Kamran se bajó del coche cuando se aseguró de que había dado con la dirección correcta y volvió a mirar su móvil. "Número 4, letra C, segunda planta", era lo que le había dicho su novio en el último mensaje. El día que Yarim se fue a la universidad él no pudo acompañarle, por mucho que eso hubiera dejado algo tristes a ambos, así que era la primera vez que veía aquel apartamento. Alhaitham y él tenían cosas que resolver, temas de la manada que requerían su presencia. En esos dos años, Kamran había tomado mucha más responsabilidad con los temas políticos y prácticamente estaba listo para ocuparse de todo, lo cual había permitido que su padre y Kaveh se tomaran un merecido descanso para disfrutar de su matrimonio y de su hija pequeña.
Se acercó a la puerta y pulsó el botón del telefonillo, esperando que hubiera dado con el lugar correcto. Igualmente, mientras esperaba, le mandó un mensaje a Yarim para que supiera que estaba abajo.
—¡Hey, Romeo! —Una voz conocida gritó tras él.
Aletheia caminaba con su bolso colgado del hombro repleto de libros y apuntes. Tenía el cabello recogido en una coleta alta y sus orejas eran inconfundibles, grandes como las de sus padres y un poco más que las de sus mellizos. La chica sacó la llave de su bolsillo y justo cuando iba a abrir la puerta, esta ya había sido abierta desde arriba.
—¿Vienes a ver a Yarim? Bueno, no sé por qué pregunto...
—No te pongas celosa, que también vengo a verte a ti —respondió el mayor y, mientras caminaban al ascensor, se quitó la mochila que llevaba para sacar una cajita de lata, la típica en la que su madre solía guardar galletas u otros dulces. Luego se la entregó a su hermana—. De parte de mamá, están recién hechas.
—¡Eres el mejor!
Aletheia abrazó a su hermano mayor y tomó la cajita. Poco después la puerta del ascensor se abrió y, frente a ella, se encontraba Yarim.
Después de la academia y de todo lo ocurrido decidió no volver a tocar su pelo y tan solo se lo había cortado para sanear las puntas. Volvía a tenerlo largo y solía hacerse recogidos como de costumbre. Al ver a Kamran sonrió ampliamente y tiró de él para abrazarlo.
—Pensé que no vendrías a verme nunca...
—Sólo ha pasado una semana, dramático —bromeó el mayor, aunque él también le había echado mucho de menos, más de lo que podría admitir. Su cola se movía felizmente solo con tenerle entre sus brazos de nuevo—. ¿Qué tal las clases?
Iba a responder, pero Aletheia se adelantó.
—Hablad dentro, anda, preparé café —dijo la omega y entró en el apartamento.
Yarim compartía piso con Aletheia y los gemelos, Aether y Lumine. No habían perdido el contacto desde la academia, pero estos dos últimos no se encontraban ahora mismo en casa.
—Uhm, las clases bien, aprendo rápido ya lo sabes. Jamás pensé que estudiaría arquitectura —reflexionó Yarim y cerró la puerta una vez estuvieron dentro—. ¿Y cómo está el mejor líder del mundo?
—¿El mejor líder? Me gusta como suena eso —respondió el mayor y esbozó una pequeña sonrisa. Aletheia estaba en la cocina y le había echado de menos, así que no pudo resistirse a romper la distancia que les separaba para robarle un pequeño beso—. Ahora mejor, la verdad.
Yarim le miró con los ojos ligeramente brillantes y acabó sentado en su regazo antes de besarlo de nuevo. No estaba acostumbrado a pasar tanto tiempo sin él ya que vivían prácticamente en la misma casa. Durante esos dos años había sido gracioso que lo cortejase y esperase en la puerta con una flor en la mano a que saliese. Yarim rio internamente al recordar la tierna escena. Kaveh le había incitado a hacer aquello para reírse un poco.
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Atados al destino
FanfictionCONTINUACIÓN DE: «Destinos entrelazados» ¿El destino lo marca todo? ¿Se puede jugar con él, burlarlo, salir del bucle? Quizá la única forma de huir de él sea la propia muerte... Portada: @scaravenxi