No pudieron seguir la conversación, pues Scaramouche volvió y se sentó de nuevo junto a su novio, esta vez a los pies de la cama mientras le sostenía la mano.—Está viniendo —dijo el omega, aunque no tardó mucho en aparecer el doctor del orfanato.
Colocaron un biombo entre ambas camas para que tuviera más privacidad para examinar a Lyney. Kazuha aún no debía moverse de allí aunque su herida hubiera evolucionado favorablemente. Diluc se apartó para que el médico pudiera trabajar y caminó hacia la puerta. No pintaba nada allí, por muy preocupado que estuviera por Lyney. Además, debía informar a Arlechino de lo que había ocurrido. Scaramouche pudo observar la indecisión en la mirada del alfa. Sabía que la relación de ambos era curiosa y no entendía bien si era estrecha o no.
—Si quieres aviso yo a Padre, creo que Lyney querrá que alguien vele por él —propuso el omega.
Diluc se tensó. No estaba seguro de cómo responder a eso, normalmente lo haría de forma seca e indiferente. Pero esa vez su mente realmente estaba puesta en Lyney, tanto como para no tener ganas de negar lo evidente. Incluso Kazuha se había dado cuenta, y eso que era el que menos tiempo llevaba allí.
—Vale. Gracias —dijo con simpleza, intentando no demostrar demasiado, y caminó hacia la cama donde el omega reposaba.
El doctor le había colocado una mascarilla con oxígeno para limpiar sus pulmones y varias vías salían de su brazo. La cara de preocupación del beta que estaba atendiendo a Lyney era alarmante. El sonido de la puerta cerrarse indicó que Scaramouche había salido de nuevo, esta vez para hablar con Arlechinno.
—Si pasa esta noche todo irá bien, pero está en un punto crítico, ha inhalado demasiado gas tóxico —pronunció finalmente el doctor y miró a Diluc—. ¿Cómo ha sucedido?
Los hombros de Diluc cayeron y no pudo aguantar más la tensión en su rostro para aparentar que estaba bien. No lo estaba, se notaba el brillo de preocupación en su mirada y sus labios tensos. Se acercó un poco más a Lyney, con cautela, y no dejó de mirarle mientras respondía al doctor.
—Nos han atacado —dijo—. El intruso tenía una especie de bomba de feromonas. Lyney empezó a encontrarse mal, como si entrara en celo. Me lo llevé de allí y poco después se desmayó, no tuve tiempo de atrapar a ese desgraciado.
Apretó sus puños con rabia y mordió con fuerza. Aquello había sido culpa suya por no ser capaz de detener al intruso.
—Las bombas de feromonas son peligrosas, he leído que Abyss trata de crear drogas nuevas para someter a omegas, pero las están probando y Lyney ha pagado las consecuencias. Como no conozco la droga original me va a ser más difícil curarlo en el caso de que lo haga, el pronóstico es grave —explicó el doctor antes de posar su mano sobre el hombro de Diluc—. No puedo hacer más por ahora, si sufre cambios estaré en la habitación de al lado por si me necesitan.
Diluc asintió con la cabeza y tragó saliva. Sus ojos seguían clavados en Lyney, como si fuera a ocurrir algo si le perdía de vista.
—Gracias, doctor —dijo con la mayor entereza que pudo y, en cuanto se marchó, se acercó para tomar la mano del omega—. Eres un idiota... —susurró con la voz quebrada—. Debiste dejarme que patrullara yo solo.
El cuerpo de Lyney no se movía. Parecía inerte, como si estuviera muerto, pero no lo estaba ya que la máquina que se conectaba a su pecho podía registrar los débiles latidos de su corazón. Diluc se acercó más y, con su mano libre, acarició con delicadeza la frente del menor, retirando un mechón rubio que caía por la misma. Suspiró pesadamente, habían estado demasiado tiempo fingiendo que no pasaba nada entre ellos, que ni siquiera se llevaban bien fuera de la cama, pero las palabras de Lyney antes de desmayarse se habían quedado grabadas a fuego en su pecho y le hicieron salir por fin de la burbuja.
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Atados al destino
FanfictionCONTINUACIÓN DE: «Destinos entrelazados» ¿El destino lo marca todo? ¿Se puede jugar con él, burlarlo, salir del bucle? Quizá la única forma de huir de él sea la propia muerte... Portada: @scaravenxi