☬ 𝑡𝑟𝑒𝑖𝑛𝑡𝑎 𝑦 𝑢𝑛𝑜 ☬

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𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 31
¡𝐴𝑑𝑖𝑜́𝑠 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑒𝑙𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑑𝑖𝑎𝑏𝑙𝑜!

—¡Aún no me puedo creer que ganamos! —murmuró Sia, emocionada.

La verdad, yo tampoco.

—No somos tan malos, creo —habla Mia.

—No lo somos —expuso Sebastián agarrando a Sia, su novia o no sé, por la cintura.

Se siente tan bien estar saliendo de la infernal Academia Santors, sin el uniforme, sin preocupaciones, sin tener que ir a la guerra.

Ari se ve medio triste así que me acerco a ella. La abrazo mientras caminamos y le doy un beso en la mejilla.

—A ver, ¿dónde está esa sonrisita?

Ella niega con la cabeza, una pequeña sonrisa se asoma en su rostro.

—Hmm... No me convence... —le digo con el tono que lleva.

La abrazo de nuevo.

—Ari —pronuncio su nombre. Ella suelta un sonidito tipo: «¿qué?»—. Te amo.

Hago un corazón con mis manos.

La chica sonríe de oreja a oreja.

¡Esa es mi chica!

—Yo también te amo —aunque sonríe, su voz suena algo apagada.

Decido dejarla en paz, ya la molestaré más tarde. Ahora al menos se ve un poco feliz. Mabelle se acercó a ella y las dos comenzaron a hablar.

Tahla y Hiram van hablando. Las mejores amigas, Denisse y Sebastián —estos dos últimos son primos— hablan sobre no sé qué. Yordrick se acerca a mí y comenzamos a hablar sobre lo geniales que serán estos próximos dos meses.

Así pasa el tiempo. Caminamos, alejándonos más y más de la Academia Santors.

Me pongo a pensar en lo que ocurrió cuando nosotros ganamos y perdimos a dos pelotones. Me enteré de que dos pelotones de sexto año pasaron automáticamente a séptimo para reemplazar a los dos perdidos de mi año. Los de sexto tuvieron mucha suerte en ese aspecto.

Demasiada suerte, diría yo.

Suspiro y continuamos caminando. Ya me estoy cansando y ni siquiera hemos salido del territorio de la escuela.

Por algún motivo, miro mis manos y se están volviendo de color carbón. Lo último que veo en ese momento es a Ari caer desmayada con su piel igual a la mía y lo último que siento, es el impacto de mi cabeza contra el césped.

Después de eso no sé qué más pasó. Perdí el conocimiento y todo mi cuerpo duele.

• • •

Adolorida, abro los ojos lentamente. La cama es suave. Observo a mi alrededor. Lo veo todo un poco borroso, poco a poco mi vista vuelve a la normalidad.

La habitación huele bien. Es lujosa, la cama es cómoda y no tardo en darme cuenta de que estoy en mi antigua habitación en el castillo.

Me levanto, sentándome en la cama.

Llevo dos años sin poner siquiera un pie dentro de esta habitación. Me dan ganas de llorar. Ni siquiera sé por qué, pero me dan ganas de llorar.

Pestañeo varias veces y alejo las lágrimas.

—¡Princesa Yvett! —escucho la puerta de la habitación abriéndose mientras gritan.

El tumulto de gente entrando en la habitación me hace abrir mucho los ojos. Mi pelotón, los reyes, Mack, Silver, algunos empleados. Todos vienen hacia mí. Mentalmente empiezo a rezar.

Pasó un día. Todo mi pelotón se quedó en el castillo.

Ahora estoy en la enorme Biblioteca Real. Se siente de maravilla estar en casa.

Me hundo en las letras, buscando. Busco algo que me diga por qué me pasó eso horas antes y también a Ari.

Repentinamente recuerdo algo.

«—Para vencere the maldique ofe oest, conseg the magiques gems debré. Junte the gems i the hechize debré pronunciare»

¡Claro, la maldición del oeste!

¿Cómo se me pudo haber olvidado eso por casi tres años?

Bueno, no lo sé.

Rápidamente busco «La maldición del oeste» entre las páginas de ese viejo libro de maldiciones y enfermedades raras. Si en esta dimensión existiera Google todo sería más fácil.

Me tomó un momento encontrarlo.

Leo todo lo que dice. Las dos páginas de la maldición se resumen a que hay cuatro templos verdaderos y cuatro templos falsos e idénticos a los verdaderos para que nadie encuentre las gemas del tiempo, futuro, presente y vida.

Los templos falsos están hechos —como ya dije— para que nadie encuentre esas gemas poderosas. En estos templos hay maldiciones. En el templo del oeste está el jarrón que Ari y yo rompimos. El jarrón está maldito y pues, la maldición hace que durante momentos te desmayes y tu piel se vuelva como el carbón. Después de un tiempo —este varía según la persona— te conviertes en piedra. Pasa lo mismo con los otros templos.

En los templos verdaderos se encuentran las gemas, ocultas, de la vida, pasado, presente y futuro. Las maldiciones sólo se pueden deshacer con la ayuda de las gemas mágicas.

Es súper difícil encontrar los templos.

Pienso un poco más en todo. Si Ari tiene esa maldición y yo tengo esta mancha negra que va desde mi cuello, bajando al hombro y dando la vuelta para llegar a tocar menos de la mitad de mi espalda —sí, ha crecido—, quiere decir que Ari también posee una mancha como esa.

Debemos encontrar los templos. Debemos buscarlos a toda costa. No importa cuántos años nos tome, debemos encontrarlos y eliminar la maldición.

O de lo contrario... Ya sabemos qué pasará.

• • •

—¿Me acompañarían en esta misión? —pregunté en una reunión del pelotón después de explicar todo con detalle.

—Con nuestra líder, siempre —murmuró Tahla.

—Si es la única manera para quitarme esa enorme mancha en mi espalda, me apunto —enunció Ari, con tono de preocupación.

—Ustedes van, yo también —Mabelle se unió a la conversación.

Todos terminaron aceptando. Al principio Denisse se negó a ir, sin embargo, terminó por aceptar.

Me está cayendo mucho mejor ahora.

Por suerte para todos, el libro tenía un mapa con la ubicación de los cuatro templos verdaderos.

Decidimos quedarnos un día más en el castillo, con las mascotas —que nos llevaríamos— e investigando todo lo posible sobre la misión. Vimos la apariencia de cada gema y en fin, todo lo posible.

El pelotón estuvo de acuerdo en llevarnos los uniformes de la Academia Santors, ya que hacen buen papel de armadura. También nos llevaríamos las armas, por si acaso. Además los templos tienen guardianes y obviamente no nos dejarán entrar porque somos amiguitos de toda la vida.

EL INICIO DE TODO (Somnus #1) #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora