☬ 𝑜𝑐ℎ𝑜 ☬

30 21 37
                                    

𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 8
𝐿𝑎 𝑚𝑎𝑙𝑑𝑖𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒𝑙 𝑜𝑒𝑠𝑡𝑒 2/2

—¿Qué hemos hecho? —cuestioné para mí misma.

No tengo idea, pero es malo.

El techo comenzó a caer sobre nosotros cuando Ari y yo volvimos a ponernos de pie y miramos el jarrón completamente destruido. Atemorizados todos empezamos a correr por el laberinto. Lo malo es que ninguno recordaba el camino de regreso. Nos separamos.

Estoy asustada. Mucho.

¿Y cómo no estarlo si todo sigue derrumbándose?

Continúo corriendo. Doblé a la derecha dos veces. No hay salida. Regresé y fui por la izquierda. Encontré otro pasillo. Las paredes del laberinto se derrumbaron. Logré ver a mis amigos y la salida.

Nos miramos y comenzamos a correr lo más rápido que podíamos hacia allí. De repente sentí mi tobillo derecho traquear. Se dobló y caí al suelo sobre un montón de escombros donde me hice raspones en las rodillas y en las manos al impactar sobre el templo cayéndose. Un grito de dolor salió de mí.

Me llevé mis adoloridas manos a mi tobillo, este dolía. Mis manos sangraban un poco. Emití más alaridos de dolor mientras me encogía sobre los escombros, haciendo que cada herida me doliera más y provocando pequeños cortes en mi piel.

Levanté la cabeza y llamé a mis amigos. Yordrick volteó y me vió en el suelo. Alertó a las chicas y entre los tres lograron levantarme. Ahora éramos más lentos y todo por mi culpa. Me apoyé en ellos y fui dando saltos con el otro pie que no está dañado.

Cuando estábamos a tan sólo unos cinco metros de alcanzar la salida, unas piedras enormes cayeron delante de esta, bloqueando el paso e impidiendo que saliéramos del templo.

Ay, no puede ser.

—No. No. ¡No! —emitió Ari.

Ella me soltó y corrió hacia la salida. Golpeó las rocas que impedían nuestra huida con las palmas de sus manos. Intentó sacarlas del medio. Empezó a hiperventilar.

Y ahí está su claustrofobia, atacando una vez más.

—Ari —la llamé y no reaccionó—. ¡Ari! Mírame, todo estará bien, vamos a salir de aquí.

Con la ayuda de Mabelle, Yordrick y mis intentos de ayudar, poco a poco se le fue pasando el ataque y logramos calmarla. El cerebrito del grupo es ella y la necesitamos.

• • •

No sé cómo logré encontrar mi mochila con el libro de hechizos y la varita, aunque, claro, mis amigos me ayudaron. También, Mab encontró una especie de pergamino cerca de la posición en la que estaba el jarrón roto.

Miré hacia arriba, faltaban muchas partes del techo del templo y era imposible escalar para llegar hasta allá y salir, de cualquier forma, si se pudiera trepar, yo no podría hacerlo por mi estado.

No debimos entrar aquí sin supervisión. Nunca aprendemos la lección.

No habían más salidas así que sólo tenía una opción: lanzar un hechizo de levitación. Este solamente lo había intentado con Silver y salió mal. Las rocas pesan más que una persona y no sé si pueda hacerlo, pero todo depende de mí.

Lo harás bien, Yvett.

Estaba sentada en el suelo. Me preparé. Cerré los ojos. Canalicé toda mi energía para concentrarme en que saliera bien. Aspiré una gran bocanada de aire, apreté la mano con la que sostenía la varita mágica.

Miré la palabra en el libro.

«Levitate»

La pronuncié con detenimiento y agité la varita en dirección a las rocas que bloqueaban la salida. Estas fueron rodeadas por una luz amarilla que salía de la punta de la varita. Lentamente se fueron elevando. Las separé, unas tres rocas fueron a la izquierda y otras a la derecha.

La salida quedó desbloqueada. Mis amigos me ayudaron a levantarme del suelo. Metí el libro de hechizos, la varita y el pergamino dentro de la mochila y la colgué de uno de mis hombros. Apoyada en el chico y las dos chicas, logramos por fin salir del templo.

Yupiii.

Sentí un gran alivio cuando vi todo el verde a mi alrededor. Ari me ayudó a sentarme en una roca que había por allí.

Pasó un rato mientras asimilamos lo que ocurrió un corto tiempo antes. Recordé el pergamino en mi mochila y lo saqué.

Hora de descubrir qué es.

Lo abrí y suspiré. Pestañeé con confusión e incredulidad. Estaba vacío. No había nada escrito en él.

O quizás está oculto.

Conciencia.

Dime.

Te amo profundamente.

Awww, lo sé.

Busqué en mi libro de hechizos algo que me pudiera servir para revelar el contenido del pergamino. Lamentablemente no encontré lo necesario.

Un momento.

Fuego.

¡Eso es!

—Fuego, necesito fuego —informé.

Mis amigos se miraron entre sí y se encogieron de hombros, lo cual quiere decir que no tienen fuego.

—Bueno... —suspiré—. En otro momento veré esto.

Cerré el pergamino y lo puse de vuelta en el interior de mi mochila.

A lo lejos escuchamos nuestros nombres y la figura de un hombre que se hacía cada vez más grande mientras corría hacia nosotros. Volteé en esa dirección y logré divisar al señor Mack con una cara de enojo y preocupación al mismo tiempo.

En unos pocos minutos llegó a nosotros.

—¡¿Estáis todos bien?! —inquirió, histérico.

Después de todo, sí se preocupa por nosotros.

El tío de Tahla y Hiram se fijó en mí. En unos segundos sus manos ya estaban sobre mis hombros y su rostro de preocupación absoluta aumentó.

—¿Puedes caminar? —me preguntó.

—Sí —respondí con un asentamiento.

—Que bueno porque yo no te iba a cargar, Yvett —murmuró cambiando su tono a uno más serio y libre de preocupación.

Negué con la cabeza. Mis amigos me ayudarían a llegar a nuestro hogar, pero, ¿realmente era nuestro hogar?

De repente la piel de mis brazos se puso como el carbón y con grietas que dentro parecían tener lava. Mi vista se nubló y no supe más de mí hasta horas después.

Yvett Johanson, es hora de despertar.

Escuché una voz. Abrí los ojos. Me encuentro en la misma parte del bosque en la que estábamos cuando llegamos a este mágico lugar.

—Aures, é the hor ofe manifeste.

No ví a alguien que pudiera estar hablándome. Era el bosque otra vez.

—Para vencere the maldique ofe oest, conseg the magiques gems debré. Junte the gems i the hechize debré pronunciare.

EL INICIO DE TODO (Somnus #1) #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora