❥ ; 11 - Intruso

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Las mejillas de la omega se tornaron de un color carmesí. Llevaba mucho deseando aquello y los nervios la comían por dentro. Sus labios buscaron los del alfa y cerró los ojos, dejándose llevar. Dainsleif quería que se relajara y lo hizo llevando el beso a un ritmo algo más intenso, mientras poco a poco sus manos comenzaban a buscar los bordes de la ropa de Lumine. En cuanto pudo, coló la diestra bajo su camiseta y acarició lentamente su vientre. La sensación de su piel desnuda le hizo suspirar contra sus labios.

Lumine soltó un leve gemido y se dejó llevar. Poco a poco la situación se tornó más caliente y la chica fue tomando confianza. Se aventuró a acariciar el pecho marcado de Dainsleif.

—Hmm...

—¿Tanto te gusta? —susurró el mayor con un tono coqueto y sonrió de lado. Se alejó de sus labios y comenzó a llenar de besos el su cuello. Sus pulmones se inundaron con su aroma y todo su cuerpo reaccionó al instante. Iba a volverse adicto a aquello.

Se separó un instante, solo para poder retirar la camiseta de Lumine. Quería verla y llenar de besos cada centímetro de su piel.

—Eres preciosa— afirmó y de su garganta escapó algo similar a un ronroneo—. Mi omega.

—Tú también eres precioso... —murmuró la chica antes de tirar un poco de la camiseta de él—. Quiero verte también.

Ante esto el alfa simplemente no pudo negarse. Se incorporó y se quitó la prenda que solo les estorbaba en ese momento. Sus ojos se posaron en los de ella, esperando su reacción. Su piel era pálida y bajo ese aspecto serio y formal se escondía un cuerpo muy bien trabajado. Además, estaba cubierto por algunos tatuajes, el más llamativo era un kraken de gran tamaño en su espalda. La omega tragó saliva y sintió un pinchazo directamente en su entrepierna.

—Vaya... —murmuró la fémina antes de incorporarse también y posar sus manos sobre su pecho—. Creo que me pones más de lo que pensaba.

Los nervios afloraron de nuevo, aunque le excitaba sentirse pequeña a su lado. Dainsleif sonrió y acunó la mejilla de Lumine con su diestra antes de volver a besarla. La empujó despacio hasta que ambos volvieron a caer sobre la cama y esta vez se acomodó entre sus piernas con cuidado.

—Quiero ver eso —susurró un tanto juguetón para tentarla, quería ver si era capaz de dejar sus nervios a un lado escuchar a sus instintos.

Lumine no sabía qué era exactamente lo que quería ver, pero se hizo una idea. Miró al contrario y lo empujó ligeramente para invertir las posiciones. Se levantó y se deshizo de sus pantalones antes de volver a colocarse sobre él. Se podía apreciar como su entrepierna estaba húmeda debido al color azulado de su ropa interior que ahora estaba oscurecido en esa zona. Los ojos del alfa emitieron un destello rojizo y su aroma emanó con más intensidad, prueba de que él también se estaba soltando.

Deslizó sus manos por los muslos de la joven poco a poco, hasta llegar a su trasero. Apretó el mismo y alzó ligeramente sus caderas para provocar que ambas entrepiernas rozaran, algo excitante incluso con la ropa puesta. De esta manera ella podría notar el claro "problema" que tenía bajo los pantalones.

—V-vaya... eres grande...

Claro que lo era, al fin y al cabo era un alfa. Lumine no pudo evitar mecer sus caderas hacia delante. Suspiró de placer al sentirlo. ¿Eso era lo que se había estado perdiendo? Se mordió el labio inferior y cerró los ojos dejando que las sensaciones llenaran su ser. El mayor se estremeció y de su garganta escapó un jadeo, excitado tanto por la visión como por las sensaciones que iban incrementando. Se incorporó, dejándola sentada en su regazo y volvió a besarla. Sus manos se encargaron del broche de su sujetador, que no tardó en caer a un lado de la cama.

Atados al destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora