Once

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Narrador.

Kim Seokjin tuvo una infancia mayormente tranquila, todo hasta que llegó a la finca de los Cassio, su madre fue invitada a trabajar ahí  ya que su padre había muerto dejándolos con algo de deudas. La señora Georgina Cassio era amiga de la familia los Kim y su amabilidad fue agradecida.

El matrimonio Cassio tenía una hija de dieciséis años de una hermosura impresionante, que desde que vio al pequeño Seokjin quedó maravillada por la pureza y perfección que este emanaba.

Georgiana también lo noto, noto como ese niño con el pasar del tiempo se hacía cada vez más hermoso y no había día que no se lo hiciera notar.

Mi precioso niño Jin”

No había nada que ella le negara.

Seokjin se quedaba a dormir en la casa principal, mientras su madre dormía en la casa de los sirvientes. Todas las comodidades las tenía el niño, su madre agradecía tanto el como lo querían, pues era su mayor razón para seguir adelanté.

Un día la madre de Seokjin enfermo, Georgina no dudo en ayudarla, busco tratamientos para su rara enfermedad, pero parecía que no había mucho que se pudiera hacer.

—¿A dónde vas Mami? —el pequeño Jin se aferraba a su madre.

—Tengo que ir al medico amor mio, la señora Cassio se quedará contigo en lo que me pongo mejor, pronto volveré para estar contigo.

Pero su madre volvió en un ataúd, no pudo despedirse de ella y la tristeza amenazó con consumirlo.

—Mi tierno niño Jin, mi precioso ángel, yo te voy a cuidar.

Georgina entro a su habitación para decirle que lo haría sentir bien, Seokjin no sabia que era ser masturbado, Seokjin no sabia que era aquello que sentía, lo odiaba, le daba asco, pero no tenía a nadie más.

La señora Cassio no dejó de visitarlo en las noches, conforme su cuerpo crecía ella demandaba más, aprendió a hacer lo que le gustaba, aprendió cosas que no debía a su edad, y empezó a odiar. Odiaba lo que ella le hacía. Odiaba el tocarla, el mirarla.

Entonces Madeline de alguna manera lo salvo, ella se dio cuenta, de lo que madre hacia, de lo que pasaba tras las paredes del cuarto.

Seokjin creyó enamorarse, aquella belleza, aquel ser lo había alejado de las garras de Georgina.

—Ya no tienes la fuerza para someterme Georgina, tus retorcidos gustos ya no son mi problema, pero te van a perseguir.

—Perdóname, perdóname mi lindo Jin —la mujer lloraba abrazándose del adolescente —no te vayas, por favor.

—¿Me dejaras estar con Madeline?

Ella acepto con tal de tenerlo cercas, de no dejar de verlo. Seokjin intento amar a Madeline, pero cada que ella mencionaba lo hermoso que era, la detestaba, comenzó a infligirle dolor mientras tenían sexo, escucharla llorar, escucharla gemir por lo que le hacía, lo calmaba. Calmaba un poco el odio que le tenía a esa familia.

Madeline tal vez nunca tuvo la culpa, pero Georgina nunca le hizo daño a su hija por ser hermosa. Era muy injusto.

Poco a poco la mente de Seokjin cambió, consumiría a Madeline, de quedaría con lo que ella tenia en pago por lo que le habían quitado, matar a la señora Cassio no sería suficiente, pero verla sufrir por alejarla de lo que más amaba ya era algo.

Entonces nació Juliette y pensó que tendría algo lindo a quien amar, por fin podría regresar a recibir el amor.

Pero de nuevo se lo quitaban, y ya era suficiente. El se merecía ser feliz y por todos los medios lo conseguiría….

Dad (K.S.J +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora