Dos

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Juliette.

El funeral fue lo que suponía.

Aburrido, incomodo y tedioso.

La gente me abrazaba sin conocerme, lloraban sin control, me juzgaban también por mi poca muestra de emociones hacia la muerte de mi madre.

¿Cómo lloras por un desconocido?

La única cosa que me mantuvo cuerda sin querer irme de ahí, fue mi padre. No soltó mi mano desde que me abrazo, miraba de reojo lo educado que era y como parecía estar sufriendo con todo.

Lógico, era su esposa.

Por alguna razón trataba de memorizar su rostro, más allá de los vagos recuerdos y una foto arrugada. Quería plasmarlo en mi memoria para cuando volviera al internado y después a la universidad, su belleza estaría presente en cada parte de mi ser, aun así, no volviera a verlo.

—¿Estas cansada?

Llegamos a lo que es la casa donde estuve los primeros años de mi vida, mirarla es extraño, pues no existen recuerdos felices de la niñez, solo un montón de maestros que siempre estaban dándome clases todo el tiempo, el jugar era entre libros e instrumentos musicales.

No había cuentos para dormir, no había abrazos de buenas noches, tampoco esos momentos donde buscas un refugio para en tus padres, cuando los monstruos de media noche te acechan.

Camine en silencio ignorando un poco la respuesta, mis pasos por el fino piso de mármol, la primera puerta de la entrada daba a la enorme sala, donde estaba siempre con los tutores, es el lugar que mas recuerdo, por lo que mi cuerpo se movió solo hacia ahí.

Al entrar los muebles eran diferentes, mas simples, de colores blancos y grises, dando un aspecto austero, el gran piano negro contrastaba en la esquina de la sala, pero lo que mas destacaba era un enorme cuadro encima de la chimenea.

—¿Te gusta? —mi padre se paró detrás de mí sosteniéndome de los hombros —lo mandé hacer cuando vi tus fotos de la graduación de secundaria.

Mi rostro, enmarcado en oleo de una manera artística, poética, casi enfermizo.

—Soy yo.

—Así es mi dulce niña, eres tú.

Mis ojos se movieron por todo el cuadro, notando los finos detalles, sentí las manos de mi padre apretarme los hombros, estiré un poco la mano intentando alcanzar el cuadro, pero con mi altura era imposible.

—Creí...creí —sentí la respiración de papá en junto al oído —creí que no les importaba.

—Juliette, no hay nada en este mundo que me interesa mas que tú, por eso a partir de este momento, te quedaras aquí, conmigo, donde siempre debiste estar...

Dad (K.S.J +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora