Un Maravilloso Milagro.

Tu seguridad es la mía.

—Creí que nunca te encontraría.

Murmuro, dejando que mi dolor se escuche en voz alta. Estoy abrumado por la preocupación y el desespero que sentí por horas, es un sentimiento que no conocía y no quiero volver a sentirlo jamás. Aurora sigue llorando junto a mí y mi corazón continúa doliendo.

—No llores cariño, estoy aquí.

Le digo, tratando de calmarla, acariciando su espalda con delicadeza.

—¿Estás bien?

Me quejo y soy todo manos y respiración acelerada mientras las observo.

—Sí, sí, creo que me quebré el tobillo.

Me dice, su voz volviendo a la normalidad por un instante y seca sus lágrimas con manos temblorosas. Mis ojos desesperados van hacia su pierna e intento tocar uno de sus tobillos y ella se queja.

—Lo siento, cariño.

Me disculpo.

—¡Ryker!—grita uno de los guardias y yo levanto mi cabeza hacia las luces cerca de nosotros.

—¡Estoy aquí! ¡La encontré!

Grito y Aurora comienza a temblar a mi lado una vez más. Sus sollozos son destrozadores y me apuro a poner mis manos sobre sus mejillas húmedas, para poder mirar dentro de sus ojos frágiles.

—Ya no llores, por favor. Estoy aquí, estás a salvo.

Yo te cuido bebé, no te preocupes.

—S-sólo estoy feliz que estés aquí.

Murmura, su voz temblorosa pero igualmente dulce. Estoy observándola mientras mis dedos se pasean de un lado al otro en su mejilla. Es tan preciosa. Sus ojos se cierran y la veo disfrutar de mi toque, esto se siente como un bálsamo de tranquilidad.

—He vivido un infierno por horas, Aurora.

Le confieso, asombrado por el temor que rodeó mi alma por lo que pareció una eternidad. Ella me mira con alivio y pesar en su semblante y estoy deseando envolverla en mi brazos y dejarla allí para siempre.

—Ven aquí.

Le digo, tomándola en mis brazos ya que no puede caminar por su tobillo roto. Me asombra la fuerza con la que se aferra a mi alrededor y siento su respiración calmarse lentamente cuando ella recuesta su cabeza sobre uno de mis hombros. Camino con ella en mis brazos hasta alcanzar a los tres hombres que me acompañaban, puedo ver el alivio en sus rostros cuando nos ven.

—Se quebró el tobillo, así que la cargaré hasta la camioneta.

Les digo y ellos asienten. Recorremos el camino de regreso a la camioneta y Aurora habla.

—Ryker.

Dios, se siente tan bien oírla decir mi nombre otra vez.

—¿Sí?

Le pregunto, temeroso que esté sufriendo alguna clase de dolor en su tobillo o que necesite de algo ahora mismo.

—¿Qué hora es?

Su pregunta inocente calma mis nervios. Joder.

—Son casi las dos de la mañana.—le informo y espero su reacción. Ella se mueve y estoy mirando hacia abajo, encontrándome con sus ojos preocupados.