──𝐂𝐎𝐌𝐎 𝐋𝐋𝐎𝐑𝐀𝐍 𝐋𝐀𝐒 𝐀𝐕𝐄𝐒:
Jungwon es un omega que
vende su cuerpo por dinero y
trata de sobrevivir por su bebé,
una noche desafortunada es
mordido en el cuello por un Alfa
desconocido, desesperado,
...
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Después de una ruptura amorosa con un Alfa, Heeseung no quería saber del amor y sólo enfocarse en sus estudios, su familia no era rica pero tampoco pobre, sin embargo, no podía darse el lujo de descuidar sus estudios por un amor fallido.
Sentado a la orilla de un puente con un cigarro en los labios, miro al vació con nostalgia pensando en algo que pudo ser pero que jamás sería pues los Alfas no pueden tener hijos con otros Alfas y aunque eran jóvenes para el matrimonio, “Ella” no quiso continuar con su amor.
Quizás fue ingenuo pensar que una alfa de veinticinco fuese seria con un cachorro de diecisiete como él, quizás no debió entregarle el corazón, pero el consuelo de sus manos cuando su madre murió suplieron las cenizas de una soledad que le atormentaba, quizás tan solo debería entregarse al río que corre bajo sus pies y olvidar la vergüenza y el dolor.
—No deberías fumar siendo tan joven, vas a morir —los ojos adormilados de una bonita chica le miraron fijo y él se preguntó si aquello era una alucinación.
—Morir ahora o después, ¿cual es la diferencia? —se quejó.
—Si el mundo pensara así no tendríamos electricidad —suspiró ella.
—Eso no tiene sentido —arrugó el entrecejo.
—Lo tiene, si las personas fuesen egoístas y sólo pensaran en su existencia, no habría cosas ni cambios que ayudaran a las demás generaciones.
“Chica rara” pensó.
—¿No lo entiendes, verdad? —sonrió ella—. Pero al igual que tú, soy una egoísta que vino acá a mirar a otro egoísta lanzarse al río.
—No iba a saltar, sólo fumo —se quejó.
—Como digas.
Ella volvió el rostro y Heeseung vió su perfil, su nariz afilada, sus largas pestañas, su corto y delgado cabello que se arrastraba por el viento de una noche helada.
—¿Qué hace una menor en la noche y sola?
—También eres menor —le sacó la lengua, Heeseung la miró—. Al parecer vamos a la misma escuela —señaló su uniforme, Heeseung sonrió.
—Tus padres llorarán si no te marchas a casa —la despidió Heeseung.
—No lo creo —dijo en tono triste—. Ellos no extrañarán a alguien inútil como yo.
—Pensé que yo era el suicida —se burló.
—No soy como tú, sólo estoy vagando un rato, aunque sea omega me gusta vivir.
—A mi también me gusta vivir —rió—. También estoy vagando un rato —tiró el cigarro al suelo—. ¿Qué tal si vamos a comer algo? —la chica lo miró emocionada.