tan pronto como le fuera posible. No podía tener a Gustabo cerca de él por tanto tiempo, ambos eran una bomba atómica apunto de explotar y siempre lo fueron. 

Esa extraña tensión que siempre hubo entre ellos aún seguía existiendo, incluso después de Conway, Gustabo seguía teniendo ese brillo en sus ojos. 

Y Freddy sabía a la perfección lo que podría llegar a pasar. ¿Quien no cometería pecados imperdonables por alguien como Gustabo García? 



When the saints go marching || FreddytaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora