8-

378 44 7
                                    


Era jueves a la noche, la semana había pasado con gran rapidez, sin embargo Roier sentía cada vez más cansancio y su ciclo del sueño era totalmente un desastre.
Sin embargo, no le importaba mucho, el día siguiente sería su última vez trabajando en el bistró, ya había recaudado lo suficiente para su cita con Natalan.

Trataba de ignorar el hecho de que no lo había llamado en mucho tiempo, siquiera contestaba sus llamadas, lo cual le parecía raro, después de todo, era imposible determinar quien te llamaba antes de contestar.
Aunque no conteste sus llamadas, Roier estaba dispuesto a ir a buscarlo, sin importar qué, solo quería ver a su amado.

"¿Y si acaso le pasó algo malo?" "¿Y si Nat está...?"
Esos pensamientos intrusivos volvían nuevamente a su cabeza, pero ultimamente eran más pesados.
Roier lo odiaba. Odiaba ir a dormir en esa soledad, tenía miedo de sus pensamientos en la oscuridad, que nunca podrían dejarlo en paz.

Cada que esto pasaba, siempre terminaba en lo mismo.
Siempre terminaría en esa maldita pesadilla.

• • •

Roier estaba en ese mismo lugar, aquel lugar oscuro, donde solo podía ver esos ojos que lo miraban de manera prepotente.

Roier corría, estaba cansado de lo mismo una y otra vez.
Se sentía perdido y fuera de sí. Tropezaba con cada paso que daba, estaba corriendo entre toda esa sangre. Llevaba bastante tiempo corriendo, sin embargo, sentía que cada vez era más lento,y no importaba cuanta fuerza haga, no lograba avanzar siquiera un metro.

De repente se frenó. Apenas podía respirar y sus piernas temblaban. Sintió como la sangre a su alrededor se secaba.
Finalmente. Luego de correr durante lo que parecieron horas, pudo ver algo. Una luz que se encendía arriba suyo.
Roier soltó un grito ahogado, siquiera podía hablar. Se había dado cuenta donde estaba parado; eran los mismos malditos platillos de porcelana que se usaban en el restaurante. Este se encontraba decorado con algún tipo de salsa.

No podía ser verdad. Estaba arriba de una mesa que superaba miles de veces su tamaño. Definitivamente era una mesa del bistró, no podría confundir ese horrible mantel a cuadros ni aunque quisiera.

Fue entonces cuando lo vió, era él.

Sentía como el miedo lo paralizaba y sus extremidades no reaccionaban.

Él era el plato principal, y aquellos ojos ,que apenas se podían divisar en la oscuridad estaban desesperados por probarlo...

• • •

Era tarde, como siempre, sin embargo, sus hombros pesaban y era tan difícil levantarse de su cómodo sillón.
Otra vez llovía. Lo mismo de siempre.

-Otra vez llegas tarde...- Cellbit trataba de regañarlo.

-Oye, Cellbit...creo que voy a renunciar. Ya no necesito el dinero.-

-¿Huh? E-está bien, si eso quieres...- Cellbit se encontraba más nervioso de lo normal.-Irás...a ver a Natalan no es así?

- Está bien...mañana te daré tu último pago...sabía que renunciaría después de todo-Habló para sí mismo.

No podía dejarlo ir así de fácil...To avía era demasiado temprano para de ir.No después de todo lo que ho.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 13 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Entre Caníbales | Guapoduo | DeadPlate AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora