──𝐂𝐎𝐌𝐎 𝐋𝐋𝐎𝐑𝐀𝐍 𝐋𝐀𝐒 𝐀𝐕𝐄𝐒:
Jungwon es un omega que
vende su cuerpo por dinero y
trata de sobrevivir por su bebé,
una noche desafortunada es
mordido en el cuello por un Alfa
desconocido, desesperado,
...
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El viento afuera susurra a la puerta con fuerza y violencia propia del invierno, el tiempo se termina y él tiene que tomar una decisión, sus manos tiemblan y observa a la pequeña criatura envuelta en la manta, hay una criatura bella que duerme pacíficamente.
Jungwon mira a su pequeño bebe recién nacido, y siente un escalofrío recorrer su espalda cuando recuerda las frías palabras que sus vecinos y conocidos le dijeron.
“Tienes que matar al bebe.”
Jungwon sorbe la nariz y niega para sí mismo, no pensó caer en esa situación, donde viéndose embarazado daría a luz a un omega.
Creyó ciegamente que él bebe al igual que su padre sería un Alfa, durante esos meses soñó que aquel niño le traería nada más que felicidad, trazó sueños fantasiosos de su hijo ya mayor cuidándolo y protegiéndolo.
Todo el tiempo que sufrió con el padre del bebé, pensó que sería recompensado con dar a luz a un Alfa, no un omega, se negó a pensarlo porque no quería uno.
Cuando dio a luz los vecinos y amigos vinieron a verle, pero la emoción se borró de sus rostros cuando se escuchó que el bebé era omega, los omegas no son bienvenidos, los omegas están malditos, tener uno da mala suerte e imagen, matar a un bebé de ese género era mal visto en los barrios más pobres donde la comida se cogía de la basura y se daba a luz en medio del pasillo del hospital.
Jungwon pensó, estaba presionado, debía hacerlo antes de darle un nombre o encariñarse, porque aquellas personas vendrían a ver si ya había matado al niño.
Lo miró detenidamente, en un debate mental y una lucha moral, él era huérfano, se las había apañado para sobrevivir, sabía que crecer como omega era difícil. Probablemente su madre también se debatió entre asesinarlo o no cuando se enteró que era omega, cerró los ojos imaginando aquel escenario y se dio cuenta que al menos su madre le abandono en un orfanato, ya que al igual que ella, Jungwon no tenía el corazón para matarlo.
Durante nueve meses aquel bebé vivió en su barriga, no estaba seguro si él lo escuchaba o no, pero hablarle durante las noches le dio consuelo, pasó muchos días a su lado, en las buenas y malas, medio comiendo, medio riendo, medio llorando, él bebe ya no era un bebe, si no un refugio para el joven muchacho de 19 años.
“Además es hermoso, seguro cuando sea mayor, tendrá a muchos Alfas detrás de él” rió para sí mismo consolándose.
La puerta fue tocada, se apresuró a abrir dudoso, no quería ver a nadie, no quería ser presionado.
—Vine para ver al bebé Alfa —dijo la anciana, Jungwon la dejó pasar.
La mujer trabajaba en un Hotel y solía dejarle sobras de comida o cosas que ahí tiraban las personas importantes que visitaban la ciudad.